Bos hace un mudo gesto de admiración.
Víctor coge un fajo, lo arquea como si fueran naipes y lo suelta para que los billetes le acaricien las yemas de sus pulgares. Luego lo arroja con una elegancia teatral, y el fajo cae como al descuido encima de los otros.
Quizá por rivalizar en elegancia, Van Dongen coge una rosa roja, de un florerito sobre la mesa de centro, y la echa, también teatralmente, en la maleta.
Bos lo mira ceñudo, como si le reprochara una broma lúgubre.
– ¿Qué es eso, Jan?
– Para la secuestradora de la c lida voz -sonríe Van Dongen.
Víctor suelta una risotada.
Una vez cerrada la maleta, Víctor la coge por la correa de cuero cosida a un extremo y comienza a arrastrarla sobre las losas del despacho.
– Funciona muy bien. Es muy cómoda. Las rueditas son bien sólidas… No vas a tener ningún problema.
– Bueno, al fin, ya estamos listos -dice Bos, con aire cansado.
Van Dongen asiente y mira su reloj. Bos vuelve a colocar la maleta en la enorme caja de caudales y la cierra cuidadosamente.
– Ya deben estar por llamar. Shit! Hace falta acabar de una vez con esta pesadilla.
39
17 de noviembre, 10:00 a.m.
Un teléfono suena. La recepcionista descuelga el auricular.
– Groote International, buenos días… Yes, just a moment, please.
La muchacha pulsa el botón del intercomunicador.
– Mr. Bos, there's a call for you from Miss Myriam.
Karl Bos alza las cejas significativamente. Víctor lo mira expectante. Jan, que fuma y observa el paisaje por el ventanal, ni siquiera se vuelve.
– Hello? Yes…, yes… I understand, yes…(garabatea algo en un papel). Okay, we'll be there in a few minutes, but…
Y cuando expone su deseo de seguir en un segundo carro a Van Dongen, para su sorpresa ella le dice:
– No problem.
Bos cuelga y se levanta de un brinco, excitado. Mira sus apuntes.
– ¿Cómo va a ser la entrega? -pregunta Víctor.
– Muy simple, ya les explicaré.
Y Bos camina de prisa hacia un rincón. Se agacha, compone un código, abre la puerta y extrae la maleta. Víctor se le acerca para cogerla por la correa. Cuando tira de ella, la maleta rueda f cilmente. Los tres hombres se alejan en fila india por el lustroso embaldosado del pasillo, hasta el ascensor.
Mientras lo esperan, Bos suelta por fin lo que ya había demorado demasiado:
– Aceptan que vayamos en dos carros, siempre que tú conduzcas solo adelante -y le pone una mano en el pecho a Van Dongen-. Tienes que presentarte con la maleta en el lobby del Hotel Tritón dentro de veinte minutos. Habr un sobre a tu nombre en la recepción.
– Mejor salir por la puerta del subsuelo -propone Víctor, antes de pulsar un botón.
– Okay, let's go!
[10:05]
Alicia sale por la puerta principal del hotel, toma un pasillo a la derecha y se dirige hacia la piscina… Está disfrazada de gordita americana y lleva un pañuelo en la cabeza. De repente se detiene, echa un vistazo discreto hacia arriba, y hacia abajo, como si evaluara distancias. Saca del bolso una cajetilla de cigarros y aprovecha para dejar caer un tubo de témpera roja. Al agacharse para recogerlo traza rápidamente en el suelo un círculo rojo de 15 centímetros de di metro.
[10:20]
Víctor conduce con Karl Bos a su lado. Adelante avanza el carro de Van Dongen, que se estaciona en medio de otros dos carros. El de Víctor, queda en posición paralela al de Van Dongen. Entre ambos hay otros vehículos. Pero desde aquella explanada abierta, tienen excelente visibilidad hacia el hotel.
Ven a Van Dongen apearse, caminar hacia el maletero y abrirlo. Con binoculares, desde su ventana, también lo ve Alicia.
Un botones uniformado acude a ayudarlo con su pesada maleta.
Cuando Jan y el muchacho van subiendo los peldaños que conducen al lobby, Alicia deja los prism ticos sobre la cama y se prepara para cumplir su programa.
[10:27]
Jan Van Dongen y el botones llegan a la recepción. Tras una breve espera, una muchacha los atiende.
– Soy Van Dongen. Me anunciaron que hay un recado para mí.
Ella busca en una lista:
– Van Dongen… Sí, aquí tiene, señor.
Le entrega un sobre cerrado. Van Dongen lo coge y se aleja unos pasos por el lobby. Adentro hay un mensaje.
"Atraviese el Duty-Free Shop y salga del edificio del hotel. Siga por el pasillo que está a su derecha en dirección a la piscina. A partir de los baños de caballeros, comience a contar las baldosas. Deténgase en la baldosa número veintiséis, que tiene pintado un círculo rojo. Espere. Al cabo de unos instantes, un cartel le indicar cómo continuar."
[10:31]
Desde la perspectiva de su coche, Víctor y Bos ven a Van Dongen salir del Duty-Free Shop. Luego gira hacia la derecha y camina como buscando algo en el piso. Arrastra la maleta sobre sus rueditas, con una correa. Ahora lo ven detenerse. Víctor se come las uñas. A Karl Bos se le pinta la sorpresa en la cara cuando un cartel baja de repente, desde el tercer piso, y se detiene exactamente ante los ojos de Van Dongen.
– ¡Mira, mira, un cartel…! ¡Los hijos de puta, ahí est n! -y señala-: Viene de aquella ventana, del tercer piso ¿la ves?
Víctor observa atentamente. Se muestra perplejo.