Читаем Zulú полностью

La chica había cogido un objeto de la mesita, que manejaba con una habilidad casi clínica; al final del insomnio, se dejó penetrar.

9

Madera cara, hormigón tintado, ventanales de aluminio, paredes de cristal, las casas construidas en la colina frondosa de Llandudno eran todas obra de arquitectos destacados. Tony Montgomery había vuelto de Osaka vía Tokio y Dubai. El cantante había anulado la gira de galas que, después de Asia, debía llevarlo a Europa y Estados Unidos, cortando en seco la campaña de promoción de su último álbum (A Love Forever, la discográfica no se había estrujado mucho la cabeza).

Montgomery era el tipo de cincuentón que preconizaban las revistas masculinas, llevaba una vida de VIP recorriendo la aldea global, y tenía unas manos bonitas y cuidadas, unas manos que, esa mañana, no sabían estarse quietas. Stevens, su guardaespaldas y chófer, lo había avisado de la visita de un oficial de policía, un tipo alto y despeinado al que el cantante apenas prestó atención. Epkeen lo encontró junto a su piscina, envuelto en un quimono de seda que le llegaba hasta los muslos bronceados, presa de la confusión más absoluta. Montgomery acababa de llegar de la morgue, donde había identificado a su hija, y un torpor macabro mantenía su vista fija en el océano, desde la terraza de su villa. El hecho de no haber visto a Kate desde hacía cuatro meses terminaba de aniquilarlo. Tony Montgomery apenas pisaba Sudáfrica, ya que sus giras mundiales se sucedían unas a otras; tanto es así que no tenían, por decirlo de alguna manera, ningún amigo o conocido en común…

Epkeen metió la mano en el agua de la piscina para refrescarse un poco y la mitad fue a parar a su libreta. Había interrogado a los allegados de Kate: su tía, una excéntrica vestida de Prada que estaba como en otro mundo, Sylvia, una antigua amiga drogadicta, el equipo de rodaje, que no sabía nada, vecinos que no habían visto nada, otra gente a la que la muerte de Kate traía sin cuidado…

– ¿Cómo es que la madre de Kate no ha dado señales de vida? -quiso saber.

– Nunca se ha interesado por su hija…

– ¿Hasta ese punto?

– Helen vive en Londres desde hace años -explicó Montgomery-. Nos separamos nada más nacer Kate.

– ¿Y la custodia se la dieron a usted?

– Sí.

– ¿Pese a todas sus giras? -fingió extrañarse Epkeen.

– Por aquel entonces yo no era famoso.

– ¿Quiere decir que Kate fue abandonada por su madre?

– De alguna manera, sí.

El afrikáner asintió: eso explicaba bastantes cosas…

– ¿Sabe si su hija se drogaba?

– Bah… Me imagino que Kate tomaría de vez en cuando algo de cocaína para divertirse, como todos los jóvenes de su entorno… Por desgracia no puedo informarle mucho al respecto.

– ¿De qué solían hablar Kate y usted?

– Sobre todo de su trabajo… El estilismo marchaba bien.

Habría dicho lo mismo del mercado del plátano.

– ¿Le presentaba usted gente?

– No. Kate sabía apañárselas sola.

– ¿Tenía usted amigas o amantes con las que su hija pudiera haber tenido una relación más estrecha?

– Es de notoriedad pública que soy homosexual.

– Pues sí que tiene usted suerte… ¿Entonces no conoce a nadie que pueda darme información sobre su hija?

– Desgraciadamente, no.

– ¿Y le hablaba a usted de sus novios, sus ligues?

– Kate sentía pudor conmigo -contestó su padre-. Me parece que los chicos no le interesaban mucho…

Epkeen encendió un cigarrillo.

– Pensamos que su hija ha sido víctima de un asesino en serie -dijo-, un zulú que posiblemente pertenezca a alguna banda organizada del township. Debajo de todo eso hay una historia de tráfico de drogas. Alguna persona ha debido de servir de intermediario, o de cómplice…

– Mi hija no es una delincuente -afirmó Montgomery-, si es eso lo que insinúa.

