Читаем El Traje Gris полностью

Se quedó toda la mañana tumbado. Hacia las tres sonó el móvil, que tenía en la me-sita de noche. Se sobresaltó, pues no se lo esperaba. Le pareció que el aparato hacía más ruido que una charanga. -Esperaba encontrarte en casa, pero Giovanni me ha dicho… -Pues sí, tengo que quedarme unos días más. -Pero ¿por qué? -Pasado mañana me operan. -¿Te operan? ¿De qué? -Me han encontrado un tumor. -¡Oh, Dios mío! Pero ¡qué dices! -La voz le cambió totalmente. -Mira, no te alteres. De Caro me ha dicho que… -¿Hasta qué hora están autorizadas las visitas? -No lo sé. -Voy enseguida. -No. El «no» le salió impulsivamente. Oyó con toda claridad que ella, a causa del asombro, respiraba afanosamente, emitiendo una especie de sollozo. -¿Por qué? -No vengas. -¿Te has vuelto loco? ¿Por qué no…? -No me gustaría verte aquí. -Pero es que yo tengo muchas ganas de… -Pues yo no. -Estaré sólo cinco minutos. -No. Prefiero disfrutar pensando que te encontraré en casa cuando vuelva. ¿Me comprendes? -En absoluto. Pero si no quieres… -Así me gusta. Después de la operación, en cuanto esté en condiciones de hacerlo, te llamo. ¿De acuerdo? -Si a ti te parece bien… Desconectó el móvil, temiendo que ella volviera a llamar para insistir. No lo había hecho despechado por su breve escapada con Daniele. Pero es que la contemplación de Adele en aquel ambiente aséptico, ajeno, carente de intimidad, lo habría molestado mucho. De ella tenía una imagen que deseaba conservar intacta; no quería que se le superpusiera otra, la de la esposa que visita al marido enfermo con cara de circunstancias y aspecto insignificante… Además, ¿para qué iba a ir? Se sentaría en la silla de metal, quizá conseguiría derramar unas lágrimas y… ¿de qué hablarían? Por supuesto, él no podría preguntarle los detalles de su excursión a Taormina. Paradójicamente, más que en la clínica, habría preferido verla en el motel Regina. Seguro que allí habría estado menos incómoda. Dos días después, a las siete de la mañana se presentó un enfermero para prepararlo para la operación. Esa vez no sintió la menor vergüenza.


El profesor le dijo que la operación había ido muy bien. Estaba el latazo del catéter, pero uno se acostumbraba. -Pasado mañana podrá irse a casa. Antes de que se vaya, vendré a despedirme. El no notaba nada, sólo se sentía un poco aturdido. Llamó a Adele. -Lo sé todo -le dijo ella alegremente-. La operación ha ido muy bien. ¿Cómo se las había arreglado para saberlo? -¿Quién te lo ha dicho? -He llamado a De Caro. -¿Lo conoces? -No. Pero su mujer pertenece a nuestra asociación. Pasado mañana irá a recogerte Giovanni. Llámalo cuando estén a punto de darte el alta. Por desgracia, yo tengo una reunión a la que no puedo faltar; de lo contrario iría. ¿Tienes a mano el talonario de cheques? Siempre exacta y atenta su mujer. Dios nos libre de que se retrasara en un pago, faltara a una cita, llegara tarde, se olvidara de algo por nimio que fuera. Y sobre todo, siempre con el atuendo adecuado para la ocasión. Le entraron ganas de no afeitarse; así, en cuanto lo viera, Adele le dirigiría una mirada de reproche.


Al día siguiente hubo una desagradable novedad. La enfermera lo despertó a las siete de la mañana, cuando él pensaba quedarse acostado hasta muy tarde porque estaba convaleciente y aún se sentía débil. -¿Qué pasa? -Hay que repetir las radiografías. ¡¿Cómo?! ¿Empezaban otra vez? Más que preocuparse, se puso nervioso. -¿Puedo saber por qué? -A mí no me lo pregunte. Yo hago lo que me dicen que haga. ¿Necesita ir al lavabo? -Sí. -Vaya, pero no se lave. Lo lavaré yo. No debe permanecer demasiado rato de pie. A aquellas alturas, la vergüenza ya era un lejano recuerdo.


Перейти на страницу:

Похожие книги

Зараза
Зараза

Меня зовут Андрей Гагарин — позывной «Космос».Моя младшая сестра — журналистка, она верит в правду, сует нос в чужие дела и не знает, когда вовремя остановиться. Она пропала без вести во время командировки в Сьерра-Леоне, где в очередной раз вспыхнула какая-то эпидемия.Под видом помощника популярного блогера я пробрался на последний гуманитарный рейс МЧС, чтобы пройти путем сестры, найти ее и вернуть домой.Мне не привыкать участвовать в боевых спасательных операциях, а ковид или какая другая зараза меня не остановит, но я даже предположить не мог, что попаду в эпицентр самого настоящего зомбиапокалипсиса. А против меня будут не только зомби, но и обезумевшие мародеры, туземные колдуны и мощь огромной корпорации, скрывающей свои тайны.

Алексей Филиппов , Евгений Александрович Гарцевич , Наталья Александровна Пашова , Сергей Тютюнник , Софья Владимировна Рыбкина

Фантастика / Современная русская и зарубежная проза / Постапокалипсис / Социально-психологическая фантастика / Современная проза