DAÑOS POR ENCANTAMIENTOS................................ ......
Cuarto piso
encantamientos,
maleficios,
encantamientos
aplicados
incorrectamente, etc.
CAFETERIA
DE
VISITANTES
/
TIENDA
DE
HOSPITAL .......... Quinto piso
SI USTED NO SABE DONDE IR, ES INCAPAZ DE HABLAR
NORMAL O INCAPAZ DE RECORDAR POR QUÉ USTED
ESTÁ AQUÍ, NUESTRO HECHICEROCONSERJE ESTARÁ
CONTENTO CONTENTO DE PODER AYUDARLE.
Avery, el mago viejo inclinado con una trompetilla, había andado arrastrando los pies hasta ponerse el primero de la cola. ¡-
- Debo aquí ver Broderick Presagiar! --jadeó.
--La Sala cuarenta y nueve, pero temo que malgaste su tiempo, --
dijo la bruja con desdén. -- Él está completamente ido, ya sabe…
todavía piensa que él es una tetera. ¡Siguiente!
Un mago de mirada tímida, sujetaba fuerte por el tobillo a su pequeña hija mientras ella se agitaba revoloteando alrededor de su cabeza y movia unas alas enormemente grandes, plumosas que habían brotado directamente de atrás de su pijama.
-- El cuarto piso, -- dijo la bruja, con voz aburrida, sin esperar a que le preguntara, y el hombre desapareció por las puertas de al lado del escritorio, llevando a su hija como un extraño globo--
¡Siguiente!
490
La sra. Weasley avanzó al escritorio.
--¡Hola! --dijo, -- a mi marido, Arthur Weasley, se suponía que iban a trasladarlo a una sala diferente esta mañana, usted podría decirnos a cual?
¿-- Arthur Weasley? --dijo a la bruja, pasando su dedo debajo de una lista larga delante de ella. --Sí, primera planta, segunda puerta a la derecha, Sala Dai Llewellyn.
--Gracias, -- dijo Mrs. Weasley. – Venga, vamos, venid por aquí.
Ellos la siguieron por las puertas de dos batientes y a lo largo del pasillo estrecho más allá, que estaba decorado con más retratos de Curanderos famosos y alumbrado por burbujas de cristal con velas dentro, que flotaban por encima hasta el techo y que parecían pompas de jabón gigantescas. Más brujas y magos con túnicas verdes iban y venían y vieron un gas asqueroso de color amarillo cuando pasaron una puerta, y de tanto en tanto escuchaban gritos lejanos. Ellos subieron una escalera y entraron en el pasillo de Heridas Causadas por criaturas, y vieron que la segunda puerta sobre la derecha tenía un cartel con las palabras: -
-Peligrosos-- Sala Llewellyn: Mordeduras Serias. Debajo de esto había una tarjeta en un sostenedor de cobre sobre el que había sido escrito a mano: Curandero Responsable: Hippocrates Smethwyck. Curandero ayudante: Augustus Pye.
--Esperaremos fuera, Molly, --dijo Tonks. -- Arthur no querrá a demasiados visitantes de golpe ... mejor que entre solo la familia primero.
Ojoloco gruñó aprobando la idea y apoyó su trasero contra la pared del pasillo, girando su ojo mágico en todas direcciones.
Harry retrocedió, también, pero Mrs Weasley extendió la mano y lo empujó por la puerta, diciendo, -- No seas tonto, Harry, Arthur quiere agradecerte...
La sala era pequeña y bastante sórdida porque la única ventana era estrecha y estaba muy arriba en la pared frente a la puerta. La mayor parte de la luz venía de burbujas brillantes de cristal arracimadas en medio del techo. Las paredes eran de roble artesonado y había un retrato de un mago malencarado en la 491
pared, titulado: Urquhart Rackharrow, 1612-1697, Inventor de la entraña maldición expelente.
Había sólo tres pacientes. Sr. Weasley ocupaba la cama del fondo de la sala al lado de la ventana diminuta. Harry se alegró mucho al ver que él estaba apoyado sobre varias almohadas y leyendo al Diario el Profeta aprovechando el unico rayo de luz del sol que caia sobre a su cama. Él alzó la vista cuando ellos anduvieron hacia él y, viendo quienes eran los llamó.
-- ¡¡Hola!!-- dijo apartando el Diario el Profeta. -- Bill acaba de marcharse, Molly, tenía que volver a trabajar, pero dice que él pasará por ti más tarde.
--¿ Cómo te encuentras, Arthur? – preguntó la Sra Weasley, inclinandose para besar su mejilla y mirando con inquietud su cara. –Aun te ves un poco paliducho.
-- Me siento totalmente bien, -- dijo Sr. Weasley contento, acercando su brazo bueno para dar un abrazo a Ginny. --Si ellos sólo pudieran quitar las vendas, yo podría irme ahora a casa.
--¿ Por qué no pueden quitarlas, Papá? – preguntó Fred.
-- Bueno, comienzo a sangrar como loco siempre que lo intentan,