En una de estas vueltas del pensamiento, Raimundo Silva fue distraído de sus preocupaciones por el recuerdo súbito de que en ninguna ocasión mostró María Sara curiosidad por saber cómo estaba él de relaciones sentimentales, para darles un nombre en el que todo cabe. Tal indiferencia, que al menos formalmente lo era, le provocó un movimiento de despecho, A fin de cuentas, no soy hombre acabado, qué se cree ella, y acto continuo se dio cuenta de que estaba dando voz a una especie de enfado infantil, disculpable según el conocido hecho de ser los hombres, todos, unos perfectos niños, agravado, ese enfado, por el malhumor de una virilidad ofendida, Orgullo de macho, orgullo de bestia, rezongó, y apreció la expresividad lapidaria de la fórmula, semánticamente intachable. Realmente, la actitud de María Sara podía ser explicada por su discreta naturaleza, hay personas absolutamente incapaces de forzar las puertas de la intimidad ajena, lo que, si bien se mira, no es el caso de ésta, que en todas las circunstancias, desde el principio, tomó las riendas y la iniciativa, sin contemplaciones. La explicación ha de ser pues otra, por ejemplo, considerar María Sara que su franqueza debía de ser espontáneamente retribuida, y, siendo así, no es imposible que a esta misma hora esté ella con malos pensamientos del tipo de Ojo con hombre que no habla y perro que no ladra. Tampoco se ha de excluir la probabilidad, más de acuerdo con la moral de los modernos tiempos, de haber encarado ella cualquier eventual relación con él como factor sin importancia, del género Yo sólo tengo que demostrar lo que siento, no voy a averiguar primero si el caballero está libre o no, que lo diga él. En todo caso, quien tuvo la idea de ir al fichero de personal para saber el domicilio de un corrector pudo también aprovechar la oportunidad para asegurarse de su estado civil, aunque se tratara de información antigua. Soltero es lo que está escrito en la ficha de Raimundo Silva, pero, si él se hubiera casado después, seguro que a nadie se le ocurriría registrar el cambio de estado. Aparte de eso, no se ignora que entre el estado de soltero y el de casado, o de divorciado, o de viudo, no son pocas las situaciones posibles, antes, durante y después, resumibles en las respuestas que cada uno va encontrando a la pregunta, A quién es a quien yo quiero, independientemente de querer a quien, incluyéndose aquí, claro está, todas las variantes principales y secundarias, tanto activas como pasivas.