Hagrid estaba causando bastantes l´ıos. Hab´ıa malinterpretado las instrucciones de Fred, y se hab´ıa sentado, no en el asiento mágicamente alargado y reforzado colocado para él en la fila de atrás, sino en cinco sitios que ahora parec´ıan una gran pila dorada de palillos.
Mientras el se˜nor Weasley reparaba los da˜nos y Hagrid gritaba pidiendo disculpas a cualquiera que escuchase, Harry se apresuró a la entrada, donde encontró a Ron cara a cara con un mago con aspecto de lo más excéntrico. Con los ojos ligeramente bizcos y cabello blanco por los hombros de textura de algodón dulce, llevaba una capa cuya borla colgaba frente a su nariz y una túnica de un color amarillo yema que hac´ıa llorar los ojos.
Un s´ımbolo raro, algo como un ojo triangular, brillaba en una cadena alrededor de su cuello.
“Xenophilius Lovegood” dijo, extendiendo la mano hacia Harry, “mi hija y yo vivimos justo al otro lado de la colina, los buenos Weasleys han sido tan amables de invitarnos.
Pero creo que conoces a mi Luna” a˜nadió hacia Ron.
“S´ı” dijo Ron. “¿No está con usted?”
“Se quedó un rato en ese peque˜no jard´ın tan encantador para saludar a los gnomos,
¡una plaga tan gloriosa! Qué pocos magos se dan cuenta de cuánto podemos aprender de los peque˜nos y sabios gnomos... o para darles su nombre correcto, los Gernumbli gardensi.”
“Los nuestros saben un montón de excelentes palabrotas” dijo Ron, “pero creo que esas se las ense˜naron Fred y George.”
Se llevó a un grupo de magos al interior de la carpa justo cuando Luna aparec´ıa.
“¡Hola, Harry!” dijo.
“Eh... mi nombre es Barny” dijo Harry, desconcertado.
“Oh, ¿también te has cambiado eso?” preguntó radiante.
“¿Cómo sabes...?”
“Oh, simplemente por tu expresión” dijo.
Como su padre, Luna llevaba una túnica amarilla brillante, que hab´ıa complementado con un largo girasol en la cabeza. Una vez que uno superaba la brillantez de todo el conjunto, el efecto general era bastante agradable. Por lo menos no ten´ıa rábanos colgando de las orejas.
Xenophilius, que estaba en plena conversación con un conocido, se hab´ıa perdido el intercambio entre Luna y Harry. Despidiéndose del mago, se giró hacia su hija, que CAPÍTULO 8. LA BODA
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levantó un dedo y dijo:
“Papi, mira... ¡uno de los gnomos realmente me mordió!”
“¡Qué maravilloso! La saliva de gnomo es enormemente beneficiosa” dijo el se˜nor Lovegood, agarrando el dedo estirado de Luna y examinando las marcas que sangraban.
“Luna, mi amor, si sintieras algún talento floreciente hoy” quizás un inesperado impulso de cantar ópera o declamar en sirenio “¡no lo reprimas! ¡Puede que hayas sido bendecida con los Gernumblies!”
Ron, que pasaba junto a ellos en dirección contraria, dejó escapar un sonoro bufido.
“Ron puede re´ırse” dijo Luna con serenidad mientras Harry la conduc´ıa con Xenophilius hacia sus asientos, “pero mi padre ha investigado mucho acerca de la magia Gernumbli.”
“¿De verdad?” dijo Harry, que hac´ıa mucho hab´ıa decidido no enfrentarse a las particulares ideas de Luna o su padre. “¿Estás segura que no quieres echarle nada a ese mordisco?”
“Oh, está bien” dijo Luna, chupándose el dedo de forma so˜nadora y mirando a Harry de arriba abajo. “Pareces listo. Le dije a Papi que mucha gente probablemente llevar´ıa túnicas de gala, pero él cree que a una boda se deber´ıan llevar colores de sol, para la suerte, ya sabes.”
Cuando se alejó con su padre, Ron apareció con una bruja anciana agarrándole el brazo. Su puntiaguda nariz, ojos bordeados de rojo y sombrero rosa de plumas la hac´ıan parecer un flamenco malhumorado.
“... y tu pelo es demasiado largo, Ronald, por un momento pensé que eras Ginevra.
Por las barbas de Merlin, ¿qué lleva puesto Xenophilius Lovegood? Parece una tortilla.
¿Y quién eres tú?” ladró hacia Harry.
“Oh, s´ı, t´ıa Muriel, este es nuestro primo Barny.”
“Otro Weasley. Os reproduc´ıs como gnomos. ¿No está Harry Potter aqu´ı? Esperaba conocerlo. Cre´ıa que era amigo tuyo, Ronald, ¿o simplemente estabas alardeando?”
“No... no pod´ıa venir...”
“Hmm. Puso una excusa, ¿eh? No es tan corto de entendederas como parece en esas fotograf´ıas, entonces. Acabo de instruir a la novia en cómo llevar mi tiara” le gritó a Harry. “La fabricaron los gnomos, sabes, y lleva en mi familia varios siglos. Es una chica guapa, pero aún as´ı... francesa. Bien, bien, encuéntrame un buen sitio, Ronald. Tengo ciento siete a˜nos y no debo estar demasiado tiempo de pie.”
Ron le lanzó a Harry una mirada significativa al pasar y no reapareció durante bastante rato. Cuando se volvieron a encontrar en la entrada, Harry hab´ıa llevado a una docena de personas más a sus asientos. La carpa ahora estaba casi llena, y por primera vez no hab´ıa cola fuera.