Hermione saltó, y unos trozos de lucio asado se deslizaron del plato de lata hasta caer al piso.
“Puedes cocinar tú ma˜nana, Ron, puedes buscar los ingredientes y probar un encantamiento que los transforme en algo digno de comerse, y yo me sentaré ah´ı y te pondré caras y gemiré, para que puedas ver como...”
“¡Callaros!” dijo Harry, parándose de un salto y levantando ambas manos. “¡Callaros, ahora!”
Hermione se ve´ıa ultrajada.
“Como puedes ponerte de parte de él, casi nunca cocina...”
“¡Hermione, cállate, oigo a alguien!”
Estaba esforzándose por escuchar, ten´ıa las manos levantadas aún, advirtiéndoles para que no hablaran. Entonces, sobre el torrente y efusión del oscuro r´ıo que hab´ıa junto a ellos, escuchó voces otra vez. Miró a su alrededor buscando el chivatoscopio. No se estaba moviendo.
“Conjuraste el encanto Muffliato sobre nosotros, ¿no?” le susurró a Hermione.
“Los hice todos” susurró en respuesta, “Muffliato, Repelente de Muggles y los Encantamientos Desilusionadores, todos ellos. No deber´ıan ser capaces de o´ırnos ni vernos, quienes quieran que sean.”
Fuertes ruidos de forcejeos y ara˜nazos, mas el sonido de piedras y ramitas desalojadas, les indicaron que varias personas estaban trepando por la empinada y arbolada ladera que descend´ıa hacia la angosta orilla donde hab´ıan armado la tienda. Sacaron las varitas y esperaron.
Los encantamientos que hab´ıan conjurado a su alrededor deber´ıan ser suficientes, en la casi total oscuridad, para escudarlos de la vista de los muggles y de los brujos y brujas normales. Si eran Mort´ıfagos, entonces tal vez sus defensas estuvieran a punto de ser probadas contra la Magia Oscura por primera vez.
Cuando el grupo de hombres llegó a la orilla las voces se hicieron más altas pero no más inteligibles. Harry estimaba que sus due˜nos deb´ıan estar a menos de veinte pies de distancia, pero el r´ıo que ca´ıa en forma de cascada hac´ıa que fuera imposible asegurarlo.
Hermione tomó su bolso bordado y empezó a registrarlo; después de un momento sacó tres O´ıdos Extensibles y les tiró uno a Harry y otro a Ron, que velozmente insertaron un extremo del cordón color piel en sus o´ıdos y sacaron el otro extremo fuera de la entrada de la tienda.
CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
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Segundos después Harry escucho una cansada voz masculina.
“Deber´ıa haber algunos salmones por aqu´ı, ¿o te parece que todav´ıa no ha llegado la temporada? ¡Accio Salmon! ”
Hubo varios ruidos de salpicaduras y luego ruidos distintivos del pescado batiéndose contra la carne. Alguien gru˜nó apreciativamente. Harry presionó más profundamente el extremo del O´ıdo Extensible en el suyo. Sobre el murmullo del r´ıo pod´ıa distinguir otras voces, pero no estaban hablando en espa˜nol ni en ningún otro lenguaje humano del que tuviera conocimiento. Era una lengua ruda y poco melodiosa, una sarta de repiqueteantes ruidos guturales, y parec´ıa haber dos interlocutores, uno con un tono apenas un poco más bajo y pausado que el otro.
Un fuego cobró vida del otro lado de la lona; largas sombras pasaron entre la tienda y las llamas. El delicioso aroma del salmón asado flotó tentadoramente en su dirección.
Luego llegó el tintinear de cubiertos sobre platos, y el primer hombre habló otra vez.
“Aqu´ı, Griphook, Gornuk.”
“¡Goblins!” Hermione articulo hacia Harry, quien asintió.
“Gracias” dijeron ambos Goblins en espa˜nol.
“Asi que ¿Cuánto tiempo habéis estado huyendo, vosotro tres?” preguntó una nueva voz, melodiosa y agradable; a Harry le sonó vagamente familiar, y se imagino a un hombre de panza redonda, y cara alegre.
“Seis semanas... siete... lo olvidé” dijo el hombre cansado. “Me encontré con Griphook los primeros d´ıas y unimos fuerzas con Gornuk no mucho después. Es agradable tener algo de compa˜n´ıa.” Hubo una pausa, mientras los cuchillos rasgaban los platos y apeque˜nas copas eran alzadas y vueltas a dejar en la tierra. “¿Que te hizo partir, Ted?” continuó el hombre.
“Sab´ıa que vendr´ıan a buscarme” contestó el de voz melodiosa, Ted, y de repente Harry supo quien era: el padre de Tonks. “La semana pasada escuché que los Mort´ıfagos estaban en el área y decid´ı que era mejor huir. Desde el principio, rehusé a registrarme como un nacido de muggles, sabes, as´ı que sab´ıa que era cuestión de tiempo, sab´ıa que al final tendr´ıa partir. Mi esposa deber´ıa estar bien, es de sangre pura. Y luego conoc´ı a Dean aqu´ı presente, ¿que hará, unos d´ıas, hijo?”
“Si,” dijo otra voz, y Harry, Ron y Hermione se miraron uno al otro, en silencio pero, a pesar de si mismos, emocionados, seguros de haber reconocido la voz de Dean Thomas, su compa˜nero de Gryffindor.
“Nacido de muggles, ¿eh?” preguntó el primer hombre.
“No estoy seguro,” dijo Dean. “Mi padre dejó a mi madre cuando yo era un ni˜no.
Aunque no tengo pruebas de que haya sido un brujo.”
Por un momento se hizo el silencio, salvo por los sonidos de masticación; luego Ted volvió a hablar.