Читаем 2666 полностью

Otros es posible que se hubieran acostado con alumnas. Ellos, que temían enamorarse o que temían dejar de amar a Norton, se decidieron por las putas.

En París, Pelletier las buscaba a través de Internet y sus resultados casi siempre fueron óptimos. En Madrid, Espinoza las encontraba leyendo los anuncios de relax de El País, que al menos en este punto le daba un servicio fiable y práctico, no como el suplemento cultural, en donde no se hablaba casi nunca de Archimboldi, y en donde campeaban héroes portugueses, igual que sucedía en el suplemento cultural del ABC.

– Ay -se quejaba Espinoza en sus conversaciones con Pelletier, buscando acaso algún consuelo-, en España siempre hemos sido provincianos.

– Es verdad -le contestaba Pelletier tras reflexionar su respuesta exactamente dos segundos.

En la singladura de las putas, por otra parte, tampoco salieron indemnes.

Pelletier conoció a una chica llamada Vanessa. Estaba casada y tenía un hijo. A veces se pasaba semanas enteras sin verlos.

Según ella, su marido era un santo. Tenía algunos defectos, por ejemplo era árabe, marroquí concretamente, y también era flojo, pero en líneas generales, según Vanessa, se trataba de un tipo con buen rollo, que casi nunca se enojaba por nada y que cuando lo hacía, al contrario que el resto de los hombres, no se ponía violento ni mal educado sino melancólico, triste, apesadumbrado ante un mundo que de pronto se le revelaba demasiado grande e incomprensible. Cuando Pelletier le preguntó si el árabe sabía que hacía de puta, Vanessa dijo que sí, que lo sabía pero que no le importaba pues creía en la libertad de los individuos.

– Entonces es tu chulo -le dijo Pelletier.

Ante esta afirmación Vanessa contestó que era posible, que bien mirado sí era su chulo, pero un chulo distinto del resto de los chulos, que solían exigir demasiado de sus mujeres. El marroquí no le exigía nada. Había épocas, dijo Vanessa, en que ella también entraba en una suerte de pereza consuetudinaria, de languidez permanente, y entonces los tres pasaban apreturas económicas. El marroquí, durante aquellos días, se conformaba con lo que había y procuraba, con poca fortuna, realizar chapuzas que les permitían a los tres ir tirando. Era musulmán y a veces rezaba inclinado hacia La Meca, pero no cabía duda de que se trataba de un musulmán distinto. Según él Alá lo permitía todo o casi todo. Que alguien, conscientemente, le hiciera daño a un niño, eso no lo permitía. Que alguien abusara de un niño, que matara a un niño, que abandonara un niño a una muerte cierta, eso estaba prohibido. Todo lo demás era relativo y a la postre admitido.

En cierta ocasión, le contó Vanessa a Pelletier, viajaron a España. Ella, su hijo y el marroquí. En Barcelona se encontraron con el hermano pequeño del marroquí, que vivía con otra francesa, una chica gorda y alta. Eran músicos, le dijo el marroquí a Vanessa, pero lo cierto es que eran mendigos. Nunca como durante aquellos días vio al marroquí más feliz. Siempre se estaba riendo y contando historias y no se cansaba de caminar por los barrios de Barcelona, hasta llegar al extrarradio o a las montañas desde donde se veía toda la ciudad y el esplendor del Mediterráneo. Nunca, según Vanessa, había visto a un tipo con mayor vitalidad. Niños así de vitales sí que había visto. No muchos, pero unos cuantos. Pero adultos ninguno.

Cuando Pelletier le preguntó a Vanessa si su hijo era también hijo del marroquí la puta le respondió que no, y algo en su respuesta denotaba que la pregunta a ella le parecía ofensiva o hiriente, como una manera de menospreciar a su hijo. Éste era blanco, casi rubio, dijo, y había cumplido seis años cuando ella, si mal no recordaba, conoció al marroquí. En una época terrible de mi vida, dijo sin entrar en detalles. La aparición del marroquí tampoco podía denominarse una aparición providencial.

