Quiero decir...” Ron estaba mirando a Harry de reojo. “fue el último en tener la verdadera espada, ¿no?”
Harry no se rió de Ron, porque entend´ıa demasiado bien el anhelo bajo la pregunta.
La idea de que Dumbledore hubiese conseguido volver a ellos, que los estuviese vigilando, habr´ıa sido totalmente reconfortante. Negó con la cabeza.
“Dumbledore está muerto” dijo. “Vi cómo sucedió, vi el cuerpo. Definitivamente se ha ido. De todas formas, su patronus era un fénix, no una cierva.”
“Pero los patronus pueden cambiar, ¿verdad?” dijo Ron. “El de Tonks lo hizo, ¿no?”
“S´ı, pero si Dumbledore estuviese vivo, ¿no se mostrar´ıa? ¿Por qué no nos dar´ıa directamente la espada?”
“A m´ı que me registren” dijo Ron. “¿La misma razón por la que no te la dio mientras estaba vivo? ¿La misma razón por la que te dejó una vieja snitch y a Hermione un libro con cuentos de ni˜nos?”
“¿Y cual es?” preguntó Harry, girándose para mirar a Ron a la cara, desesperado por la respuesta.
“No lo sé” dijo Ron. “Algunas veces pensé, cuando estaba un poco frustrado, que simplemente se estaba riendo o... o que sólo quer´ıa hacerlo más dif´ıcil. Pero no creo eso, ya no. Sab´ıa lo que estaba haciendo cuando me dio el Desiluminador, ¿no? Él... bueno”
las orejas de Ron se pusieron de color rojo brillante, y se quedó absorto con un terrón de césped a sus pies. “debió haber sabido que yo saldr´ıa corriendo.”
“No” lo corrigió Harry. “Debió haber sabido que siempre querr´ıas volver.”
Ron lo miró agradecido, pero todav´ıa incómodo. En parte para cambiar de tema, Harry dijo: “Hablando de Dumbledore, ¿escuchaste lo que escribió Skeeter sobre él?”
“Oh, s´ı” dijo Ron enseguida. “la gente está hablando bastante sobre ello. Por supuesto, CAPÍTULO 20. XENOPHILIUS LOVEGOOD
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si las cosas fuesen diferentes, ser´ıan noticias enormes, que Dumbledore fuera amigo de Grindelwald, pero ahora es sólo algo de lo que re´ırse para la gente a la que no le gustaba Dumbledore, y una peque˜na bofetada en la cara para todos los que pensaban que era un tipo estupendo. Aunque no veo que sea tan importante. Era realmente joven cuando ellos...”
“De nuestra edad” dijo Harry, justo como le hab´ıa replicado a Hermione, y algo en su expresión pareció hacer decidir a Ron no seguir con el tema. Una gran ara˜na estaba sentada en el medio de una telara˜na congelada en las zarzas. Harry la apuntó con la varita que le hab´ıa dado Ron la noche anterior, la que Hermione se hab´ıa dignado a examinar, y que hab´ıa decidido estaba hecha de endrino.
“Engorgio.”
La ara˜na tembló un poco, saltando ligeramente en la tela. Harry lo intentó de nuevo.
Esta vez la ara˜na aumentó un poco de tama˜no.
“Para de hacer eso” dijo Ron con dureza. “Siento haber dicho que Dumbledore era joven, ¿vale?”
Harry hab´ıa olvidado el odio que sent´ıa Ron hacia las ara˜nas.
“Perdón... Reducio.”
La ara˜na no se encogió. Harry bajó la mirada hacia la varita de endrino. Cada hechizo menor que hab´ıa realizado hasta entonces ese d´ıa, hab´ıa parecido menos poderoso que los producidos con su varita de fénix. La nueva le parec´ıa como una intrusa, poco familiar, como tener la mano de otra persona cosida al final del brazo.
“Sólo necesitas practicar” dijo Hermione, que se les hab´ıa acercado en silencio por detrás y hab´ıa observado ansiosa mientras Harry intentaba aumentar y reducir la ara˜na.
“Es todo cuestión de confianza, Harry.”
Él supo porqué quer´ıa que estuviese bien: todav´ıa se sent´ıa culpable por romperle la varita. Se tragó la réplica que brotó a sus labios, que pod´ıa quedarse con la varita de endrino si pensaba que no hab´ıa diferencia, y él en cambio coger´ıa la suya. Sin embargo, deseando que todos volviesen a ser amigos, estuvo de acuerdo; pero cuando Ron miró a Hermione con una sonrisa indecisa, ella se marchó airada y desapareció una vez más detrás del libro.
Los tres volvieron a la tienda cuando llegó la oscuridad, y Harry se encargó de la primera guardia. Sentado en la entrada, intentó hacer que la varita de endrino levitase peque˜nas rocas a sus pies; pero su magia todav´ıa parec´ıa más torpe y menos poderosa que la que hab´ıa hecho antes. Hermione estaba tumbada en su litera leyendo, mientras que Ron, después de dirigirle muchas miradas nerviosas, hab´ıa sacado una peque˜na radio de madera de su mochila y estaba empezando a intentar sintonizarla.
“Hay un programa” le dijo a Harry en voz baja. “que cuenta las noticias como realmente son. Todos los demás están del lado de Quien-tú-sabes y están siguiendo la l´ınea del Ministerio, pero este... espera a escucharlo, es genial. Salvo que no pueden hacerlo todas las noches, tienen que cambiar continuamente de localización por si les hacen redadas, y se necesita una contrase˜na para sintonizarla... El problema es que me perd´ı la última.”