Bajo la divertida mirada del Maestro, Jessica volvió a atar su blusa. Entonces se encaminaron nuevamente hacia la habitación principal, haciendo un círculo lento alrededor de la barra. El Maestro conocía a todos allí, y Jessica no pudo dejar de notar todas las miradas anhelantes que conseguía de las mujeres en camisones. Las subs. No es que él pareciera notarlo. Él la mantenía cerca, con una mano siempre sobre ella. Cada toque se trasladaba a nuevas áreas, hasta que su piel estuvo tan sensible que incluso el roce de los pantalones contra el muslo la hacía temblar.
– Z, oí que habías pedido la parte trasera para esta noche. -Un hombre alto con pantalones y chaleco de cuero negro se apoyó contra el respaldo de un sofá, una bella morena enroscada a sus pies. Jessica recordaba haber visto al hombre en la pista la semana pasada, besando a una sub diferente. Él continuó, -Vance está limpiando la sala médica para tu escena.
– Ah. ¿Puedes creer que me había olvidado por completo de la lección? Gracias por recordarme, Daniel. -El Maestro miró hacia abajo. -Jessica, este es el Maestro D. Él ocasionalmente trabaja como un custodio de la mazmorra aquí.
¿Este era el Daniel que había perdido a su esposa, y que le gustaban las mujeres suaves? Se dio cuenta de que la estaba mirando con explícito reconocimiento. Ella se sonrojó, sabiendo que sus labios estaban hinchados por la boca de Z, y el camisón no ocultaba ni de cerca lo suficiente de ella.
– Estaré feliz de cuidar de Jessica mientras tú estás ocupado, Z -El Maestro D se ofreció con una sonrisa maliciosa.
Sintió el brazo del Maestro alrededor de ella volverse de hierro, y su voz estaba helada, pero tranquila.
– Gracias, Daniel. No creo que vaya a probar tu resistencia de esta manera.
El Maestro D parpadeó y levantó las cejas.
– Bueno entonces… nos vemos.
– Z, cariño. -Llevando a una sub rubia del cuello con una correa, una mujer hermosa en un catsuit de vinilo rojo se acercó a ellos. -Estamos esperando por tu escena. ¿Quieres usar mi esclava o…? -Su mirada pasó por encima de Jessica, y ella sonrió lentamente. -Eso es un hermoso bocado lo que tienes ahí. ¿La usarás a ella entonces?
Jessica miró al Maestro, su estómago retorciéndose. Él quería a otra mujer para… ¿para qué?
– Gracias por la oferta, Melissa. Dame un momento. -El Maestro agarró los hombros de Jessica, girándola hacia él. Su sonrisa había desaparecido. -Pequeña. La semana pasada prometí dar una breve escena de entrenamiento. Usaré una sub, pero… no creo que tú estés lista para esto, gatito.
Ella vio a la esclava de la mujer mirando al Maestro con abierta lujuria, toda babeando. Las manos de Jessica se apretaron en puños. Z era
– Voy a ser tu sub.
– Jessica, no te das cuenta lo que esto conlleva.
Las mariposas pululaban en su estómago, haciéndole temblar la voz.
– ¿Sería en público? ¿En esa sala médica?
– En esa habitación. En público. Sí.
– ¿Haciendo qué? -Se las arregló para preguntar. Tal vez ella podría mantener su ropa puesta.
– Estar accesible para mí, mascota. -Acarició con un dedo su mejilla. -Solamente placer, sin dolor. Pero la decisión es tuya.
¿Podría soportar verlo con otra persona? No
– Lo haré. Utilízam-me. -Jessica se atragantó un poco con la última palabra. ¿
– Bien. -Él inclinó su barbilla hacia arriba, estudiando su rostro hasta que tuvo que meter el labio entre los dientes para ocultar el temblor. -Eres aún muy nueva en esto. ¿Estás segura?
Ella dio una sacudida de su cabeza.
Zachary frunció el ceño ante los sentimientos de Jessica apoderándose de él. Su miedo se mezclaba con una posesión que lo complacía enormemente. Y sintió que tomar otra sub en este momento sería dañar su creciente confianza en él. Pero la lección que le había prometido a James no sería fácil para ella, aunque era perfecta para el papel.
Los ojos de ella se estrecharon mientras él lo consideraba, y pudo sentir su determinación. Terca poco descarada. ¿Cómo consiguió ella meterlo en esta situación? Suspiró.
– Que así sea. -Ubicó un brazo alrededor de la cintura de Jessica. -Daniel, Melissa, gracias por sus ofertas.
Daniel sonrió.
– Tu sub parece sumamente combativa.
Melissa resopló.
– Esto no durará mucho tiempo. -Ella tiró de la correa de la rubia y se dirigió hacia la parte posterior, diciendo: -Ven, esclava, creo que vamos a ver esto.
Z tiró de Jessica más cerca y fue detrás. Podía sentir la forma en que sus piernas se tambaleaban y sacudió la cabeza. Probablemente tendría que acarrearla para salir de la sala después.
El pasillo se había llenado de gente. Mientras Jessica entraba a la sala médica, se dio cuenta que las ventanas habían sido abiertas para que el público pudiera escuchar. Estarían escuchando al Maestro. A ella. Oh, Dios.