Читаем Historia del cerco de Lisboa полностью

Era un crepúsculo suave, el frío del atardecer apenas se sentía. Lado a lado, con los codos apoyados en el alféizar, María Sara y Raimundo Silva miraban en silencio, conscientes de sus mutuas presencias, el brazo de uno sintiendo el brazo del otro, y, poco a poco, la tibieza de la sangre. El corazón de Raimundo Silva latía con fuerza, le resonaba en los oídos, el de María Sara parecía querer agitarla de la cabeza a los pies. El brazo de él se acercó un poco más, el de ella permaneció donde estaba, expectante, pero Raimundo Silva no se atrevió a ir más lejos, poco a poco lo iba invadiendo el miedo, Puedo fallar, pensaba, no veía muy claro, o no quería ver, en qué podría fallar, pero esa misma indeterminación aumentaba su pánico. María Sara sintió que todo él retrocedía, como un caracol que se recoge a la protección de la concha, cada vez más profundo, y dijo cautelosamente, Es bonita la vista. Las primeras luces aparecían en las ventanas tocadas aún por un resto de claridad diurna, los faroles de la calle acababan de encenderse, alguien cerca de allí, en el Largo dos Lóios, habló en voz alta, alguien respondió, pero las palabras eran incomprensibles. Raimundo Silva preguntó, Los ha oído, Sí, los oí, No conseguí oír lo que decían, Yo tampoco, Nunca sabremos hasta qué punto nuestras vidas cambiarían si algunas frases oídas pero no percibidas hubieran sido entendidas, Lo mejor, creo yo, sería empezar por no simular que no percibimos las otras, las claras y directas, Tiene toda la razón, pero hay gente a quien atrae más lo dudoso que lo cierto, menos el objeto que el vestigio de él, más la huella en la arena que el animal que la dejó, son los soñadores, Y ése es, evidentemente, su caso, Hasta cierto punto, aunque tenga que recordarle que no fue mía la idea de escribir esta nueva historia del cerco, Digamos que yo presentí que tenía delante a la persona indicada para hacerlo, O que, prudentemente, prefiere no cargar con la responsabilidad de sus sueños, Estaría aquí si eso fuese verdad, No, La diferencia es que yo no busco huellas en la arena. Sabía Raimundo Silva que no necesitaba preguntar qué era entonces lo que buscaba María Sara, ahora podría ponerle un brazo sobre los hombros, como sin intención, un gesto simple, sólo fraterno por ahora, y dejar que ella reaccionase, quizá que relajase el cuerpo, tal vez que se volviera, cómo decir, redonda, y se dejase caer un casi nada hacia el lado, inclinando un poco la cabeza, a la espera del gesto siguiente. O se quedaría tensa, protestando silenciosamente, deseando que él percibiese que aún no era el tiempo, Pero entonces, cuándo, se preguntaba Raimundo Silva a sí mismo, olvidado del miedo que había sentido, Después de lo que acabamos de decir, de lo que explícitamente nos prometimos, lo lógico sería que ya nos hubiéramos abrazado y besado, al menos, sí, al menos. Se enderezó como sugiriendo que debían retirarse hacia dentro, pero ella continuó inclinada en el alféizar, y él le preguntó, No tiene frío, No, nada de frío. Reprimiendo un movimiento de impaciencia, volvió a la posición anterior, sin saber ahora de qué hablar, imaginando viciosamente que ella estaba divirtiéndose a su costa, todo era mucho más fácil cuando le telefoneaba, pero no podía decirle, Váyase, que voy a llamarla. Entonces, para salir de aquella situación embarazosa, se le ocurrió la idea de buscar un tema neutro, Esa casa de enfrente ocupa el sitio de una de las torres que defendían la puerta que estaba en este lugar, aún se nota la forma en la base, Y la otra torre, dónde estaba, debía de haber dos, Aquí mismo, donde estamos, Está seguro, Con seguridad absoluta, no, pero todo indica que sí, considerando lo que se sabe sobre el trazado de lo que sería esta parte de la muralla, Entonces aquí en la torre, qué somos nosotros, moros o cristianos, De momento, moros, estamos aquí justamente para impedir que los cristianos entren, No lo conseguiremos, ni va a ser preciso esperar al final del cerco, fíjese en los paneles de azulejos con los milagros de San Antonio, a la entrada de la calle, Abominables, Los milagros, No, los azulejos, Por qué se llama esta calle del Milagre de Santo António, cuando sólo en los paneles hay tres, No sé, tal vez el santo haya hecho algún milagro especial a los concejales, verdad es que quedaría más bonito de los Milagros, lo que no es imaginable, por ejemplo, es que San Antonio haya contribuido militarmente a la conquista de Lisboa, porque entonces aún no había nacido, Dos de los milagros del panel son conocidos, el de la aparición del Niño Jesús y el de la cántara partida, el otro no lo conozco, hay un caballo, o una mula, no me he fijado bien, Es una mula, Y qué sabe del caso, Tengo aquí un libro, lo compré de lance hace tiempo, es del siglo XVIII, en el que se cuentan todos los milagros del santo, incluido éste, Y qué dice, Mejor sería que lo leyera, Queda para otra vez, Cuándo, No lo sé, mañana, pasado, un día. Raimundo Silva respiró hondo, era imposible simular que no entendía las palabras, y se juró a sí mismo recordárselas, inapelable, a María Sara como promesa definitiva que imperativamente reclama su cumplimiento propio. Quedó tan alegre, tan suelto y libre, que le puso sin pensarlo la mano en el hombro y dijo, No, seré yo quien le lea la historia de la mula, vamos adentro, Es muy larga, Como todo, se puede contar en diez palabras, o en cien o en mil, o no acabar nunca.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Мой генерал
Мой генерал

