“Bueno siento haberte desilusionado.” dijo Harry, su voz lo bastante serena aunque se sent´ıa vac´ıo, inadecuado. “Fui honesto contigo desde el principio. Te dije todo lo que Dumbledore me hab´ıa dicho. Y en caso que no te hayas dado cuenta, encontramos un Horcrux...”
“Si, y estamos casi tan cerca de librarnos de él como lo estamos de encontrar el resto de ellos... ¡En otras palabras, para nada cercanos, maldición!”
“Qu´ıtate el relicario, Ron.” dijo Hermione, su voz inusualmente alta. “Por favor qu´ıta-telo. No estar´ıas hablando de esa forma si no hubieras estado usándolo todo el d´ıa.”
“Si, lo har´ıa.” dijo Harry, que no quer´ıa que le buscaran excusas a la actuación de Ron. “¿En serio creeis que no he adivinado que pensabais estas cosas?”
“Harry, nosotros no estábamos...”
“¡No mientas!” le lanzó Ron. “Tu también lo dijiste, dijiste que estabas desilusionada, CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
176
dijiste que hab´ıas cre´ıdo que ten´ıa algo más en lo que apoyarse, además de...”
“No lo dije de esa forma, Harry, ¡No lo hice!” lloró.
La lluvia aporreaba la tienda, por el rostro de Hermione ca´ıan las lágrimas, y la emoción que hab´ıa sentido hac´ıa unos minutos se desvaneció como si nunca la hubiera experimentado, un fuego artificial de corta vida que hab´ıa brillado y muerto, dejándolo todo oscuro, mojado y fr´ıo. La espada de Gryffindor estaba escondida y no sab´ıan dónde, y eran tres adolescentes en una tienda cuya única haza˜na hasta el momento consist´ıa en no estar muertos, aún.
“¿Entonces por qué estáis aqu´ı aún?” le preguntó Harry a Ron.
“Que me registren.”
“Iros a casa, entonces.” dijo Harry.
“¡Si, tal vez lo haga!” gritó Ron, y dio varios pasos hacia Harry, que no se echó para atrás. “¿No escuchaste lo que dijeron de mi hermana? Pero no das un pedo de gato, no.
Es solo el Bosque Prohibido. Ha-enfrentado-cosas-peores, a Harry Potter no le importa lo que le pase a ella all´ı... bueno a mi si, entiendes, ara˜nas gigantes y juegos de mente...”
“Lo que quise decir... es que estaba con los demás, estaban con Hagrid...”.
“Si, lo entiendo, ¡No te importa! Y que hay acerca del resto de mi familia, ...los Weasley lo que menos que necesitan es más hijos heridos... ¿o´ıste eso?”
“Si, yo...”
“¿Sin embargo no te preocupó lo que quiso decir con eso?”
“¡Ron!” dijo Hermione, forzando su camino para interponerse entre ellos. “No creo que signifique que haya pasado nada nuevo, nada de lo que no estemos enterados; piensa, Ron, Bill ya tiene una cicatriz, a esta altura mucha gente debe haber visto que George perdió una oreja, y se supone que tú estás en tu lecho de muerte con Spattergroit. Estoy segura que eso fue lo que quiso decir...”
“Oh, estás segura, ¿verdad? Bueno, entonces, no me preocuparé por ellos. Para ti también está todo bien, ¿no es cierto? Con tus padres a salvo fuera del camino...”
“¡Mis padres están muertos!” rugió Harry.
“¡Y los m´ıos podr´ıan estar en el mismo camino!” gritó Ron.
“Entonces ¡VETE!” rugió Harry. “Regresa con ellos, pretende que te recuperaste del Spattergroit y tu madre podrá alimentarte bien y...”
Ron hizo un movimiento súbito. Harry reaccionó, pero antes de que cualquiera de las dos varitas estuviera fuera de los bolsillos de sus propietarios, Hermione hab´ıa levantado la suya.
“¡Protego! ” gritó, y un escudo invisible se extendió entre ella y Harry de un lado y Ron del otro; todos ellos se vieron forzados a retroceder unos pocos pasos por la fuerza del hechizo, y Harry y Ron se miraban insistentemente a cada lado de la transparente barrera como si se vieran claramente uno al otro por primera vez. Harry sintió un odio corrosivo contra Ron. Algo se hab´ıa roto entre ellos.
“Deja el Horcrux.” dijo Harry.
Ron se pasó la cadena por sobre la cabeza y tiró el relicario sobre una silla cercana.
Se giró hacia Hermione.
CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
177
“¿Que vas a hacer?”
“¿A que te refieres?”
“¿Te quedas, o qué?”
“Yo...” se ve´ıa angustiada. “Si...si, me quedo. Ron, dijimos que ir´ıamos con Harry.
Dijimos que lo ayudar´ıamos.”
“Lo entiendo. Lo eliges a él.”
“Ron, no... por favor... regresa, ¡Regresa!”
Se vio obstruida por su propio encantamiento escudo; para cuando lo hubo levantado él ya hab´ıa salido rabiando hacia la noche. Harry permaneció inmóvil y en silencio, escuchándola sollozar y gritar el nombre de Ron entre los árboles.
Después de unos pocos minutos regresó, el empapado cabello pegado contra la cara.
“¡Se ha i-i-ido! ¡Se ha Desaparecido!”
Se tiró sobre una silla, se encogió sobre s´ı misma, y empezó a llorar.
Harry se sent´ıa aturdido. Se detuvo, levantó el Horcrux, y lo colocó alrededor de su cuello. Sacó las mantas de la litera de Ron y las tiró sobre Hermione. Luego trepó a su propia cama y miró al oscuro techo de lona, escuchando el repiqueteo de la lluvia.
Cap´ıtulo 16
El Valle de Godric