Читаем Zulú полностью

Neuman encontró pósters de mujeres desnudas en las paredes llenas de grietas, un camping gas para las latas de conserva, botellas de cerveza vacías y un cadáver en cada litera. Eran todos miembros de la banda de los americanos. Otros yacían en el suelo, con la cabeza inclinada y la nariz en los charcos de alcohol que cubrían el suelo. Veintidós cadáveres, todos ejecutados de un balazo en la cabeza. Se habían cargado incluso a la shebeen queen -Neuman encontró su cuerpo detrás de la barra, entre botellas vacías y colillas de porro…-. Habían borrado del mapa a la banda de los americanos: todos sus miembros habían sido abatidos durante su sueño étnico, antes de cortarles la lengua.

Mzala no estaba entre las víctimas.

Neuman apretó con fuerza los bloques de marfil de sus mandíbulas: se lo robaban todo, hasta la muerte.

Dejó que los agentes llamaran a las ambulancias y salió sin decir una palabra.

Una pequeña multitud silenciosa se había apiñado delante del Marabi. Ali no quería pensar, aún no. Cogió su coche, sordo al estruendo de las sirenas de la policía, y condujo hacia Lengezi. Unas mujeres caminaban por la carretera, con un cesto o una palangana de plástico en la mano. Khayelitsha despertaba despacio. Aminoró la velocidad al pasar delante de la casa de su madre y se detuvo sin darse cuenta. El seto estaba podado, y las persianas, abiertas. Ali cerró los ojos para respirar y sintió rugir la ira en su interior. El monstruo en lo más hondo de sí mismo despertaba. Zwelithini. No dormiría. Ya no dormiría nunca más…

La señal de su móvil resonó en su bolsillo, qué absurdo. Neuman vio el sms de Zina y se le encogió aún más el corazón: «Nos vemos a las 8 en el Boulder National Park… XXX kiss…».

Se le llenaron los ojos de lágrimas. Levantó la cabeza y vio la casa de su madre al otro lado del parabrisas, el sol acariciaba ya las persianas. Unos niños jugaban en la calle, con sus cochecitos de alambre… Neuman abrió la puerta del coche y vomitó sobre el seto el desayuno que no había tomado.


***


Las sirenas de policía ante la iglesia, la ambulancia, los agentes dispersando a los últimos curiosos, Myriam sollozando al pie de la escalinata, Neuman atravesó la realidad desolada con los ojos de otro.

Dos constables custodiaban el acceso a la iglesia. Neuman pasó delante de ellos sin verlos. El sacerdote metodista estaba en la entrada, era un hombre de pelo corto y entrecano, en sus ojos bailaban las llamas vacilantes de las velas. Con un gesto, Neuman le ordenó que se callara. Primero quería ver al forense.

Rajan trabajaba en el Hospital de la Cruz Roja de Khayelitsha, era un hombre canijo de origen indio al que Neuman había visto un par de veces en su vida. Rajan lo saludó, con una mezcla de apuro y compasión. Según sus primeras conclusiones, el crimen había tenido lugar en la iglesia, hacia las nueve de la noche. La lengua había sido seccionada, probablemente con un cuchillo, pero el causante de la muerte parecía ser un radio de bicicleta afilado, clavado en el corazón.

La ejecución favorita en Soweto, en los tiempos en que vigilantes y comrades ajustaban cuentas con el pretexto de la His toria… El horror pugnaba por hacerle perder pie, pero Neuman se movía lejos del suelo, en territorio zulú, donde enterraría a su madre junto a su esposo, cuando todo hubiera terminado…

En la iglesia reinaba un silencio helado, alterado apenas por el murmullo de la multitud congregada fuera. Los enfermeros esperaban con la camilla junto al altar.

– ¿Podemos llevarnos el cuerpo?

Rajan esperaba una palabra de Neuman.

– Sí… Sí…

Ali miró a su madre por última vez, y ésta desapareció bajo la cremallera de una bolsa de plástico.

