— Don’t patronize her. Her self-esteem is low enough. Always sacrificing. You want to be a translator? Being a translator is a noble business if you’re Baudelaire translating Poe. But you still have to write
— Go ahead and take her.
— I could not exploit her like you do. I would encourage her to finish her Ph.D. Find her own voice. She is your emotional crutch. If you don’t write, you blame her, you spill your coffee, you blame her, you bite your tongue, you blame her. Poor thing, she’s too young to know any better.
— I wonder why she thinks you’re so easy.
— Don’t step in her snare. You’re attacking me to defend yourself.
— You think that if you had a Tess you would have a show at the Whitney. You think Van Gogh was Van Gogh because he had Theo. Theo was Theo because he had Van Gogh.
— You need to do some soul searching. Don’t let yourself be swayed by her every need, cater to your own needs. Establish a reputation with people who can pay you. Octavio Paz, García Márquez. Build a career. Why be un escudero. Nobody can squeak a peep because tú sacas tu escudo y la defiendes. But artists need to feel frustration in order to create beauty. Unrecognized, she strives, pampered she dies. Cría cuervos y te sacarán los ojos. Y créeme. Te los va a sacar.
— Yo no soy un cuervo. Yo no tengo ojos. Yo soy ciega. Yo soy muda. Yo soy sorda.
— Indefensa palanca de un cangrejo. De muerta mosquita nada. Has picado a muchos y no te creemos más el cuento de la poesía pura. Eres una ambiciosa. Pero la poesía, la poesía ha sido siempre el arte del ocultamiento. Vislumbra en la oscuridad. Y crea en la tiniebla. Sacarla de las tinieblas la hace ciega. Salir a la luz, deja ver las costuras. Nadie quiere ver la historia de las heridas, lo que importa es el mito, la trascendencia y la oscuridad.
—
—
Pero, la carroña comenzó a hacer escantes con mis sesos. Por la noche, no podía pegar un ojo. Te lo conté.
Después de lavarme con la carne cruda que me abrió zanjas en la espalda y me sacó unas doradas ronchas encaracoladas, nos dirigimos directo a Penn Station.
La salida de unos trenes estaba anunciada a las doce en punto. Nos colamos, bajando unas escaleras, dando vueltas alrededor de las esquinas, y corriendo muertos de miedo — feeling the pennies jingling and the meat bouncing — hasta llegar al subterráneo. Allí vacíos andaban rodeados de ratas los rieles. Tú miraste disimulando hacia un lado y yo cerré mis ojos y lo tiré:
Cayó de cabeza y el muerto salió del saco. Al acecho ferviente de la carne también venían en manada hambrienta las ratas. Se le acercaron. Lo husmearon. En eso, pasó el tren, y debajo, sin ser pisadas esperaban las ratas. El muerto había sido arrollado por el tren. Luego se lo comieron las ratas.
— Qué tragedia para el muerto. Tres veces muerto.
— A lo mejor más. Quién era.
— La carne busca a la carne.
— Nuestras vidas que van a dar a la muerte.
— Phew — fue un exorcismo.