Un colectivo y enorme suspiro salió de las brujas y magos reunidos cuando Monsieur Delacour y su hija empezaron a caminar por el pasillo, Fleur deslizándose, Monsieur Delacour dando saltitos y sonriendo radiante. Fleur llevaba una túnica blanca muy simple y parec´ıa estar emitiendo un fuerte brillo plateado. Mientras su resplandor normalmente apagaba a los otros por comparación, hoy embellec´ıa a todos sobre los que ca´ıa. Ginny y Gabrielle, ambas con túnicas doradas, parec´ıan incluso más guapas de lo habitual, y una vez que Fleur lo alcanzó, Bill parec´ıa que nunca hubiese conocido a Fenrir Greyback.
“Damas y caballeros” dijo una voz ligeramente cantarina, y con una ligera conmoción, Harry vio al mismo mago bajito y de pelo ralo que hab´ıa presidido el funeral de Dumbledore, ahora situado enfrente de Bill y Fleur. “Estamos reunidos hoy aqu´ı para celebrar la unión de dos almas fieles...”
“S´ı, mi tiara hace resaltar todo eso muy bien” dijo la t´ıa Muriel en un susurro que se oyó bastante fuerte. “Pero debo decir, la túnica de Ginevra tiene un corte demasiado bajo.”
Ginny miró alrededor, sonriendo de oreja a oreja, gui˜nándole un ojo a Harry, después rápidamente se volvió al frente de nuevo. La mente de Harry divagó bastante lejos de la carpa, de vuelta a las tardes pasadas con Ginny en algunos sitios solitarios de los terrenos del castillo. Parec´ıa haber sucedido hace tanto; siempre hab´ıan parecido demasiado buenas para ser verdad, como si hubiese estado robando horas brillantes de la vida normal de otra persona, una persona sin una cicatriz en forma de rayo en la frente...
“William Arthur Weasley, ¿tomas a Fleur Isabelle...?”
En la primera fila, la se˜nora Weasley y Madame Delacour estaban sollozando en silencio en trozos de encaje. Sonidos como de trompeta que sonaron en la parte de atrás de la carpa le dijeron a todos que Hagrid hab´ıa sacado uno de sus pa˜nuelos del tama˜no de un mantel. Hermione se giró y sonrió radiante a Harry; sus ojos también estaban llenos de lágrimas.
“... entonces os declaro unidos de por vida.”
El mago de pelo ralo movió su varita por encima de las cabezas de Bill y Fleur y un chorro de estrellas plateadas cayó sobre ellos, moviéndose en espirales alrededor de las ahora entrelazadas figuras. Mientras Fred y George encabezaban un aplauso, los globos dorados suspendidos estallaron: pájaros del para´ıso y peque˜nas campanas doradas volaron y flotaron sobre ellos, a˜nadiendo sus canciones y gorjeos al estruendo.
“¡Damas y caballeros!” llamó el mago de pelo raro. “¡Si hacen el favor de levantarse!”
Todos lo hicieron, la t´ıa Muriel refunfu˜nando de manera audible; el mago agitó nuevamente la varita. Los asientos en los que se hab´ıan sentado se elevaron graciosamente en el aire al tiempo que los lienzos de las paredes de la carpa se desvanec´ıan, de modo que se quedaron bajo un dosel soportado por postes dorados, con una gloriosa vista del jard´ın CAPÍTULO 8. LA BODA
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iluminado por el sol y la campi˜na circundante. Después, una piscina de oro fundido se extendió desde el centro de la tienda para formar una brillante pista de baile; las sillas suspendidas se agruparon alrededor de peque˜nas mesas con manteles blancos, y todas flotaron grácilmente de nuevo a la tierra, y la banda con chaquetas doradas se dirigió hacia un podio.
“Perfecto” dijo Ron con aprobación cuando los camareros aparecieron por todos lados, algunos llevando bandejas con zumo de calabaza, cerveza de mantequilla y whisky de fuego, otros tambaleándose con pilas de tartas y sándwiches.
“Deber´ıamos ir y felicitarlos” dijo Hermione, poniéndose de puntillas para ver el lugar donde Bill y Fleur hab´ıan desaparecido en medio de una multitud que les deseaba lo mejor.
“Tendremos tiempo después” Ron se encogió de hombros, agarrando tres cervezas de mantequilla de una bandeja que pasaba y dándole una a Harry. “Hermione, agárrate, cojamos una mesa... ¡No all´ı! En ningún sitio cerca de Muriel...”
Ron encabezó el recorrido a través de la vac´ıa pista de baile, mirando a derecha e izquierda al avanzar; Harry estaba seguro que estaba pendiente de Krum. En el momento que alcanzaron el otro lado de la carpa, la mayor´ıa de las mesas estaban ocupadas: la más vac´ıa era en la que Luna se sentaba sola.
“¿Está bien si nos unimos a ti?” preguntó Ron.
“Oh, s´ı” dijo ella con felicidad. “Papi fue a darle a Bill y Fleur nuestro regalo.”
“Qué es, ¿provisiones para toda la vida de gurdirra´ız?” preguntó Ron.
Hermione le dirigió una patada bajo la mesa, pero se equivocó y golpeó a Harry.
Con los ojos lagrimeando de dolor, Harry perdió el hilo de la conversación durante unos minutos.
La banda hab´ıa empezado a tocar; Bill y Fleur fueron los primeros en salir a la pista de baile, causando un gran aplauso; después de un rato, el se˜nor Weasley llevó a Madame Delacour a la pista, seguido de la se˜nora Weasley y el padre de Fleur.