Читаем Retorno de las estrellas полностью

— Eri, Eri. Ahora ya sabes que no has de tener miedo de mí, ¿verdad? Sabes que no te amenaza ningún peligro. Pero esto es tan… grande, Eri. Ignoraba que pudiese haber algo parecido. No lo sabía, te lo juro. ¿Por qué, pues, volar hacia las estrellas? No puedo comprenderlo. Esto está aquí. ¿O es que hay que estar primero allí para comprenderlo? Sí, es posible. Ahora me iré, ya me voy. Y tú lo olvidarás todo. ¿Lo olvidarás?

Asintió.

— ¿Y no lo dirás a nadie?

Negó con la cabeza.

— ¿De verdad?

— De verdad.

Fue sólo un susurro.

— Te lo agradezco.

Salí. La escalera. Una pared color crema y otra verde. La puerta de mi habitación. Abrí la ventana de par en par y respiré profundamente. Qué bueno era el aire. Desde que había salido de su habitación estaba completamente tranquilo. Incluso sonreía, aunque no con el rostro ni con los labios. La sonrisa estaba dentro de mí, indulgente hacia mi propia insensatez y también hacia el hecho de que yo no sabía nada y, sin embargo, había sido tan sencillo. Agachado, rebusqué en el interior de mi maletín. ¿Bajo las prendas de punto? No. Un paquetito, no, no era eso, un momento…

Ya lo tenía. Me enderecé y sentí de pronto cierta vergüenza. Las luces. No. así no podría.

Ya iba a apagarlas cuando Olaf apareció en el umbral. Aún no se había desnudado. ¿No se habría acostado todavía?

— ¿Qué haces?

— Nada.

— ¿Ah, no? ¿Y qué tienes ahí? ¡No lo escondas!

— Nada…

— ¡ Enséñamelo!

— No.

— Ya lo sabía. ¡Tipo asqueroso! No había esperado este golpe. Abrí los dedos, el asa me resbaló de la mano y los dos empezamos a luchar; me abalancé sobre él, él saltó sobre mí, la mesa se volcó, la lámpara se estrelló contra la pared y toda la casa retembló. Ahora le tenía debajo, no podía moverse, sólo la cabeza; oí un grito, era de ella; le solté y retrocedí de un salto.

Ella estaba en el umbral.

Olaf logró arrodillarse.

— ¡Quería matarse! ¡Por ti! — jadeó.

Se agarró el cuello con ambas manos. Yo volví la cara y me apoyé en la pared, las piernas me temblaban. Estaba avergonzado, terriblemente avergonzado. Ella nos miró, primero al uno, luego al otro. Olaf seguía agarrándose el cuello.

— Salid de aquí — dije en voz baja.

— Antes tendrás que acabar conmigo.

!Por el amor de Dios!

— No.

— Se lo ruego, señor, váyase — dijo ella.

Enmudecí, con la boca abierta. Olaf, incrédulo, la miró con fijeza.

— Muchacha, él…

Ella negó con la cabeza.

Olaf nos miró, dio unos pasos a un lado, luego retrocedió un poco y desapareció. Ella no dejaba de mirarme.

— ¿Es cierto eso? — preguntó.

— Eri… — gemí.

— ¿Es preciso? — volvió a preguntar.

Asentí, pero ella negó con la cabeza.

— ¿Por qué? — inquirí, y repetí otra vez, con voz algo entrecortada-: ¿Por qué? — Ella calló. Me acerqué y vi que inclinaba la cabeza sobre el hombro y que las manos, que sostenían el borde de la bata, temblaban —. ¿Por qué, por qué tienes tanto miedo de mí?

Volvió a negar con la cabeza.

— ¿No?

— No.

— Pero estás temblando.

— No es por eso.

— Y… ¿te irás conmigo?

Asintió dos veces, como una niña. La abracé tan suavemente como pude. Como si fuera de cristal.

— No tengas miedo — dije —. Mira…

Ahora mis manos también temblaban. ¿Por qué no habían temblado cuando encanecí esperando a Arder? ¿A qué reservas, a qué ocultos rincones había llegado ahora para conocer por fin mi propio valor?

— Siéntate — rogué —, aún estás temblando. Oh no, ¡espera!

La eché sobre mi cama y la tapé hasta el cuello.

— ¿Estás mejor así?

— Sí, mejor — asintió.

Yo ignoraba si estaba tan callada debido a mi presencia o a que era algo inherente a su naturaleza. Me arrodillé junto a la cama.

— Háblame de algo — murmuré.

— ¿De qué?

— De ti. Quién eres, qué haces, qué quieres, o mejor, qué querías antes de que yo me abalanzara sobre ti.

Se encogió levemente de hombros, como si quisiera decir: «No hay nada que contar.» — ¿No quieres hablar de nada? ¿Por qué? Tal vez…

— No es importante — dijo.

Como si me hubiera golpeado con estas palabras, retrocedí, apartándome de ella.

— ¿Por qué, Eri, por qué? — logré tartamudear. Pero yo lo comprendía. Demasiado bien.

Me puse en pie de un salto y empecé a pasear de un extremo a otro de la habitación.

— Así no lo quiero. Así no puedo. No puedo. Así no debe ser. Yo…

Me quedé inmóvil otra vez. Porque ella sonreía. Su sonrisa era tan tenue que apenas se percibía.

— Eri, ¿qué…?

— El tiene razón — dijo.

— ¿Quién?

— Ese…, ese amigo suyo.

— ¿En qué?

Le resulta difícil decirlo. Volvió la cabeza.

— En que usted no es… razonable.

— ¿Cómo sabes que me ha dicho algo semejante?

— Lo he oído.

— ¿Nuestra conversación de sobremesa?

Asintió. Y se ruborizó. Incluso sus orejas enrojecieron.

— No pude evitarlo. Hablaban en voz muy alta. Yo me hubiera ido. pero…

Comprendí. La puerta de su habitación daba al vestíbulo. «¡Idiota!», pensé, naturalmente, de mí. Estaba aturdido.

— ¿Lo has… oído todo?

Asintió de nuevo.

— ¿Y sabías que yo te…?

— Hum.

— ¿Cómo? No nombré a nadie…

— Ya lo sabía de antes.

— ¿Cómo?

Movió la cabeza.

— No lo sé, pero lo sabía. Es decir, al principio pensé que sólo me lo parecía.

— ¿Y después? ¿Cuándo fue?

Перейти на страницу:

Похожие книги

Возвращение к вершинам
Возвращение к вершинам

По воле слепого случая они оказались бесконечно далеко от дома, в мире, где нет карт и учебников по географии, а от туземцев можно узнать лишь крохи, да и те зачастую неправдоподобные. Все остальное приходится постигать практикой — в долгих походах все дальше и дальше расширяя исследованную зону, которая ничуть не похожа на городской парк… Различных угроз здесь хоть отбавляй, а к уже известным врагам добавляются новые, и они гораздо опаснее. При этом не хватает самого элементарного, и потому любой металлический предмет бесценен. Да что там металл, даже заношенную и рваную тряпку не отправишь на свалку, потому как новую в магазине не купишь.Но есть одно место, где можно разжиться и металлом, и одеждой, и лекарствами, — там всего полно. Вот только поход туда настолько опасен и труден, что обещает затмить все прочие экспедиции.

Артем Каменистый , АРТЕМ КАМЕНИСТЫЙ

Фантастика / Боевая фантастика / Научная Фантастика