– Eso mismo decía Stewart Wiese de su hija… ¿Lo conoce?

– ¿A Stewart Wiese? Sí, coincidí con él una vez, hace años, después de la victoria en el campeonato del mundo…

Las dos chicas no se conocían, Epkeen ya lo había comprobado.

– ¿No hay ninguna razón para que alguien tenga algo contra usted o contra Wiese?

– ¿Quitando el hecho de que seamos famosos?

– Quiero su opinión, no la de la prensa sensacionalista.

– No… -Montgomery sacudió su cabello, peinado de peluquería-. Alguien puede ir detrás de mi dinero, pero no de Kate. Kate es inocente. Era una chica normal y corriente por completo.

– Su hija estuvo ingresada en una clínica -comentó Epkeen-: tres meses, según consta en los ficheros de la institución. Una primera vez cuando tenía dieciséis años, y otra a los dieciocho.

Montgomery recuperó el color.

– Eso pertenece al pasado -contestó.

– ¿Una cura de desintoxicación?

– No, una cura de reposo.

– ¿Tan cansado está uno a los dieciséis años?

– Las crisis de adolescencia, ¿no sabe nada de eso? De todas maneras, eso fue hace mucho tiempo -se irritó-. Y no veo qué relación puede tener con el asesinato de mi hija.

El cantante no estaba acostumbrado a que le hablaran con ese tono. Estaba rodeado de gente que se pasaba el día recordándole lo fantástico que era.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Секреты Лилии
Секреты Лилии

1951 год. Юная Лили заключает сделку с ведьмой, чтобы спасти мать, и обрекает себя на проклятье. Теперь она не имеет права на любовь. Проходят годы, и жизнь сталкивает девушку с Натаном. Она влюбляется в странного замкнутого парня, у которого тоже немало тайн. Лили понимает, что их любовь невозможна, но решает пойти наперекор судьбе, однако проклятье никуда не делось…Шестьдесят лет спустя Руслана получает в наследство дом от двоюродного деда Натана, которого она никогда не видела. Ее начинают преследовать странные голоса и видения, а по ночам дом нашептывает свою трагическую историю, которую Руслана бессознательно набирает на старой печатной машинке. Приподняв покров многолетнего молчания, она вытягивает на свет страшные фамильные тайны и раскрывает не только чужие, но и свои секреты…

Анастасия Сергеевна Румянцева , Нана Рай

Фантастика / Триллер / Исторические любовные романы / Мистика / Романы
Eagle Station
Eagle Station

In this thrilling geopolitical adventure from New York Times bestselling legend Dale Brown, Brad McLanahan and the Space Force must fight to preserve America's freedom when ruthless enemies forge an unlikely alliance to control not only the earth, but the moon and beyond.Because its enemies never stop trying to undermine the United States' security, the men and women who serve to protect America must always be vigilant. Few know this better than warriors Brad McLanahan and Nadia Rozek. Newly married, the two are just beginning to settle into their new life together when they are called back into action.Though the Russians were badly defeated by Brad and the Iron Wolf Squadron in their previous bid for world dominance, they are back and doubling down on their quest for control of outer space. In addition to their cutting-edge weaponry, they have a formidable new ally: China's energetic and ruthless leader, President Li Jun.To protect America and the rest of the free world from the Russians and the Chinese, the Americans plan to mine the moon's helium-3 resources, which will allow them to fully exploit the revolutionary fusion power technology Brad and his team captured from the Russians aboard the Mars One weapons platform.But Leonov and Li have devised a daring plan of their own. They are building a joint secret base on the moon's far side fortified with a powerful Russian plasma rail gun that can destroy any spacecraft entering lunar orbit. If the heavily armed base becomes operational, it will give America's enemies control over the world's economic and military future.As this latest skirmish in the war for space accelerates, Brad, Nadia, and their compatriots in the Space Force must use their cunning and skill — and America's own high-tech weaponry — to derail the Sino-Russian alliance and destroy their lunar site before it's too late for the U.S.… and the entire world.

Дейл Браун

Триллер