Una brillante luz plateada justo delante de él, moviéndose entre los árboles. Fuera cual fuera la fuente, se estaba moviendo silenciosamente. La luz parec´ıa simplemente vagar hacia él. Saltó sobre sus pies, la voz se le quedó congelada en la garganta, y alzó la varita de Hermione. Entrecerró los ojos cuando la luz se volvió cegadora, los árboles de delante eran solo siluetas negras, y la cosa todav´ıa segu´ıa acercándose...
Y entonces la fuente de luz salió de detrás de un roble. Una cierva plateada, brillante a la luz de la luna y deslumbrante, abriéndose paso por el terreno, todav´ıa silenciosa y sin dejar pisadas en la fina nieve en polvo. Se acercó a él, su hermosa cabeza de ojos grandes y largos se manten´ıa en alto.
Harry miraba fijamente a la criatura, lleno de maravilla, no por su extra˜neza, sino porque sent´ıa una inexplicable familiaridad. Se sent´ıa como si hubiera estado esperando su llegada, pero hab´ıa olvidado, hasta ese momento, que ten´ıan una cita. Su impulso de llamar a Hermione, que hab´ıa parecido tan fuerte momentos antes, hab´ıa desaparecido.
Sab´ıa, se habr´ıa jugado la vida, que ella hab´ıa venido por él, y sólo por él.
Se miraron el uno al otro durante largos momentos y entonces la cierva se giró y se alejó.
“No” dijo él, y su voz sonó agrietada por la falta de uso. “¡Vuelve!”
Ella continuó caminando deliberadamente a través de los árboles, y pronto su brillo se vio veteado por los gruesos troncos negros. Durante un tembloroso segundo vaciló. La cautela le murmurba que pod´ıa ser un truco, un cebo, una trampa. Pero el instinto, el abrumador instinto, le dec´ıa que esto no era Magia Oscura. Comenzó la persecución.
La nieve cruj´ıa bajo sus pies, pero la cierva no hac´ıa ningún ruido mientras pasaba a través de los árboles, no era nada más que luz. Le conduc´ıan adentrándose más y más en el bosque, y Harry caminaba rápidamente, seguro de que cuando ella se parara, le dejar´ıa CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
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aproximarse apropiadamente. Y entonces hablar´ıa y la voz le dir´ıa lo que necesitaba saber.
Al fin, se detuvo. Giró su hermosa cabeza hacia él una vez más, y él echó a correr, una pregunta ard´ıa en su interior, pero cuando abrió los labios para pronunciarla, ella se desvaneció.
Aunque la oscuridad se la hab´ıa tragado del todo, su imagen bru˜nida estaba todav´ıa impresa en las retinas de Harry; oscurec´ıa su visión, iluminándola cuando bajaba los párpados, desorientándole. Ahora volv´ıa el miedo. La presencia de ella significaba seguridad.
“¡Lummus! ” susurró, y la punta de la varita se encendió.
Las impresión de la cierva palidec´ıa con cada parpadeo de sus ojos y se quedó all´ı de pie, escuchando los sonidos del bosque, los distantes crujidos de ramas, los suaves latigazos de nieve. ¿Estaba a punto de ser atacado? ¿Le hab´ıa atra´ıdo ella a una emboscada? ¿Se estaba imaginando que hab´ıa algo de pie más allá del alcance de la luz de la varita, observándole?
Sostuvo la varita más alto, nadie corr´ıa hacia él, ningún destello de luz verde salió de detrás de un árbol.¿Por qué le hab´ıa conducido a este lugar?
Algo brillaba a la luz de la varita, y Harry se acercó, pero todo lo que all´ı hab´ıa era una peque˜na y congelada charca, su agrietada superficie negra brilló cuando alzó aún más alto la varita para examinarla.
Se adelantó cautelosamente y bajó la mirada hasta ella. El hielo reflejaba su sombra distorsionada y el rayo de la varita, pero en lo profundo, bajo el grueso y brumoso caparazón gris, algo más brillaba. Una gran cruz plateada...
El corazón le saltó a la boca. Cayó de rodillas en el borde de la charca e inclinó la varita en un ángulo que inundara el fondo de la charca con tanta luz como fuera posible.
Un destello de rojo profundo... Era una espada con relucientes rub´ıes en la empu˜nadura...
la espada de Gryffindor yac´ıa en el fondo de la charca de un bosque.
Apenas respirando, bajó la mirada. ¿Cómo era esto posible? ¿Cómo pod´ıa haber llegado a yacer en una charca del bosque, tan cerca del lugar en el que acampaban? ¿Alguna magia desconocida hab´ıa arrastrado a Hermione a este lugar, o era la cierva, a la que hab´ıa tomado por un Patronus, algún tipo de guardián de la charca? ¿O la espada hab´ıa sido puesta en la charca después de que llegaran, precisamente porque ellos estaban aqu´ı?
En cualquier caso, ¿dónde estaba la persona que se la estaba entregando a Harry? De nuevo barrió con la varita los árboles y arbustos circundantes, buscando un humano a la vista, por el rabillo del ojo, pero no pudo ver a nadie. Al mismo tiempo un poco más de miedo fermentó su exitación cuando volvió la atención a la espada que reposaba en el fondo de la charca congelada.
Apuntó la varita hacia la forma plateada y murmuró.
“Accio espada.”