La enumeración cronológica que reproducimos a continuación, en la que se mencionan tanto riadas de millones de presos como arroyos de simples e imperceptibles decenas de personas, dista mucho de estar completa, es pobre, limitada por mis capacidades para penetrar en el pasado. Precisa aún de muchas puntualizaciones por parte de quienes conocieron aquello y continúan en el mundo de los vivos.
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Lo más difícil de esta enumeración es empezar. Porque cuanto más se profundiza en las décadas pasadas menos testigos quedan, más se han apagado y oscurecido las voces, y no existen crónicas o están guardadas bajo llave. Y porque no es del todo justo medir por el mismo rasero los años de máxima crueldad (la guerra civil) y los primeros años de paz, en los que sí cabía esperar clemencia.
Pero antes ya de la guerra civil era evidente que Rusia, con su estructura de población, no servía, naturalmente, para ningún socialismo, que estaba llena de porquería. Uno de los primeros golpes de la dictadura cayó sobre los kadetés (el peor virus revolucionario en tiempos del zar y el peor virus de la reacción bajo el poder del proletariado). A finales de noviembre de 1917, en la primera convocatoria frustrada de la Asamblea Constituyente,* el partido de los kadetés* fue declarado fuera de la ley y empezó el arresto de sus miembros. Por esas fechas se llevó a cabo el
Por el sentido y el espíritu de la revolución es fácil adivinar que durante estos meses se llenaron las prisiones de Kresti, Butyrki,* y otras hermanas suyas provinciales, con grandes hacendados, destacados hombres públicos, generales y oficiales, y también con funcionarios de los ministerios y de todo el aparato estatal que no acataban las disposiciones del nuevo régimen. Una de las primeras operaciones de la Cheká fue arrestar al comité de huelga del Sindicato de Funcionarios de Rusia. Una de las primeras circulares del NKVD (diciembre de 1917) decía: «En vista del empecimiento (sabotaje) de los funcionarios... poner en práctica la máxima iniciativa propia
Y aunque para implantar «un riguroso orden revolucionario» V.I. Lenin exigía a finales de 1917 «aplastar sin compasión los brotes de anarquía entre borrachos, gamberros, contrarrevolucionarios y demás»
[13]—es decir, el principal peligro para la Revolución de Octubre lo veía en los borrachos, dejando a los contrarrevolucionarios en un discreto tercer lugar— la verdad es que se planteaba el problema de un modo más amplio. En el artículo «Cómo organizar la emulación socialista»* (7 y 10 de enero de 1918), V.I. Lenin proclamaba como único objetivo general