Читаем Los Caballeros de Takhisis полностью

—Quería que lo supieras, padre. He concebido un plan y pienso actuar en consecuencia. No..., no espero que lo apruebes. —Palin hizo una pausa, tragó saliva, y después prosiguió con firmeza:— Pero debes estar al corriente de lo que pienso hacer, por si acaso algo sale mal. No voy a la Torre de Wayreth...

—¡Buen chico! —exclamó Caramon con alivio—. Ya se nos ocurrirá algo. Me enfrentaré con la propia Takhisis para protegerte. No dejaré que esos perversos caballeros te lleven...

—¡Padre, por favor! —lo interrumpió Palin con tono cortante—. No iré a la Torre de Wayreth porque voy a la Torre de la Alta Hechicería de Palanthas. Pienso entrar en el Abismo. Voy a intentar encontrar a mi tío.

Caramon se quedó boquiabierto, mirando a su hijo estupefacto.

—Pero Raistlin no está en el Abismo, hijo. Paladine aceptó su sacrificio. A tu tío se le concedió la paz de un sueño eterno.

—Eso no lo sabes con seguridad, padre. La última vez que lo viste estaba en el Abismo.

—¡Pero lo vi, hijo! ¡Lo vi durmiendo, como cuando éramos pequeños!

—Era un sueño, padre, tú mismo lo dijiste. Sabes lo que cuentan los bardos: que Raistlin está retenido prisionero en el Abismo, atormentado por Takhisis diariamente, su cuerpo desgarrado y ensangrentado. Que cada día muere de forma horrible y dolorosa, sólo para hacerlo volver a la vida después y...

Caramon había superado la estupefacción. Por lo general al hombretón le costaba cierto tiempo examinar un problema, pero sólo podía haber una respuesta a esta cuestión. Se puso de pie.

—Sé lo que cantan los bardos —dijo sombríamente—. ¡Sé que los bardos relatan que Sturm Brightblade viajó a la luna roja! ¡No son más que disparates! ¡Raistlin está muerto! ¡Lleva muerto y en paz todos estos años! Te prohibo que vayas. Te quedarás aquí, y negociaremos con lord Ariakan. Tanis nos ayudará a...

El Bastón de Mago que Palin sostenía estaba caliente al tacto. Esa calidez lo inundó como un vino caliente con especias, dándole coraje.

—Quieres creer que Raistlin está muerto, padre. Admitir lo contrario significaría que lo abandonaste.

El golpe fue dado; la flecha, disparada; la lanza, arrojada. La herida infligida fue espantosa.

Caramon se puso blanco como un cadáver; podrían haberlo tendido en la tumba junto a sus hijos y no se habría notado la diferencia. Su respiración se volvió entrecortada, jadeante; abría y cerraba la boca sin decir nada. El corpachón temblaba como una hoja sacudida al viento.

Palin se mordió el labio y se aferró con fuerza al bastón buscando apoyo en él. Estaba horrorizado por lo que había hecho, por lo que había dicho. No era su intención. Las palabras habían salido de su boca antes de que pudiera contenerlas. Y ahora que estaban dichas Palin no podía borrar el daño que habían causado del mismo modo que tampoco le había sido posible impedir que la vida abandonara los cuerpos de sus hermanos.

—No lo dices en serio —musitó Caramon en voz queda y temblorosa.

—No, padre, no era mi intención. Lo siento. Sé que habrías arriesgado todo para ir en pos de Raistlin. Sé que aquel sueño te proporcionó alivio y que lo crees de todo corazón. Pero, padre, podrías estar equivocado...

Podrías estar equivocado...

Las palabras resonaron en su cabeza, cobraron vida, forma y consistencia hasta que casi pudo imaginar que las veía llameando delante de él, delante de su padre.

Caramon tragó saliva, sacudió la cabeza, pareció balbucear buscando argumentos.

«Va a intentar convencerme de que abandone el plan. No puedo permitírselo», comprendió Palin. «No resultaría muy difícil disuadirme. Recuerdo lo que sentí en aquella torre. Y aquello no fue más que una ilusión, mi Prueba. Pero el miedo, el terror, eran reales.»

—Lo tengo planeado, padre. Steel Brightblade juró acompañarme. Me llevará a la torre y, una vez que esté allí, hablaré con Dalamar, lo convenceré de que me deje intentar pasar ante el guardián. Si no lo permite —la voz de Palin se endureció—, lo intentaré por mis propios medios. El espectro ya me dejó pasar una vez...

—¡Pero aquello era una ilusión! —Caramon estaba furioso ahora—. ¡Los hechiceros lo inventaron todo!

—¿También inventaron esto, padre? —Palin adelantó el Bastón de Mago—. ¿Es esto una ilusión o es el bastón de mi tío?

Caramon echó una mirada inquieta al cayado y no respondió.

—El bastón estaba guardado en el laboratorio de mi tío, donde también está el Portal al Abismo. Ni siquiera el propio Dalamar puede entrar en esa habitación. Y, sin embargo, el Bastón de Mago salió de allí y vino a mí. Voy a entrar en esa habitación, padre, y voy a encontrar a mi tío. Me enseñará todo cuanto sabe. ¡Jamás volverá a morir alguien porque soy demasiado débil para salvarlo!

—¿Piensas intentar abrir el Portal tú solo? ¿Y dónde está el clérigo puro que tiene que ayudarte? ¿Acaso lo has olvidado? El Portal sólo puede abrirlo un hechicero muy poderoso acompañado por un clérigo verdadero. Por eso es por lo que tu tío necesitaba a lady Crysania...

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