Los que se molesten en leer la verdadera historia de Pedro
Pedro
En lugar de salir de la nada, puede decirse que el gremio surgió de los excrementos vacunos.
Pedro afirmó siempre que era él quien había fundado el Gremio de Ladrones, pero en realidad es a su amante, una enana llamada Bet
Tras el desastre, Bet
El Gremio de Ladrones resultó tener tal éxito que fue llegando a Palanthas más y más gente con gran talento en el oficio. El gremio prosperó bajo una dirección inteligente. Sus miembros establecieron reglamentos y códigos de conducta propios a los que tenía que adscribirse todo aquel que entraba en el gremio. El gremio recibía un porcentaje del botín de todos los ladrones y, a cambio, ofrecía adiestramiento, coartadas a los que de vez en cuando eran llevados a juicio, y escondites cuando los hombres del Señor estaban de ronda.
El cuartel general actual del gremio era un almacén abandonado dentro de la muralla de la ciudad, cerca de los muelles. Aquí los ladrones habían prosperado durante años impunemente. El Señor de Palanthas prometía de vez en cuando a los ciudadanos que acabaría con el Gremio de Ladrones. De manera periódica a lo largo del año, los guardias de la ciudad hacían una incursión al almacén. Los espías del gremio sabían siempre cuándo acudiría la guardia, y ésta siempre encontraba vacío el almacén a su llegada. El Señor les decía entonces a los ciudadanos que el Gremio de Ladrones estaba fuera de circulación. Los ciudadanos, acostumbrados a esto, seguían cerrando y atrancando sus casas por la noche y, estoicamente, hacían recuento de las pérdidas a la mañana siguiente.
A decir verdad, los habitantes de Palanthas, aunque detestaban a los delincuentes, se sentían bastante orgullosos de su Gremio de Ladrones. El avaro comerciante corriente que con sus altos precios robaba a la gente en menor escala podía protestar en voz alta de la situación. Las jovencitas soñaban con salteadores apuestos y osados a los que redimían con su amor, salvándolos de una vida criminal. La ciudadanía de Palanthas miraba con desdén a los habitantes de ciudades menores que no tenían Gremio de Ladrones. Hablaban con desprecio de ciudades tales como Flotsam, cuyos delincuentes no estaban organizados y tenían, estaban convencidos, mucha menos clase que los de Palanthas. A los palanthianos les gustaba contar una y otra vez la historia del noble ladrón que, al entrar en la casa de una pobre viuda para robarle, quedó tan conmovido por su lamentable situación económica que de hecho le dio dinero. De haber tenido ocasión, las viudas pobres de Palanthas habrían podido refutar esta historia, pero nadie les preguntaba.