“Nunca” dijo Harry.. “La noche en que su hermano murió, bebió una poción que le volvió loco. Empezó a gritar, suplicando a alguien que no estaba all´ı... ˜
No les hagas da˜no,
por favor... házmelo a m´ı’.”
Ron y Hermione miraban fijamente a Harry. Nunca hab´ıa entrado en detalles sobre lo que hab´ıa ocurrido en la isla del lago. Los eventos que hab´ıan tenido lugar después de que él y Dumbledore volvieran a Hogwarts lo hab´ıan eclipsado concienzudamente.
“Creyó estar de vuelta all´ı con usted y con Gridelwald, lo sé” dijo Harry, recordando a Dumbledore susurrando y suplicando. “Creyó estar viendo como Grindelwald les hac´ıa da˜no a usted y a Ariana... Fue una tortura para él. Si le hubiera visto entonces, no dir´ıa que era libre.”
Aberfoth parec´ıa perdido en la contemplación de sus propias manos nudosas y venosas.
Después de una larga pausa dijo,
“¿Cómo puedes estar seguro, Potter, de que mi hermano no estaba más interesado en el bien mayor que en ti? ¿Cómo puedes estar seguro de que no eres prescindible, como mi hermanita?”
Un afilado trozo de hielo atravesó el corazón de Harry.
“Yo no lo creo. Dumbledore quer´ıa a Harry,” dijo Hermione.
“¿Por qué no le dijo que se ocultara entonces?” disparó Aberforth. ¿Por qué no le dijo
’Cuida de ti mismo, as´ı es como sobrevivirás’ ?”
CAPÍTULO 28. EL ESPEJO PERDIDO
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“¡Porque,” dijo Harry antes de que Hermione pudiera responder, “algunas veces tienes que pensar en algo más que en tu propia seguridad! ¡Algunas veces tienes que pensan en el bien mayor! ¡Esto es una guerra!”
“¡Tienes diecisiete a˜nos, chico!”
“¡Soy mayor de edad, y voy a seguir luchando incluso si usted se ha rendido!”
“¿Quién dice que me haya rendido?”
“La Orden del Fénix está acabada,” repitió Harry. “Quien-tu-ya-sabes ha ganado, se acabó, y cualquiera que finja lo contrario se enga˜na a s´ı mismo.”
“¡No dije que me gustara, pero es la verdad!”
“No, no lo es” dijo Harry.. “Su hermano sab´ıa cómo terminar con Quien-usted-ya-sabe y me pasó a m´ı el conocimiento. Voy a seguir adelante hasta que tenga éxito... o muera.
No crea que no sé como podr´ıa terminar esto. Lo sé desde hace a˜nos.”
Esperó a que Aberfoth se quejara o discutiera, pero no lo hizo. Simplemente se movió.
“Tenemos que entrar en Hogwarts” dijo de nuevo Harry. “Si no puede ayudarnos, esperaremos hasta que sea de d´ıa, le dejaremos en paz, e intentaremos encontrar una forma de entrar por nuestra cuenta. Si puede ayudarnos... bueno, ser´ıa un gran momento para mencionarlo.”
Aberforth permaneció pegado a su silla, mirando a Harry a los ojos, con esos ojos que se parec´ıan tan extraordinariamente a los de su hermano. Al fin se aclaró la garganta, se puso en pie, rodeó la mesa, y se aproximó al retrato de Ariana.
“Ya sabes qué hacer” dijo él.
Ella sonrió, se giró, y salió, no como hacia normalmente la gente por el costado de sus marcos, sino a lo largo de lo que parec´ıa un largo túnel pintado tras ella. Observaron su pálida figura retraerse hasta que finalmente fue tragada por la oscuridad.
“Er... ¿qué...?” empezó Ron.
“Ahora hay solo un camino” dijo Aberforth.. “Debéis saber que todos los pasadizos secretos han sido tapiados por los dos extremos, hay dementores alrededor de los muros exteriores, y patrullas regulares dentro de la escuela por lo que mis fuentes me dicen. El lugar nunca ha estado tan bien guardado. Cómo esperáis hacer algo una vez consigáis entrar, con Snape al cargo y los Carros en sus puestos... bueno, eso es cosa vuestra, ¿no?
Os digo que os preparéis a morir.”
“¿Pero qué...?” dijo Hermione, frunciendo el ce˜no a la pintura de Ariana.
Un diminuto punto blanco reaparec´ıa al final del tunel de la pintura, y ahora Ariana volv´ıa hacia ellos, haciéndose más y más grande mientras llegaba. Pero hab´ıa alguien más con ella ahora, alguien más alto que ella, que avanzaba cogeando, con aspecto excitado.
Llevaba el pelo más largo de lo que Harry le hab´ıa visto nunca. Estaba pálido y agotado.
La dos figuras se hicieron más y más grandes, hasta que solo sus cabezas y hombros llenaron el retrato.
Entonces toda la cosa se separó de la pared como si fuera una peque˜na puerta, y la entrada a un auténtico tunel se reveló. Y de él, con su pelo demasiado largo, la cara cortada, la túnica desgarrada, surgió trepando el auténtico Neville Longbotton, que soltó un rugido de alegr´ıa, saltó de la chimenea y gritó.
“¡Sab´ıa que volver´ıas! ¡Lo sab´ıa, Harry!”
Cap´ıtulo 29
La Diadema Perdida
“Neville, pero que demo” ¿como es que¿‘
Pero Neville hab´ıa visto a Ron y Hermione, y con gritos de felicidad los estaba abrazando. Mientras más tiempo Harry miraba a Neville, mas se daba cuenta de lo mal que lucia. Uno de sus ojos estaba hinchado, morado, hab´ıa profundas heridas en su cara, y su aspecto general indicaba que hab´ıa sobrevivido por suficiente tiempo. Sin embargo, su semblante brillaba con alegr´ıa, mientras soltaba a Hermione y dec´ıa, “¡sabia que vendr´ıan!
¡Siempre se lo repet´ıa a Seamus, era solo cuestión de tiempo¡‘
“Neville, ¿que te sucedió¿‘