Harry hizo un ruido indefinido con la garganta y luego salió del aula a toda prisa, detrás de Ron y Hermione.
—Es increíble —dijo ella, mientras examinaban los tres la firma en el papel—. Ni siquiera ha mirado de qué libro se trataba.
—Porque es un completo imbécil —dijo Ron—. Pero ¿a quién le importa? Ya tenemos lo que necesitábamos.
—El no es un completo imbécil —chillé Hermione, mientras iban hacia la biblioteca a paso ligero.
—Ya, porque ha dicho que eres la mejor estudiante del curso...
Bajaron la voz al entrar en la envolvente quietud de la biblioteca.
La señora Pince, la bibliotecaria, era una mujer delgada e irascible que parecía un buitre mal alimentado.
—
—Desearía poder guardarla —dijo la chica, aguantando la respiración.
—Venga —dijo Ron, arrancándole la nota y entregándola a la señora Pince—. Te conseguiremos otro autógrafo. Lockhart firmará cualquier cosa que se esté quieta el tiempo suficiente.
La señora Pince levantó el papel a la luz, como dispuesta a detectar una posible falsificación, pero la nota pasó la prueba. Caminó orgullosamente por entre las elevadas estanterías y regresó unos minutos después llevando con ella un libro grande de aspecto mohoso. Hermione se lo metió en la bolsa con mucho cuidado, e intentó no caminar demasiado rápido ni parecer demasiado culpable.
Cinco minutos después, se encontraban de nuevo refugiados en los aseos fuera de servicio de Myrtle
Hermione abrió con cuidado el
—¡Aquí está! —dijo Hermione emocionada, al dar con la página que llevaba por título
»Ésta es la poción más complicada que he visto nunca —dijo Hermione, al mirar la receta—. Crisopos, sanguijuelas,
—Perdona —dijo Ron bruscamente—. ¿Qué quieres decir con «algo de aquel en quien queramos convertirnos»? Yo no me voy a beber nada que contenga las uñas de los pies de Crabbe.
Hermione continuó como si no lo hubiera oído.
—De momento, todavía no tenemos que preocuparnos porque esos ingredientes los echaremos al final.
Sin saber qué decir, Ron se volvió a Harry, que tenía otra preocupación.
—¿No te das cuenta de cuántas cosas vamos a tener que robar, Hermione? Piel de serpiente arbórea africana en tiras, desde luego eso no está en el armario de los estudiantes, ¿qué vamos a hacer? ¿Forzar los armarios privados de Snape? No sé si es buena idea...
Hermione cerró el libro con un ruido seco.
—Bueno, si vais a acobardaros los dos, pues vale —dijo. Tenía las mejillas coloradas y los ojos más brillantes de lo normal—. Yo no quiero saltarme las normas, ya lo sabéis, pero pienso que aterrorizar a los magos de familia
—No creí que fuera a verte nunca intentando persuadirnos de que incumplamos las normas —dijo Ron—. Está bien, lo haremos, pero nada de uñas de los pies, ¿vale?
—Pero ¿cuánto nos llevará hacerlo? —preguntó Harry, cuando Hermione, satisfecha, volvió a abrir el libro.
—Bueno, como hay que coger la