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La señora Weasley salió con Ginny, y el padre iba detrás, todavía muy impresionado.

—¿Sabes, Minerva? —dijo pensativamente el profesor Dumbledore a la profesora McGonagall—, creo que esto se merece un buen banquete. ¿Te puedo pedir que vayas a avisar a los de la cocina?

—Bien —dijo resueltamente la profesora McGonagall, encaminándose también hacia la puerta—, te dejaré para que ajustes cuentas con Potter y Weasley.

—Eso es —dijo Dumbledore.

Salió, y Harry y Ron miraron a Dumbledore dubitativos. ¿Qué había querido decir exactamente la profesora McGonagall con aquello de «ajustar cuentas»? ¿Acaso los iban a castigar?

—Creo recordar que os dije que tendría que expulsaros si volvíais a quebrantar alguna norma del colegio —dijo Dumbledore.

Ron abrió la boca horrorizado.

—Lo cual demuestra que todos tenemos que tragarnos nuestras palabras alguna vez

—prosiguió Dumbledore, sonriendo—. Recibiréis ambos el Premio por Servicios Especiales al Colegio y... veamos..., sí, creo que doscientos puntos para Gryffindor por cada uno.

Ron se puso tan sonrosado como las flores de San Valentín de Lockhart, y volvió a cerrar la boca.

—Pero hay alguien que parece que no dice nada sobre su participación en la peligrosa aventura —añadió Dumbledore—. ¿Por qué esa modestia, Gilderoy?

Harry dio un respingo. Se había olvidado por completo de Lockhart. Se volvió y vio que estaba en un rincón del despacho, con una vaga sonrisa en el rostro. Cuando Dumbledore se dirigió a él, Lockhart miró con indiferencia para ver quién le hablaba.

—Profesor Dumbledore —dijo Ron enseguida—, hubo un accidente en la Cámara de los Secretos. El profesor Lockhart..

—¿Soy profesor? —preguntó sorprendido—. ¡Dios mío! Supongo que seré un inútil, ¿no?

—... intentó hacer un embrujo desmemorizante y el tiro le salió por la culata

—explicó Ron a Dumbledore tranquilamente.

—Hay que ver —dijo Dumbledore, moviendo la cabeza de forma que le temblaba el largo bigote plateado—, ¡herido con su propia espada, Gilderoy!

—¿Espada? —dijo Lockhart con voz tenue—. No, no tengo espada. Pero este chico sí tiene una. —señaló a Harry—. Él se la podrá prestar.

—¿Te importaría llevar también al profesor Lockhart a la enfermería? —dijo Dumbledore a Ron—. Quisiera tener unas palabras con Harry.

Lockhart salió. Ron miró con curiosidad a Harry y Dumbledore mientras cerraba la puerta.

Dumbledore fue hacia una de las sillas que había junto al fuego.

—Siéntate, Harry —dijo, y Harry tomó asiento, incomprensiblemente azorado—.

Antes que nada, Harry, quiero darte las gracias —dijo Dumbledore, parpadeando de nuevo—. Debes de haber demostrado verdadera lealtad hacia mí en la cámara. Sólo eso puede hacer que acuda Fawkes.

Acarició al fénix, que agitaba las alas posado sobre una de sus rodillas. Harry sonrió con embarazo cuando Dumbledore lo miró directamente a los ojos.

—Así que has conocido a Tom Ryddle —dijo Dumbledore pensativo—. Imagino que tendría mucho interés en verte.

De pronto, Harry mencionó algo que le reconcomía:

—Profesor Dumbledore... Ryddle dijo que yo soy como él. Una extraña afinidad, dijo...

—¿De verdad? —preguntó Dumbledore, mirando a un Harry pensativo, por debajo de sus espesas cejas plateadas—. ¿Y a ti qué te parece, Harry?

—¡Me parece que no soy como él! —contestó Harry, más alto de lo que pretendía—. Quiero decir que yo..., yo soy de Gryffindor, yo soy...

Pero calló. Resurgía una duda que le acechaba.

—Profesor —añadió después de un instante—, el Sombrero Seleccionador me dijo que yo... haría un buen papel en Slytherin. Todos creyeron un tiempo que yo era el heredero de Slytherin, porque sé hablar pársel...

—Tú sabes hablar pársel, Harry —dijo tranquilamente Dumbledore—, porque lord Voldemort, que es el último descendiente de Salazar Slytherin, habla pársel. Si no estoy muy equivocado, él te transfirió algunos de sus poderes la noche en que te hizo esa cicatriz. No era su intención, seguro...

—¿Voldemort puso algo de él en mí? —preguntó Harry, atónito.

—Eso parece.

—Así que yo debería estar en Slytherin —dijo Harry, mirando con desesperación a Dumbledore—. El Sombrero Seleccionador distinguió en mí poderes de Slytherin y...

—Te puso en Gryffindor —dijo Dumbledore reposadamente—. Escúchame, Harry.

Resulta que tú tienes muchas de las cualidades que Slytherin apreciaba en sus alumnos, que eran cuidadosamente escogidos: su propio y rarísimo don, la lengua pársel..., inventiva..., determinación..., un cierto desdén por las normas —añadió, mientras le volvía a temblar el bigote—. Pero aun así, el sombrero te colocó en Gryffindor. Y tú sabes por qué. Piensa.

—Me colocó en Gryffindor —dijo Harry con voz de derrota— solamente porque yo le pedí no ir a Slytherin...

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