Читаем Canticos de la lejana Tierra полностью

A Loren no le sorprendió el aplauso que se fue intensificando poco a poco. La pregunta más interesante era: ¿quién no se había sumado a él? Por lo que podía ver, el público estaba dividido en dos grupos casi iguales. Naturalmente, algunas personas podían estar aplaudiendo porque admiraban su eficaz presentación, y no necesariamente porque estuvieran de acuerdo con el orador.

— Gracias, teniente Elgar — dijo Kaldor, presidente de la reunión—. Agradecemos muy especialmente su brevedad. ¿Alguien desea expresar ahora la opinión contraria?

Hubo una cierta agitación incómoda, seguida de un profundo silencio. Durante un minuto al menos, no sucedió nada. Luego, empezaron a parecer unas letras en la pantalla.


002 ¿QUIERE EL CAPITÁN HACER PÚBLICA SU ULTIMA ESTIMACION DE LAS PROBABILIDADES DE ÉXITO DE LA MISION, POR FAVOR?

003 ¿POR QUÉ NO REANIMAMOS A UNA CANTIDAD REPRESENTATIVA DE DURMIENTES PARA SABER SU OPINION?

004 ¿POR QUÉ NO PREGUNTAMOS A LOS THALASSANOS QUÉ PIENSAN ELLOS? SE TRATA DE SU MUNDO.


Con absoluto secreto y neutralidad, el ordenador almacenó y enumeró las propuestas de los miembros del Consejo. En dos milenios, nadie había sido capaz de inventar una manera mejor de recoger las opiniones de un grupo y obtener un consenso. En toda la nave — y en Thalassa—hombres y mujeres tecleaban mensajes en los siete botones de sus pequeños teclados manuales. La primera habilidad que aprendía un niño era, quizá, la de escribir al tacto todas las combinaciones necesarias sin siquiera pensar en ellas.

Loren paseó la mirada por los presentes y le divirtió notar que casi todos tenían las dos manos a la vista. No pudo ver a nadie con la típica mirada lejana, indicando que se estaba transmitiendo un mensaje privado a través de un teclado oculto. Pero, de algún modo, mucha gente estaba hablando.


015 PODRIAMOS LLEGAR A UN COMPROMISO. TAL VEZ ALGUNOS DE NOSOTROS PREFIERAN QUEDARSE. LA NAVE PODRIA PROSEGUIR SU CAMINO.


Kaldor volvió a pedir atención.

—Ésa no es la resolución que estamos discutiendo—dijo—, pero se admite.

— Para contestar a cero cero dos — dijo el capitán Bey, recordando apenas a tiempo que el presidente tenía que concederle la palabra con un gesto de cabeza afirmativo—, la cifra es noventa y ocho por ciento. No me sorprendería que nuestras posibilidades de llegar a Sagan Dos fueran mayores que las de las Islas Norte o Sur de permanecer sobre el nivel del mar.


021 ADEMÁS DE KRAKAN, ANTE EL QUE NO PUEDEN HACER MUCHO, LOS THALASSANOS NO TIENEN PLANTEADOS GRANDES RETOS. TAL VEZ TENDRIAMOS QUE DEJARLES ALGUNOS. KNR.


« Ése era, veamos claro: Kingsley Rasmussen. Obviamente, no tenía ninguna intención de permanecer en el anonimato. Expresaba una idea que, en un momento u otro, se les había ocurrido a casi todos.

022 YA HEMOS SUGERIDO QUE RECONSTRUYAN LA ANTENA ESPACIAL DE GRAN POTENCIA SOBRE KRAKAN, PARA MANTENER EL CONTACTO CON NOSOTROS. RMM.

023 UNA LABOR DE DIEZ AÑOS A LO SUMO.

KNR.


— Caballeros — dijo Kaldor algo impaciente—, nos estamos apartando del tema.

« ¿Tengo yo algo que aportar? — se preguntó Loren—. No, me mantendré apartado de este debate; puedo distinguir demasiados bandos. Tarde o temprano, tendré que elegir entre el deber y la felicidad. Pero aún no.. »

Después de que no apareciera nada más en la pantalla durante dos largos minutos, Kaldor dijo:

— Estoy muy sorprendido de que nadie tenga nada más que decir sobre un asunto tan importante.

Esperanzado, aguardó un minuto más.

— Muy bien. Tal vez deseen continuar la discusión de un modo informal. No realizaremos ahora una votación, sino que durante las próximas cuarenta y ocho horas podrán emitir su opinión de la manera habitual. Gracias.

Lanzó una mirada al capitán Bey, quien se puso de pie con una rapidez que revelaba su evidente alivio.

— Gracias, doctor Kaldor. El Consejo de la nave ha terminado.

Luego miró ansiosamente a Kaldor, quien contemplaba la pantalla como si fuera la primera vez que la veía.

—¿Se encuentra bien, doctor?

— Lo siento, capitán; estoy perfectamente. Acabo de recordar algo importante; eso es todo.

Así era. Por milésima vez, como mínimo, se maravilló del funcionamiento laberíntico de la mente subconsciente.

La propuesta 021 lo había hecho. « Los thalassanos no tienen planteados grandes retos. »

Ahora sabía por qué había soñado con el Kilimanjaro.


39. El leopardo de las nieves


Lo siento, Evelyn: han pasado muchos días desde que hablé contigo por última vez. ¿Significa esto que tu imagen se desvanece en mi mente a medida que el futuro me absorbe más y más energías y atención?

Supongo que así es, y lógicamente debería congratularme. Aferrarse en demasía al pasado es una enfermedad, como tú solías recordarme. Pero en mi corazón aún no puedo aceptar esta amarga verdad.

Han sucedido muchas cosas en las últimas semanas. La nave ha sido infectada con lo que llamo « el síndrome de la Bounty ». Debimos haberlo previsto… y, de hecho, lo hicimos, mas sólo como una broma. Ahora es algo grave aunque, por ahora, no demasiado. Eso espero.

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