Молодая московская профессорша Марина приезжает на отдых в санаторий на Волге. Она мечтает о приключении, может, детективном, на худой конец, романтическом. И получает все в первый же лень в одном флаконе. Ветер унес ее шляпу на пруд, и, вытаскивая ее, Марина увидела в воде утопленника. Милиция сочла это несчастным случаем. Но Марина уверена – это убийство. Она заметила одну странную деталь… Но вот с кем поделиться? Она рассказывает свою тайну Федору Тучкову, которого поначалу сочла кретином, а уже на следующий день он стал ее напарником. Назревает курортный роман, чему она изо всех профессорских сил сопротивляется. Но тут гибнет еще один отдыхающий, который что-то знал об утопленнике. Марине ничего не остается, как опять довериться Тучкову, тем более что выяснилось: он – профессионал…

Альберт Анатольевич Лиханов , Григорий Яковлевич Бакланов , Татьяна Витальевна Устинова , Татьяна Устинова

Детективы / Детская литература / Проза для детей / Остросюжетные любовные романы / Современная русская и зарубежная проза
Вдребезги
Вдребезги

Первая часть дилогии «Вдребезги» Макса Фалька.От матери Майклу досталось мятежное ирландское сердце, от отца – немецкая педантичность. Ему всего двадцать, и у него есть мечта: вырваться из своей нищей жизни, чтобы стать каскадером. Но пока он вынужден работать в отцовской автомастерской, чтобы накопить денег.Случайное знакомство с Джеймсом позволяет Майклу наяву увидеть тот мир, в который он стремится, – мир роскоши и богатства. Джеймс обладает всем тем, чего лишен Майкл: он красив, богат, эрудирован, учится в престижном колледже.Начав знакомство с драки из-за девушки, они становятся приятелями. Общение перерастает в дружбу.Но дорога к мечте непредсказуема: смогут ли они избежать катастрофы?«Остро, как стекло. Натянуто, как струна. Эмоциональная история о безумной любви, которую вы не сможете забыть никогда!» – Полина, @polinaplutakhina

Максим Фальк

Современная русская и зарубежная проза