“¡Tú ah´ı! Dame tu silla, ¡que tengo ciento siete a˜nos!”
Otro primo Weasley pelirrojo saltó de su asiento, con cara de alarma, y la t´ıa Muriel giró el asiento con sorprendente fuerza y se sentó entre Doge y Harry.
“Hola otra vez Barry, o como quiera que te llames.” Le dijo a Harry. “Ahora, ¿qué estabas diciendo sobre Rita Skeeter, Elphias? ¿Sabes que escribió una biograf´ıa sobre Dumbledore? No puedo esperar para leerla. ¡Debo recordar encargarla en Flourish y Blotts!”
Doge pareció r´ıgido y solemne ante esto, pero la t´ıa Muriel vació su copa y chasqueó los huesudos dedos a un camarero que pasaba para que le diese otra. Tomó otro largo trago de champán, eructó y luego dijo: “¡No hay necesidad de parecer un par de ranas disecadas!
¡Antes de llegar a ser tan respetado y respetable y todo eso, hubo algunos rumores muy curiosos sobre Albus!”
“Propaganda mal informada” dijo Doge, volviendo a ponerse como un rábano.
“Tú dir´ıas eso, Elphias” carcajeó la t´ıa Muriel. “¡Me di cuenta de cómo trataste muy por encima las bochornosas manchas en esa nota necrológica tuya!”
“Siento que pienses eso” dijo Doge, todav´ıa con más frialdad. “Te aseguro que lo estaba escribiendo desde el corazón.”
“Oh, todos sabemos que venerabas a Dumbledore; ¡me atrever´ıa a decir que todav´ıa piensas que era un santo incluso si sale que se deshizo de su hermana squib!”
“¡Muriel!” exclamó Doge.
Un escalofr´ıo que no ten´ıa nada que ver con el helado champán se estaba introduciendo en el pecho de Harry.
“¿Qué quieres decir?” le preguntó a Muriel. “¿Quién dice que su hermana era una squib? Pensé que estaba enferma.”
“¡Pensaste mal, entonces, eh, Barry!” dijo la t´ıa Muriel, pareciendo encantada ante el efecto que hab´ıa provocado. “De todas formas, ¿cómo puedes esperar saber algo sobre eso? Pasó muchos a˜nos antes de que incluso fueses pensado, cari˜no, y la verdad es que aquellos de nosotros que estábamos vivos entonces nunca supimos lo que pasó en realidad.
¡Por eso no puedo esperar a saber lo que Skeeter ha desenterrado! ¡Dumbledore mantuvo a su hermana tranquila durante demasiado tiempo!”
“¡Falso!” siseó Doge. “¡Totalmente falso!”
“Nunca me contó que su hermana fuese una squib” dijo Harry, sin pensar, todav´ıa fr´ıo interiormente.
“¿Y por qué te lo habr´ıa contado?” chilló Muriel, tambaleándose un poco en su asiento CAPÍTULO 8. LA BODA
89
al intentar centrarse en Harry.
“La razón por la que Albus nunca hablaba de Ariana” empezó Elphias con la voz tensa por la emoción, “es, me parece, bastante clara. Estaba tan destrozado por su muerte...”
“¿Por qué nadie la vio nunca, Elphias?” graznó Muriel. “¿Por qué la mitad de nosotros nunca supo que exist´ıa, hasta que llevaron el ataúd fuera de la casa y celebraron un funeral por ella? ¿Dónde estaba el santo Albus mientras Ariana estaba encerrada en el sótano?
¡Lejos, siendo brillante en Hogwarts, y sin importarle lo que pasaba en su propia casa!”
“¿Qué quiere decir, encerrada en el sótano?” preguntó Harry. “¿Qué es esto?”
Doge parec´ıa desconsolado. La t´ıa Muriel se carcajeó otra vez y respondió a Harry.
“La madre de Dumbledore era una mujer espantosa, simplemente espantosa. De padres muggles, aunque escuché que fing´ıa lo contrario...”
“¡Nunca fingió nada por el estilo! Kendra era una buena mujer” susurró Doge tristemente, pero la t´ıa Muriel lo ignoró.
“... orgullosa y muy dominante, el tipo de bruja que estar´ıa mortificada por producir una squib...”
“¡Ariana no era una squib!” siseó Doge.
“¡Eso dices, Elphias, pero explica entonces, porqué nunca fue a Hogwarts!” dijo la t´ıa Muriel. Se dio la vuelta hacia Harry. “En nuestros tiempos, a menudo los squibs eran acallados, aunque llegar al extremo de encerrar a una ni˜na peque˜na en la casa y fingir que no exist´ıa...”
“¡Te estoy diciendo que eso no es lo que pasó!” dijo Doge, pero la t´ıa Muriel continuó como una apisonadora, todav´ıa dirigiéndose a Harry.
“A menudo enviaban a los squibs a escuelas muggles y los animaban a integrarse en la comunidad muggle... algo mucho más amable que intentar encontrarles un lugar en el mundo mágico, donde siempre ser´ıan de segunda clase, pero naturalmente a Kendra Dumbledore no se le habr´ıa pasado por la cabeza dejar ir a su hija a un colegio muggle...”
“¡Ariana era delicada!” dijo Doge desesperado. “Su salud siempre fue demasiado pobre para permitirle...”
“... permitirle salir de casa?” carcajeó Muriel. “¡Y aún as´ı nunca la llevaron a San Mungo y tampoco llamaron a ningún sanador para que la viese!”
“De verdad, Muriel, ¿cómo puedes saber si...”
“Para tu información, Elphias, mi primo Lancelot era sanador en San Mungo en esa época, y le dijo a mi familia en la más estricta confidencia que nunca se hab´ıa visto a Ariana por all´ı. ¡Todo muy sospechoso, pensó Lancelot!”