A las diez en punto de la mañana siguiente estaba sentado en la sala de espera del consultorio de Caruana. Se sentía un poco incómodo a causa del examen al que en cuestión de nada iba a someterlo su amigo médico. ¿Cómo hacían las mujeres para ir al ginecólogo con tanto desparpajo? -Pero ¡yo estaba primero! -protestó un septuagenario extremadamente delgado. -El profesor ha ordenado que lo haga así -contestó la enfermera en un tono que no admitía réplica. Caruana y él se abrazaron. -¿Sabes que has adelgazado mucho desde la última vez que nos vimos? ¿Te has puesto a régimen? -No. -¿Sufres inapetencia? -Últimamente sí. -Dame los análisis. Perdona que vaya tan rápido, pero… -Los examinó con detenimiento-. ¿Anoche y esta mañana has tomado el antibiótico? -Sí. -¿Te has tomado la temperatura? -Sí. Treinta y siete con ocho. -¿Y en los días anteriores? -No me la tomé porque no notaba nada. Como anoche, por otra parte. -No notabas nada, pero la tenías. Bájate los pantalones y los calzoncillos y apoya allí las manos. Fue una situación embarazosa. Y duró más de lo que él había pensado. -Muy bien, vuelve a vestirte. Caruana fue a sentarse al escritorio y le indicó que se sentara en una silla que había delante. -Por lo que respecta a las molestias que sufres desde hace algún tiempo, no es nada grave, una vulgar infección. -¿Debida a qué? -No es de origen sexual, tranquilo. -Y esbozó una sonrisita, pero se veía que era falsa-. Sigue con el antibiótico, verás que en una semana se te pasa. Pero… -¿Pero? -No me gustan los resultados del PSA. Tienes unos valores muy desequilibrados. Y todavía me gusta menos lo que he percibido en la palpación. -¿Qué tengo que hacer? -Te has jubilado, creo. -Sí. -Por consiguiente, estás libre de compromisos de despacho. -La verdad es que me han ofrecido un trabajo que… -Aplázalo unos días. -¿Por qué? -Porque quiero que te vea un amigo mío. Se trata de unos exámenes bastante largos, y tendrás que permanecer ingresado en su clínica al menos un par de días. -¿Podemos dejarlo para la semana que viene? – Necesitaba un poco de tiempo para hacerse a la idea. -En mi opinión, es mejor que te los hagas sin pérdida de tiempo. -De acuerdo. -Ahora llamo a mi amigo, que seguramente te encontrará sitio en su clínica. Es el profesor De Caro. -¡¿El oncólogo?! -Sí.
9