– Sé que no lo consuela -murmuró el forense-, pero si en algo puede aplacar su tormento, parece que la lengua se seccionó post mórtem…

Ali no dijo nada. Tenía demasiadas culebras en la boca. La Historia no se repetía, tartamudeaba… Neuman se dirigió al sacerdote, que aguardaba junto a la columna.

– Mi madre tenía una cita con su asistenta -dijo, envolviéndolo con su sombra-. ¿Dónde está?

– ¿Sonia? Pues… en su casa, me imagino… Hay una casita anexa a la iglesia: allí es donde duerme…

– Enséñemela.

El sacerdote sudaba pese al frescor de la mañana. Salieron por una puerta disimulada.

La pequeña parcela de tierra al amparo del edificio pertenecía a la congregación. En ella habían plantado varias hileras de batatas, zanahorias y lechugas con las que la asistenta preparaba las sopas para los desheredados… Neuman abrió la puerta de su casita. Hacía ya calor bajo el tejado de chapa ondulada. En la habitación flotaba un olor a sudor mezclado con otro, penetrante, a sangre. Una joven negra yacía sobre un colchón. De su garganta cortada manaba un chorro de sangre negruzca.

– ¿Sonia?

Перейти на страницу:

Похожие книги

Секреты Лилии
Секреты Лилии

1951 год. Юная Лили заключает сделку с ведьмой, чтобы спасти мать, и обрекает себя на проклятье. Теперь она не имеет права на любовь. Проходят годы, и жизнь сталкивает девушку с Натаном. Она влюбляется в странного замкнутого парня, у которого тоже немало тайн. Лили понимает, что их любовь невозможна, но решает пойти наперекор судьбе, однако проклятье никуда не делось…Шестьдесят лет спустя Руслана получает в наследство дом от двоюродного деда Натана, которого она никогда не видела. Ее начинают преследовать странные голоса и видения, а по ночам дом нашептывает свою трагическую историю, которую Руслана бессознательно набирает на старой печатной машинке. Приподняв покров многолетнего молчания, она вытягивает на свет страшные фамильные тайны и раскрывает не только чужие, но и свои секреты…

Анастасия Сергеевна Румянцева , Нана Рай

Фантастика / Триллер / Исторические любовные романы / Мистика / Романы
Eagle Station
Eagle Station

In this thrilling geopolitical adventure from New York Times bestselling legend Dale Brown, Brad McLanahan and the Space Force must fight to preserve America's freedom when ruthless enemies forge an unlikely alliance to control not only the earth, but the moon and beyond.Because its enemies never stop trying to undermine the United States' security, the men and women who serve to protect America must always be vigilant. Few know this better than warriors Brad McLanahan and Nadia Rozek. Newly married, the two are just beginning to settle into their new life together when they are called back into action.Though the Russians were badly defeated by Brad and the Iron Wolf Squadron in their previous bid for world dominance, they are back and doubling down on their quest for control of outer space. In addition to their cutting-edge weaponry, they have a formidable new ally: China's energetic and ruthless leader, President Li Jun.To protect America and the rest of the free world from the Russians and the Chinese, the Americans plan to mine the moon's helium-3 resources, which will allow them to fully exploit the revolutionary fusion power technology Brad and his team captured from the Russians aboard the Mars One weapons platform.But Leonov and Li have devised a daring plan of their own. They are building a joint secret base on the moon's far side fortified with a powerful Russian plasma rail gun that can destroy any spacecraft entering lunar orbit. If the heavily armed base becomes operational, it will give America's enemies control over the world's economic and military future.As this latest skirmish in the war for space accelerates, Brad, Nadia, and their compatriots in the Space Force must use their cunning and skill — and America's own high-tech weaponry — to derail the Sino-Russian alliance and destroy their lunar site before it's too late for the U.S.… and the entire world.

Дейл Браун

Триллер