Para ella, cuando lo conoció, era una mala época, pero él, literalmente, era un muerto de hambre.

A Pelletier le gustaba Vanessa y se vieron varias veces. Era una chica joven y alta, de nariz recta, como una griega, y mirada acerada y arrogante. Su desdén por la cultura, sobre todo por la cultura libresca, tenía un algo de liceano, algo en donde se mezclaban la inocencia y la elegancia, algo que concentraba, según creía Pelletier, lo inmaculado en grado tal que Vanessa podía permitirse el lujo de decir cualquier tipo de barbaridad sin que nadie se lo tuviera en cuenta. Una noche, después de hacer el amor, Pelletier se levantó desnudo y buscó entre sus libros una novela de Archimboldi. Después de dudar un rato se decidió por La máscara de cuero, pensando que Vanessa, con suerte, podía leerla como una novela de terror, podía sentirse atraída por la parte siniestra del libro. A ella, al principio, le sorprendió el regalo y después la emocionó, pues estaba acostumbrada a que sus clientes le regalaran ropa o zapatos o lencería.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Презумпция невиновности
Презумпция невиновности

Я так давно изменяю жене, что даже забыл, когда был верен. Мы уже несколько лет играем в игру, где я делаю вид, что не изменяю, а Ира - что верит в это. Возможно, потому что не может доказать. Или не хочет, ведь так ей живется проще. И ни один из нас не думает о разводе. Во всяком случае, пока…Но что, если однажды моей жене надоест эта игра? Что, если она поставит ультиматум, и мне придется выбирать между семьей и отношениями на стороне?____Я понимаю, что книга вызовет массу эмоций, и далеко не радужных. Прошу не опускаться до прямого оскорбления героев или автора. Давайте насладимся историей и подискутируем на тему измен.ВАЖНО! Автор никогда не оправдывает измены и не поддерживает изменщиков. Но в этой книге мы посмотрим на ситуацию и с их стороны.

Анатолий Григорьевич Мацаков , Ева Львова , Екатерина Орлова , Николай Петрович Шмелев , Скотт Туроу

Детективы / Триллер / Самиздат, сетевая литература / Прочие Детективы / Триллеры
500
500

Майк Форд пошел по стопам своего отца — грабителя из высшей лиги преступного мира.Пошел — но вовремя остановился.Теперь он окончил юридическую школу Гарвардского университета и был приглашен работать в «Группу Дэвиса» — самую влиятельную консалтинговую фирму Вашингтона. Он расквитался с долгами, водит компанию с крупнейшими воротилами бизнеса и политики, а то, что начиналось как служебный роман, обернулось настоящей любовью. В чем же загвоздка? В том, что, даже работая на законодателей, ты не можешь быть уверен, что работаешь законно. В том, что Генри Дэвис — имеющий свои ходы к 500 самым влиятельным людям в американской политике и экономике, к людям, определяющим судьбы всей страны, а то и мира, — не привык слышать слово «нет». В том, что угрызения совести — не аргумент, когда за тобой стоит сам дьявол.

Мэтью Квирк

Детективы / Триллер / Триллеры
Девушка во льду
Девушка во льду

В озере одного из парков Лондона, под слоем льда, найдено тело женщины. За расследование берется детектив Эрика Фостер. У жертвы, молодой светской львицы, была, казалось, идеальная жизнь. Но Эрика обнаруживает, что это преступление ведет к трем девушкам, которые были ранее найдены задушенными и связанными в водоемах Лондона.Что это – совпадение или дело рук серийного маньяка? Пока Эрика ведет дело, к ней самой все ближе и ближе подбирается безжалостный убийца. К тому же ее карьера висит на волоске – на последнем расследовании, которое возглавляла Эрика, погибли ее муж и часть команды, – и она должна сражаться не только со своими личными демонами, но и с убийцей, более опасным, чем все, с кем она сталкивалась раньше. Сумеет ли она добраться до него прежде, чем он нанесет новый удар? И кто тот, кто за ней следит?

Роберт Брындза

Детективы / Триллер / Прочие Детективы