No sé si sabré cumplir con mis propósitos, de la misma forma que no supo mi madre, porque la condición humana es la del fracaso, porque sólo Dios no se equivoca, que decía el tango y tarareaba la tía Reme, porque nunca conseguimos todo aquello a lo que aspiramos y casi siempre lo que no hemos obtenido es aquello que más hemos deseado. En cualquier caso, Amanda, no habré sabido hacerlo mejor como tampoco supieron hacerlo mi padre ni mi madre, porque es imposible aislarse de lo irrevocable, de la realidad que hemos tocado y que nos ha tocado a su vez, pero te paso el testigo con determinación porque pienso que, en realidad, de nada sirve plantearse si merece o no la pena haber traído al mundo una nueva vida cuando ésta ya ha llegado, y es la misma vida, porque tú eres la vida: la vida es Una y, como dice la canción que te dio el nombre,
Y se ha manifestado a través de tu cuerpo.
ACLARACIONES Y AGRADECIMIENTOS
Según los psicólogos existen tres tipos de amor.
El primero es el que sentimos por nuestros padres y, en general, por las personas que nos proporcionan consuelo, afecto, seguridad, aceptación y refugio. Y nos hacen felices por eso. Así que quiero agradecerle a mi madre todo esto y mucho más, dedicándole este libro.
El segundo, el que sentimos por nuestros hijos y por las personas a las que podemos ofrecer semejantes bondades. Y también nos hacen felices porque nos hacen sentirnos útiles e importantes. Es obvio que este libro se lo dedico también a mi hija, por mucho que ahora no tenga edad para leerlo. Y a mis dos perros,
El tercero es el que se siente por una pareja estable. Este amor no tiene que ver con el romántico, que se da en la fase del enamoramiento, sino que es el que se experimenta en una pareja ya consolidada que ha superado la fase de idealización del otro, cuando se exaltan las fortalezas y virtudes del amado y se minimiza la importancia de sus defectos. Este amor implica un compromiso mutuo de seguridad y refugio, en el que cada uno da y recibe a la vez. Y por este motivo quiero incluir aquí a Jeff Robson.
Los desmemoriados psicólogos olvidaron reseñar un cuarto tipo de amor, que es el que uno siente por sus amigos. Pero yo no lo olvido, y por eso quiero incluir en este apartado a mucha otra gente que me ha dado afecto y comprensión cuando lo he necesitado:
A Mercedes Castro, sin cuyas sugerencias y opiniones este libro no sería el que ahora es, porque habría resultado, sin el menor género de dudas, mucho, muchísimo peor, y sin cuyos consejos esta autora sería aún más inaguantable de lo que a veces ya es.
A Juan Pedro López Agulló, que me llevó a conocer Elche.
A Antonio, a Antonio Jr. y a María José Magraner, que me contaron todo lo relativo a la Partida del Saladar de Benidorm.
A Eva, a Alessia, a Inma, a Magda, a Lola, a Luis, a Marta, a Ángela, a Javier, a Sabela, a Anna, a Ana, a Germán, a Hilka, a Gemma, a Joana, a Julie, a Lluvia, a Iñaki, a Bernat, a los Jotas, a las Sonias, a las Pilares, a las Silvias, a Natalia, a Olga, a Juan y Vicente, a Pedro y Toño, a Alfonso y Héctor, a Alfonso y Jaime, a Beatriz, a Noelia, a Auxi, a Joseba y a…, todos los demás. Vosotr@s ya sabéis quiénes sois.
Agradecer también la participación de los votantes de la encuesta realizada vía SMS y en la que se decidió el título definitivo del libro:
Le tengo que agradecer a Gregg Alexander, líder del grupo New Radicals, el haberme proporcionado una banda sonora y un mantra durante el tiempo en el que estuve redactando el primer borrador de esta novela, cuando no podía dejar de tararear esta canción: