-Y mientras tanto qué comemos (а тем временем что будем есть) - preguntó la mujer.
-No sé (не знаю) - dijo el coronel -. Pero si nos fuéramos a morir de hambre ya nos hubiéramos muerto (но если бы нам [суждено] было умереть от голода уже умерли бы).
La mujer pensó efectivamente en su hijo.
«Esos malditos gallos fueron su perdición», gritó. «Si el tres de enero se hubiera quedado en la casa no lo hubiera sorprendido la mala hora.» Dirigió hacia la puerta un índice escuálido y exclamó:
-Me parece que lo estuviera viendo cuando salió con el gallo debajo del brazo. Le advertí que no fuera a buscar una mala hora en la gallera y él me mostró los dientes y me dijo: «Cállate, que esta tarde nos vamos a podrir de plata».
Cayó extenuada. El coronel la empujó suavemente hacia la almohada. Sus ojos tropezaron con otros ojos exactamente iguales a los suyos. «Trata de no moverte», dijo, sintiendo los silbidos dentro de sus propios pulmones. La mujer cayó en un sopor momentáneo. Cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos su respiración parecía más reposada.
-Es por la situación en que estamos – dijo -. Es pecado quitarnos el pan de la boca para echárselo a un gallo.
El coronel le secó la frente con la sábana.
-Nadie se muere en tres meses.
-Y mientras tanto qué comemos - preguntó la mujer.
-No sé - dijo el coronel -. Pero si nos fuéramos a morir de hambre ya nos hubiéramos muerto.
El gallo estaba perfectamente vivo (совершенно живой = в отличной форме) frente al tarro vacío (перед пустой миской). Cuando vio al coronel emitió un monólogo gutural (испустил гортанный монолог = заквохтал), casi humano, y echó la cabeza hacia atrás (и откинул голову назад). El le hizo una sonrisa de complicidad (он изобразил сострадательную улыбку):
-La vida es dura (жизнь жестка = жизнь тяжелая штука), camarada.
Salió a la calle. Vagó por el pueblo en siesta (побродил по деревне в сиесту), sin pensar en nada (не думая ни о чем), ni siquiera tratando de convencerse de que su problema no tenía solución (даже не пытаясь убедить себя что его проблема не имела решения). Anduvo por calles olvidadas (шагал по заброшенным улицам;
-¿Qué?
Ella respondió sin mirarlo (не смотря на него).
-Que podemos vender el reloj (продать часы).
El coronel había pensado en eso ([уже] думал об этом). «Estoy segura de que (уверена, что) Alvaro te da cuarenta pesos enseguida» (даст тебе сорок песо немедленно), dijo la mujer. «Fíjate la facilidad con que compró la máquina de coser (подумай о легкости с которой купил швейную машинку).»
Se refería al sastre para quien trabajó (умела ввиду портного на которого работал) Agustín.
-Se le puede hablar por la mañana (об этом с ним могу поговорить завтра) -admitió el coronel (заметил: «признал»).
-Nada de hablar por la mañana (нечего говорить завтра, никаких завтра) - precisó ella - (уточнила). Le llevas ahora mismo el reloj (отнесешь ему прямо сейчас часы), se lo pones en la mesa (положишь их на стол) y le dices: «Alvaro, aquí le traigo este reloj para que me lo compre» (сюда тебе принес эти часы, чтобы ты их у меня купил). El entenderá enseguida (он поймет сразу же).
El coronel se sintió desgraciado (несчастным).
-Es como andar cargando el santo sepulcro (это как идти нагруженным гробом Господним) – protestó -. Si me ven por la calle con semejante escaparate (если меня увидят на улице с подобной штукой;
Pero también esta vez (но также и в этот раз) su mujer lo convenció (его убедила). Ella misma descolgó el reloj (сняла часы), lo envolvió en periódicos (их завернула) y se lo puso entre las manos (и всунула ему в руки). «Aquí no vuelves sin los cuarenta pesos» (сюда не возвращайся без сорока песо), dijo. El coronel se dirigió a la sastrería con el envoltorio bajo el brazo (направился к портным со свертком под рукой). Encontró a los compañeros de Agustín (обнаружил) sentados a la puerta (сидящих у двери).
El gallo estaba perfectamente vivo frente al tarro vacío. Cuando vio al coronel emitió un monólogo gutural, casi humano, y echó la cabeza hacia atrás. El le hizo una sonrisa de complicidad:
-La vida es dura, camarada.
Salió a la calle. Vagó por el pueblo en siesta, sin pensar en nada, ni siquiera tratando de convencerse de que su problema no tenía solución. Anduvo por calles olvidadas hasta cuando se encontró agotado. Entonces volvió a casa. La mujer lo sintió entrar y lo llamó al cuarto.
-¿Qué?
Ella respondió sin mirarlo.
-Que podemos vender el reloj.
El coronel había pensado en eso. «Estoy segura de que Alvaro te da cuarenta pesos enseguida», dijo la mujer. «Fíjate la facilidad con que compró la máquina de coser.»