Читаем Historia del cerco de Lisboa полностью

Pasaba poco de las cinco cuando sonó el timbre. Un toque leve, como de pasada, que precisamente hizo correr a Raimundo a la puerta como si tuviese miedo de que fuese una vez para nunca más, sólo en la sinfonía de Beethoven el destino llama y vuelve a llamar, en la vida no es así, hay ocasiones en las que tuvimos la impresión de que alguien estaba esperando fuera, y cuando fuimos a ver no había nadie, y en otras llegamos sólo un segundo tarde, la diferencia es que, en este caso, aún podemos preguntarnos, Quién habrá sido, y pasarnos el resto de la vida soñando con eso. Raimundo Silva no necesitará soñar. María Sara está allí, en el umbral, y entra, Hola, dijo, él respondió, Hola, y se quedaron los dos en el estrecho pasillo, un poco sombrío ahora que la puerta se ha cerrado. Raimundo Silva encendió la luz murmurando, Perdón, como si hubiera adivinado un pensamiento a María Sara, suspicaz y equívoco, Lo que tú quieres es aprovecharte de la oscuridad, crees que no me doy cuenta, la verdad es que empieza mal la tan deseada visita, estos dos que al teléfono tantas veces fueron inteligentes y brillantes, hasta ahora sólo se han dicho Hola, cuesta creer que después de las promesas implícitas, del juego de las rosas, de estos valerosos pasos que ella dio, quién sabe si no estará desilusionada con la manera de recibirla. Afortunadamente, en situaciones como ésta, difíciles, el cuerpo es rápido en comprender que el cerebro no está en condiciones de dar órdenes y se mueve por su propia cuenta, en general hace lo que conviene, y por el camino más corto, sin palabras, o usando de ellas lo que les sobra de inocua y casual, fue así como Raimundo Silva y María Sara se encontraron en el despacho, ella no se ha sentado aún, tiene su mano en la mano de él, tal vez ni una ni otro tengan conciencia de que están así desde que ella entró, sólo saben que están cogidos de la mano, la derecha de él y la izquierda de ella, María Sara busca una silla con la mirada, es entonces cuando Raimundo Silva, como si no hubiera otra manera de retenerla aún un instante, se lleva la mano de ella a los labios, y dio resultado, sí señor, porque María Sara, en el instante siguiente, estaba mirándolo de frente y él podía atraerla un poco hacia sí, los labios rozándale apenas la frente, junto a la raíz de los cabellos. Tan cerca e inmediatamente después tan lejos, porque ella retrocedió, cierto es que sin brusquedad, al tiempo que decía, Es una visita, recuérdelo. Él la soltó suavemente, Lo recuerdo, dijo, e indicó una silla, Al lado hay una salita con asientos más confortables, pero creo que se sentirá mejor aquí donde estamos, y tras decir esto se sentó en la única silla que quedaba, la del escritorio, permanecieron separados por la mesa, como en un consulta, Dígame qué le pasa, pero María Sara no hablaba, sabían ambos que le competía hablar a él, aunque sólo fuera para dar la bienvenida a quien acababa de llegar. Y él habló. Lo hizo en un tono uniforme, prácticamente sin modulaciones de persuasión o insinuación, queriendo que cada palabra valiese por sí misma, por el significado desnudo que en aquel momento y en aquella situación pudiese alcanzar, Vivo solo en esta casa, hace ya muchos años, no tengo mujer excepto cuando la necesidad aprieta, y entonces sigo sin tenerla, soy una persona sin atributos especiales, normal hasta en los defectos, y no esperaba ya mucho de la vida, en fin, esperaba conservar la salud porque es una comodidad, y que el trabajo no faltase, a esto, que no es poco, lo reconozco, se limitaban mis ambiciones, ahora me gustaría que la vida me diese lo que nunca recuerdo haber tenido, el sabor que realmente tiene. María Sara lo oyó sin apartar los ojos de los de él, salvo por un rápido movimiento en el que la atención concentrada fue sustituida por una expresión de sorpresa y curiosidad, y dijo, cuando Raimundo Silva llegó al fin, No estamos, creo yo, estableciendo las condiciones de un contrato, ni necesita informarme de lo que ya sabía, Es ésta la primera vez que le hablo de cosas particulares de mi vida, Las cosas que creemos particulares casi siempre son de conocimiento general, no imagina lo que se acaba sabiendo al cabo de dos o tres conversaciones aparentemente desinteresadas, Estuvo haciendo preguntas sobre mí, Hice preguntas sobre los correctores que trabajan para la editorial, para ayudarme a tener una idea, comprende, pero la gente está siempre dispuesta a decir más de lo que se le pregunta, es cuestión de estimularla un poco, de encaminarla sin que se den cuenta, Ya había notado esa habilidad suya, desde el principio, Sólo la uso para fines buenos, No me estoy quejando. Raimundo Silva se pasó la mano por la frente, vaciló un segundo, luego dijo, Me teñía el pelo, dejé de teñírmelo, las raíces blancas no son un espectáculo agradable, perdone, pronto volveré a estar con mi pelo natural, Pues yo he dejado de estarlo, por su culpa he ido hoy a la peluquería a teñirme mis venerables canas, Eran tan pocas que creo que no valía la pena, Entonces se había fijado, La miré desde lo bastante cerca, como me habrá mirado a mí para preguntarse cómo un hombre de mi edad no tenía aún canas, Nunca me pregunté tal cosa, a primera vista se notaba que se teñía el pelo, a quién cree que podría engañar, Probablemente sólo a mí mismo, Como yo he decidido ahora empezar a engañarme, Es igual, Qué es lo que es igual, Sus razones para teñirse, las mías para dejar de hacerlo, Explíquese mejor, He dejado de teñirme el pelo para ser como soy, Y yo, por qué me lo teñí yo, Para seguir siendo como es, Casuística admirable, voy a tener que practicar gimnasia mental todos los días para estar a su altura, No soy yo el más alto de los dos, sí el más viejo. María Sara sonrió levemente, Es una evidencia inconmovible que, por lo visto, le preocupa mucho, No me ha preocupado, la edad de cada uno sólo tiene un significado real en relación con la edad del otro, supongo que seré joven para una persona de setenta años, pero no tengo la menor duda de que para un muchacho de veinte estoy en la vejez, Y con relación a mí, cómo se ve, Ahora que se ha teñido sus escasas canas y yo estoy dejando aparecer todas las mías, soy un hombre de setenta años ante una muchacha de veinte, Sus cuentas están equivocadas, sólo quince años nos separan, Entonces tengo treinta y cinco años. Se echaron a reír los dos, y María Sara dijo, Vamos a llegar a un acuerdo entre los dos, Qué acuerdo, Que el tema de la edad y de las edades ha quedado agotado con esta conversación, Intentaré no volver a él, Será conveniente que haga algo más que intentarlo, porque no seré yo la interlocurora, Hablaré con el espejo, Hablará consigo mismo, si le gusta, pero no he venido a su casa para esto, Imagino que preguntarle para qué vino sería pretencioso por mi parte, O grosero, No estoy diciendo lo que debería, de repente me sale una frase que lo echa todo a perder, Que no le asuste ese miedo, no ha echado a perder nada, la verdad es que los dos estamos asustados, Si yo me levantara de aquí y le diera un beso, quizá, No lo haga, pero si lo hace no lo anuncie primero, Cada vez peor, otro en mi lugar sabría cómo proceder, Otro en su lugar tendría aquí otra mujer, Me rindo, He dicho que era sólo una visita, le pedí que esperase, Es lo que hago, pero yo ya sé lo que quiero, Convengo en que es importante saber qué se quiere, todo el mundo tiene en la boca frases así, pero creo que es mucho mejor querer lo que se sabe, se tarda más, es cierto, y la gente no tiene paciencia, Me rindo otra vez, qué puedo hacer entonces, Puede mostrarme su casa, habitualmente se empieza por ahí, Dime cómo vives y te diré quién eres, Al contrario, te diré cómo no debes vivir si me dices quién eres, Estoy intentando decirle quién soy, Y yo intentando descubrir cómo vamos a vivir. Raimundo Silva se levantó, se levantó también María Sara, él dio la vuelta a la mesa, se acercó, pero no demasiado, sólo le rozó un brazo, como para indicarle que iba a empezar la visita, con todo, ella se demoraba, miraba la mesa, los objetos de encima, la lámpara, papeles, dos diccionarios, Es aquí donde trabaja, preguntó, Sí, aquí trabajo, No veo señales de cierto cerco, Las verá, el castillo no es sólo este despacho.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Мой генерал
Мой генерал

