—Ésa es una traducción libre. Mi… ¿cómo debería decir? ¿Mi prima? Mi prima es más cortés que eso.
—Digamos socia más antigua —respondió Nicky—. No existe una traducción adecuada.
Se sentaron: Nicholas detrás de Anna y a un lado, y las dos mujeres frente a ella.
Tsai Ama Ul se inclinó hacia delante y habló:
—Ha pasado demasiado tiempo, y estamos dejando muchas cosas en manos de los hombres. No estoy segura de que sea una buena idea. La obligación de los hombres es buscar enemigos. Es posible que vean enemigos cuando éstos no están presentes. Sin duda forma parte de la naturaleza de los hombres pensar en el peligro que puede encerrar cualquier situación nueva, y cuando se encuentran con desconocidos buscan armas.
»Tal vez ésa no es la reacción adecuada, y aunque no cabe duda de que es responsabilidad de los hombres tratar con vuestros hombres, no es responsabilidad suya, y tampoco su derecho, tratar contigo.
»Voy a hacerte más preguntas sobre tu pueblo, Pérez Anna. Por favor, responde directamente. Temo que si no encontramos una forma de hablar entre nosotras, tendremos que aceptar las decisiones que los hombres tomen por suspicacia y temor.
Pasó las dos horas siguientes hablando, una vez más, de la vida en la Tierra.
La mujer delgada traducía la mayor parte de sus palabras. De vez en cuando Nicholas la corregía o discutían el significado de una palabra.
Finalmente, Tsai Ama Ul dijo:
—En mi opinión está claro que las viejas maneras de comprender el comportamiento no van a funcionar. Sois demasiado distintas.
»Pensé que no tendría problemas. Soy erudita y he estudiado vuestra cultura. Pero debo confesar que me siento incómoda y tal vez temerosa. —Hizo una pausa y agregó algo rápidamente—. La mujer de Tsai Ama dice que no son las armas lo que la atemoriza. Quiere que lo entiendas. Nuestros hombres nos han dicho que pueden enfrentarse a la violencia de los hombres humanos.
»Pero una cosa es conocer las rarezas desde la distancia, y otra tenerlas delante de los ojos.
La traductora terminó de hablar y Tsai Ama guardó silencio. Anna tuvo la impresión de que estaba reflexionando. Finalmente habló.
Esta vez fue Nick quien tradujo sus palabras.
—La mujer de Tsai Ama dice que por ahora tiene toda la información que puede asimilar. Necesita pensar. Debemos marcharnos.
Se pusieron de pie. Tsai Ama Ul alzó la mirada y habló por última vez. Nicholas rió al oírla, asintió y señaló la puerta. Anna salió delante de él.
Cuando estuvieron en el pasillo, Anna preguntó:
—¿De qué hablabais?
—¿Con Ul? Me estaba felicitando por comportarme de una forma medianamente decente.
—¿Es amiga tuya? Te ha llamado Nicky.
—Nos complementamos. A ella le interesa la humanidad. Le servimos de comparación o de control cuando reflexiona acerca de la historia de su propia gente.
Llegaron a la puerta de los aposentos de Anna. Ésta abrió con la palma. Nick se despidió y se marchó.
Anna entró y activó el holograma: un día soleado en Reed 1935-C. La bahía era azul y las colinas doradas. Unas nubes altas y delgadas se acercaban desde el mar. ¿Cómo se llamaba aquello? ¿Cielo aborregado? Sus criaturas no aparecían, pero vio aviones que sobrevolaban la estación y la colina del recinto. Las alas en abanico de los
Tenía que ser posible hacer una triple comparación entre los humanos, los
Pero eso no sería posible a menos que las negociaciones tuvieran éxito. Empezó a sentir una firme determinación. Había que lograr que las negociaciones prosperaran.
XII
En mi despacho había una nota. Gwarha se había ido a casa. Podía reunirme con él, si quería. Eso significaba que era una invitación, no una orden.
Me fui a casa y me lavé. Él no había cerrado por su lado la puerta que comunicaba nuestros aposentos. Tenía activado un holograma: un paisaje. La luz del sol surgía de un extremo de la habitación, y vi una pared tosca de piedra gris, alta y rota. En el suelo, delante de la pared, había fragmentos de roca; por una abertura se veían árboles de follaje cobrizo que temblaba con el viento.
Cubría la piedra una planta semejante a un liquen. Las manchas que formaba eran amarillas en su mayoría. Algunas, plateadas. Aquí y allá, algunos puntos y listas rojas.
Conocía el lugar. Había estado allí con Gwarha en una de nuestras visitas a su hogar. Se trataba de una antigua fortaleza que se