Читаем La Cúpula полностью

– Bueno, si sabe cómo levantar la Cúpula, y yo no lo veo descabellado, supongo que tendremos que contentarnos con verlo encerrado en Shawshank. Cadena perpetua sin fianza.

– Eso no es suficiente -susurró Andy.

Rennie seguía acariciándole la cabeza.

– ¿Si la Cúpula no desaparece? -Sonrió-. En ese caso tendremos que juzgarlo nosotros mismos. Y cuando lo declaremos culpable, lo ejecutaremos. ¿Te gusta más eso?

– Mucho más -susurró Andy.

– A mí también, amigo.

Caricia. Caricia.

– A mí también.

18

Salieron del bosque en fila de a tres, se detuvieron y alzaron la mirada hacia el campo de manzanos.

– ¡Allí arriba hay algo! -dijo Benny-. ¡Lo veo! -Su voz sonaba exaltada, pero a Joe, además, le pareció que procedía de extrañamente lejos.

– Yo también -dijo Norrie-. Parece un… un… -«Radiofaro» era la palabra que quería decir, pero no logró pronunciarla. Solo consiguió emitir un sonido de rrr-rrr-rrr, como un niño pequeño jugando con cochecitos sobre un montón de arena. Después se cayó de la bici y quedó tendida en el camino sufriendo convulsiones en brazos y piernas.

– ¿Norrie? -Joe se la quedó mirando (más con asombro que con alarma), y luego miró a Benny.

Sus ojos se encontraron solo un momento, y entonces también Benny se desplomó y la bicicleta se le cayó encima. Empezó a sacudirse y a apartar la High Plains a patadas. El contador Geiger cayó en la cuneta con el cuadrante hacia abajo.

Joe corrió hasta él y extendió un brazo que parecía estirarse como si fuera de goma. Dio la vuelta al cajetín amarillo. La aguja había saltado a +200, justo por debajo de la zona roja de peligro. El niño lo vio y acto seguido cayó en un agujero negro lleno de llamas de color naranja. Le pareció que procedían de un enorme montón de calabazas: una pira funeraria de ardientes linternas de Halloween. En algún lugar había voces que gritaban: perdidas y aterradas. Después se lo tragó la oscuridad.

19

Cuando Julia llegó a las oficinas del Democrat después de marcharse del supermercado, Tony Guay, el antiguo reportero de deportes que había pasado a componer el departamento de redacción al completo, estaba escribiendo en su portátil. Ella le dio la cámara y dijo:

– Deja lo que estés haciendo y revela esto.

Se sentó frente a su ordenador para escribir el artículo. Lo había estado repasando mentalmente durante todo el trayecto por Main Street: «Ernie Calvert, antiguo gerente de Food City, hizo un llamamiento para que la gente entrara por la parte de atrás. Dijo que les había abierto las puertas, pero para entonces ya era demasiado tarde. Los disturbios estaban servidos». Era un buen comienzo. El problema era que no lograba escribirlo. No hacía más que apretar las teclas equivocadas.

– Ve arriba y acuéstate -dijo Tony.

– No, tengo que redactar…

– No vas a redactar nada en ese estado. Estás temblando como un flan. Es por el susto. Acuéstate una hora. Yo revelaré las fotografías y las dejaré en el escritorio de tu ordenador. También transcribiré tus notas. Venga, ve arriba.

A Julia no le gustaba lo que estaba diciendo Tony, pero reconocía que era lo más sensato. Solo que al final resultó ser más de una hora. Llevaba desde la noche del viernes sin dormir bien, lo cual parecía que había sido hacía un siglo, y no tuvo más que apoyar la cabeza en la almohada para quedar profundamente dormida.

Al despertar, vio con pavor que las sombras de su dormitorio eran muy alargadas. Era por la tarde. ¡Y Horace! Se habría orinado en cualquier rincón y la miraría con ojos abochornados, como si fuera culpa de él y no de ella.

Se enfundó las zapatillas y corrió a la cocina, pero su corgi no estaba junto a la puerta, gimiendo para que lo dejaran salir, sino apaciblemente dormido en su camita de mantas, entre la cocina y la nevera. En la mesa de la cocina había una nota apoyada contra el salero y el pimentero.


las 3 de la tarde

Julia:

Pete F. y yo hemos colaborado para redactar el artículo del supermercado. No es una maravilla, pero lo será cuando tú le añadas tu toque. Las fotos que has sacado tampoco están mal. Rommie Burpee se ha pasado por aquí y dice que todavía le queda mucho papel, así que todo OK en cuanto a eso. Además, dice que tienes que escribir un editorial sobre lo que ha pasado. «Ha sido totalmente innecesario», ha dicho. «Y totalmente negligente. A menos que quisieran que pasara. Yo a ese tipo lo veo capaz, y no me refiero a Randolph.» Pete y yo estamos de acuerdo en que debería salir un editorial, pero tenemos que andarnos con ojo hasta que se conozcan todos los hechos. También estábamos de acuerdo en que necesitabas dormir un poco para poder escribir esto como hay que escribirlo. ¡Más que bolsas tenías maletas bajo los ojos, jefa! Me voy a casa a pasar un rato con mi mujer y mis niños. Pete se ha ido a comisaría. Dice que ha ocurrido «algo gordo» y quiere averiguar el qué.


Tony G.


¡PD! He sacado a pasear a Horace. Ha hecho todas sus cositas.


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