Молодая московская профессорша Марина приезжает на отдых в санаторий на Волге. Она мечтает о приключении, может, детективном, на худой конец, романтическом. И получает все в первый же лень в одном флаконе. Ветер унес ее шляпу на пруд, и, вытаскивая ее, Марина увидела в воде утопленника. Милиция сочла это несчастным случаем. Но Марина уверена – это убийство. Она заметила одну странную деталь… Но вот с кем поделиться? Она рассказывает свою тайну Федору Тучкову, которого поначалу сочла кретином, а уже на следующий день он стал ее напарником. Назревает курортный роман, чему она изо всех профессорских сил сопротивляется. Но тут гибнет еще один отдыхающий, который что-то знал об утопленнике. Марине ничего не остается, как опять довериться Тучкову, тем более что выяснилось: он – профессионал…

Альберт Анатольевич Лиханов , Григорий Яковлевич Бакланов , Татьяна Витальевна Устинова , Татьяна Устинова

Детективы / Детская литература / Проза для детей / Остросюжетные любовные романы / Современная русская и зарубежная проза
Вдребезги
Вдребезги

Первая часть дилогии «Вдребезги» Макса Фалька.От матери Майклу досталось мятежное ирландское сердце, от отца – немецкая педантичность. Ему всего двадцать, и у него есть мечта: вырваться из своей нищей жизни, чтобы стать каскадером. Но пока он вынужден работать в отцовской автомастерской, чтобы накопить денег.Случайное знакомство с Джеймсом позволяет Майклу наяву увидеть тот мир, в который он стремится, – мир роскоши и богатства. Джеймс обладает всем тем, чего лишен Майкл: он красив, богат, эрудирован, учится в престижном колледже.Начав знакомство с драки из-за девушки, они становятся приятелями. Общение перерастает в дружбу.Но дорога к мечте непредсказуема: смогут ли они избежать катастрофы?«Остро, как стекло. Натянуто, как струна. Эмоциональная история о безумной любви, которую вы не сможете забыть никогда!» – Полина, @polinaplutakhina

Максим Фальк

Современная русская и зарубежная проза