Del mismo modo que las riadas pasadas no se habían olvidado de la intelectualidad, tampoco ahora se olvidaban de ella. Bastaba una denuncia estudiantil (hace ya tiempo que no suena chocante la unión de estas dos palabras) diciendo que en el instituto superior el profesor cita cada vez más a Lenin y a Marx pero nunca a Stalín, para que éste falte a la clase siguiente. ¿Y si un profesor
Pisando los talones a las riadas principales venía un torrente peculiar:
¡Montones de víctimas! ¡Cúmulos de víctimas! Un ataque frontal del NKVD sobre la ciudad: en una misma oleada, a S.P. Matvéyeva le arrestaron al marido y a tres hermanos, aunque por «causas» distintas (de los cuatro, tres no volvieron jamás).
—a un técnico electricista se le rompió en su sector un cable de alta tensión. Artículo 58-7, veinte años;
—el obrero Nóvikov, de Perm, fue acusado de preparar la voladura del puente sobre el Kama;
—Yuzhakov (también de Perm) fue arrestado durante el día, y por la noche fueron por su esposa. Le mostraron una lista de personas exigiéndole que firmara que todas ellas acudían a su casa para mantener reuniones menchevique-eséristas (como es natural, no las había habido). A cambio le prometieron que le permitirían reunirse con los tres hijos que le quedaban. Ella firmó, causó la perdición de todos, y por supuesto continuó en la cárcel;
—Nadezhda Yudiónich fue arrestada por su apellido. A decir verdad, nueve meses después se aclaró que no era pariente del general y la soltaron (bueno, eso es lo de menos: entretanto su madre había muerto del disgusto);
—en Stáraya Russa estaban proyectando la película
—los hermanos Borushko (Pável, Iván y Stepán), que siendo niños habían venido en 1930 de Polonia, para vivir con sus familiares. Ahora, ya mozos, los condenaron a diez años por PSh (sospecha de espionaje);
—la conductora de un tranvía de Krasnodar volvía del depósito a pie, bien entrada la noche. Para su desgracia, en los arrabales pasó junto a un camión atascado alrededor del cual se agitaban unos hombres. Resultó que estaba lleno de cadáveres, los brazos y las piernas asomaban por debajo de la lona. Tomaron su apellido y al día siguiente la arrestaron. El juez de instrucción le preguntó qué había visto. Fue sincera y lo dijo todo (la selección de Darwin). Agitación antisoviética, 10 años;
—un fontanero desconectaba el radio-altavoz de su habitación
[52]siempre que retransmitían una de las interminables cartas de Stalin. (¿Quién las recuerda? ¡Durante horas, a diario, en-sordecedoramente iguales! Lo más probable es que las recuerde muy bien el locutor Levitán: las leía con voz afectada, con mucho sentimiento.) Un vecino lo denunció (¿Dónde estará ahora ese vecino?): SVE, elemento socialmente peligroso, ocho años;