Читаем Homo Ludus. Spanish edition полностью

Por supuesto, no sentía ningún dolor. A pesar de que era una enfermedad evidente. Cuánta gente en el mundo afirma que el alcohol no es una enfermedad, sino algo perjudicial para la salud. Si entablas una conversación de este tipo en Krakozhia, enseguida te recordarán algunas figuras históricas importantes, un montón de tradiciones desconocidas, e incluso algunas frases sonoras de los libros de historia, donde alguien en la antigüedad mencionaba la incapacidad de este estado para vivir sin "beber". No hace falta hablar de las heladas que se producen en invierno – no hay manera de prescindir de tal "salvación". Y todas estas pruebas nunca mencionaron que existen en casi todos los países, con cualquier historia, clima y tradiciones. Y que sólo dependen de quienes aportan estas pruebas. Una cosa es tratar de defenderse, encontrándose así bastante insignificante ante sus debilidades, y otra muy distinta es cómo se ve unido a algo grande, nacional o incluso incomprensible para la mente humana.

Pero allí estaba Gustave. Tan masculino, tan tranquilo, tan seguro de sí mismo. Sonja se había convencido tanto de que, si encontraba a su príncipe, no necesitaría


ni una gota de alcohol en la boca: no lo necesitaría cuando hubiera alguien que lo sustituyera. Que estaría plenamente presente en su vida, y que ni siquiera le daría una excusa para tocar la botella. Y ese momento por fin había llegado.

"Lo siento, no sé qué me pasa en absoluto", dijo la chica y se acercó a su pecho, tocando ligeramente su camisa. Se inclinó hacia él, esperando que la abrazara, aunque solo fuera un poco, porque entonces se sentiría mejor, mucho mejor; se olvidaría de Jim Beam en el coche y de la cafetería de al lado, y solo disfrutaría de su calor, tan suave y tranquilo, justo lo que necesitaba.

Y la abrazó. Muy suavemente. Y sus brazos eran suaves, y fue inmediatamente más fácil respirar. Y ella no podía creer que hubiera tanto que ganar en una situación así, por dura que fuera.

Pero no. Seguía queriendo un trago. La calidez del hombre sólo la salvó durante unos instantes, y luego volvió a la siguiente ronda. Sus manos seguían temblando por sí solas, como las frondosas hojas de un abedul solitario al viento, y la niebla persistente en su cabeza no hacía más que añadir más y más combinaciones de la ruta a la botella. Esta estúpida forma del cerebro de iniciar algún proceso dentro de sí mismo, que, al parecer, ya había sido elaborado.

Excepto que no lo hace para el propio cerebro – lo vuelve a ejecutar y trata de encontrar algo nuevo, cualquier cosa que pueda distinguir el pasado tal ejecución del pensamiento. Y así una y otra vez. Y cada vez empieza a parecer que se ha encontrado alguna solución, que se dispone de alguna salida, y que ahora el razonamiento terminará por fin. Pero continúan, y con nuevo y nuevo vigor. Y cada vez encuentran algunas partículas sin importancia que se convierten en enormes pedruscos en la conciencia, a causa de los cuales se hace imposible pensar de alguna manera. Y esto sucede hasta el momento en que la propia persona se agota finalmente, admitiendo ante sí misma su incapacidad para controlar su propio pensamiento.

"¡Muy bien, basta!", pensó Sonia para sí. – Aun así, había dos opciones. La primera, decírselo a Gustav. Él me entendería y no me negaría otra copa en su presencia, en un ambiente tranquilo. Todo lo que tengo que hacer es decir algo sensato y luego llevarlo casualmente a tomar una copa. O la segunda opción: decirle a Gustav que tengo algo que hacer en el coche, llamar al chófer y, cuando llegue, tomar un par de sorbos de Jim Beam, y luego seguir andando…"

No le gustaban las dos opciones. Especialmente la segunda. Obviamente apestaría a alcohol después de un par de sorbos. Y un par de sorbos no la


salvarían. Ya estaba claro. Sólo necesitaba un trago. Tenía que beber esta noche, y luego decidir qué hacer al respecto. ¿Cuál es el problema? Tomará un trago. Como si fuera la única. No es como si fuera una heroinómana. Es sólo que ella no debe beber demasiado, y una botella de Asti Martini se sumará a su encanto. Un caballero entendería eso, y Gustave lo entendería. Era un alivio.

"Gustav, entremos en algún sitio. De alguna manera no apreciaba mi fuerza con semejantes tacones de aguja", dijo Sonia, e inmediatamente recordó cuántas veces sus amigas le habían hablado de esto de los tacones: que era difícil andar con ellos, y que la belleza requería una atención especial, y que cualquier hombre capaz de hacer cualquier cosa lo apreciaría inmediatamente y llevaría a la chica a un restaurante, y no se podía hablar de otra cosa que de que el hombre era tan tonto que no se le había ocurrido hacerlo a él mismo, y por lo tanto no había límite para su culpabilidad, y la evidente victoria sobre él había sido ganada. Al final de este fugaz recuerdo de sus amigos mercantilistas y ávidos de dinero, Sonia había vuelto a marearse.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Дом-фантом в приданое
Дом-фантом в приданое

Вы скажете — фантастика! Однако все происходило на самом деле в старом особняке на Чистых Прудах, с некоторых пор не числившемся ни в каких документах. Мартовским субботним утром на подружек, проживавших в доме-призраке. Липу и Люсинду… рухнул труп соседа. И ладно бы только это! Бедняга был сплошь обмотан проводами. Того гляди — взорвется! Массовую гибель собравшихся на месте трагедии жильцов предотвратил новый сосед Павел Добровольский, нейтрализовав взрывную волну. Экстрим-период продолжался, набирая обороты. Количество жертв увеличивалось в геометрической прогрессии. Уже отправилась на тот свет чета Парамоновых, чуть не задохнулась от газа тетя Верочка. На очереди остальные. Павел подозревает всех обитателей дома-фантома, кроме, разумеется. Олимпиады, вместе с которой он не только проводит расследование, но и зажигает роман…

Татьяна Витальевна Устинова , Татьяна Устинова

Детективы / Остросюжетные любовные романы / Прочие Детективы / Романы