Se Aparecieron en el pueblo protegidos por la oscuridad, la tarde estaba ya avanzada cuando finalmente se bebieron la Poción Multijugos, Harry transformándose en un muggle calvo y de edad madura, Hermione en su peque˜na y bastante t´ımida esposa. Guardaron la bolsa de cuentas que conten´ıa todas sus posesiones (aparte del Horrocrux, el cual Harry llevaba colgado al cuello) dentro de uno de los bolsillos del abrigo abotonado de Hermione. Harry colocó la Capa de Invisibilidad sobre ellos, y se sumergieron bajo la sofocante oscuridad una vez más.
Con el corazón latiendo en su garganta, Harry abrió los ojos. Estaban parados cogidos de la mano en un camino nevado bajo un cielo azul oscuro, en el que las primeras estrellas de la noche empezaban a brillar débilmente. Hab´ıa chalets a ambos lados del angosto camino, con decoraciones navide˜nas parpadeando en las ventanas. A poca distancia de ellos, el brillo de algunos faroles dorados indicaba el centro del pueblo.
CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC
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“¡Toda esta nieve!” murmuró Hermione debajo de la capa. “¿Por qué nunca pensamos en la nieve? Después de todas las precauciones que tomamos, ¡vamos a dejar huellas!
Tenemos que deshacernos de ellas ... tú ve delante, yo lo haré...”
Harry no quer´ıa entrar al pueblo como un caballo de pantomima, tratando de permanecer inadvertidos mientras cubr´ıan su rastro mágicamente.
“Vamos a quitarnos la capa” dijo Harry, y cuando vio la expresión espantada de Hermione dijo. “Oh, vamos, no parecemos nosotros y no hay nadie cerca.”
Escondió la capa bajo su abrigo y continuaron sin ningún otro impedimento, el aire helado cortándoles la cara mientras pasaban más y más chalets: Alguno de ellos pudo haber sido en el que James y Lily alguna vez vivieron o en el que Bathilda viv´ıa ahora.
Harry miraba las puertas principales, sus techos cargados de nieve, y sus porches, deseando poder recordar alguno de ellos, sabiendo en el fondo que eso era imposible, que ten´ıa menos de un a˜no cuando dejó este lugar para siempre. Ni siquiera estaba seguro de si podr´ıa ver el chalet después de todo; no sab´ıa lo que pasaba cuando todos los relacionados con un Encantamiento Fidelius mor´ıan. Entonces, la peque˜na vereda por donde caminaban se curvó a la izquierda hacia el corazón del pueblo, en donde apareció una peque˜na plaza.
Acordonado en todo su alrededor con luces de colores, hab´ıa lo que parec´ıa como un monumento en su centro, en parte oscurecido por la sombra de un árbol de Navidad. Hab´ıa algunas tiendas, una oficina de correos, un bar, y una peque˜na iglesia cuyas vidrieras de colores lanzaban un resplandeciente brillo a través de la plaza.
Aqu´ı la nieve ten´ıa otro efecto: Era dura y resbaladiza, como si la gente la hubiera estado pisoteando todo el d´ıa. Se cruzaron con algunos habitantes, sus figuras débilmente iluminadas por los faroles. Escucharon algunas risas y música pop en un momento en que la puerta del bar se abrió y se cerró; después escucharon el principio de un villancico dentro de la peque˜na iglesia.
“¡Harry, creo que es Nochebuena!” dijo Hermione.
“¿Si?”
Hab´ıa perdido la cuenta de las fechas; no hab´ıan visto un periódico en semanas.
“Estoy segura de que s´ı” dijo Hermione, con los ojos fijos en la iglesia. “Ellos... estarán dentro, ¿verdad? Tu padre y tu madre. Puedo ver el cementerio detrás.”
Harry sintió un estremecimiento más allá de la emoción, más parecido al miedo. Ahora que estaba tan cerca, se preguntó qué era lo que quer´ıa ver después de todo. Quizás Hermione sab´ıa cómo se sent´ıa, porque le tomó la mano y dirigió el paso por primera vez, arrastrándolo con ella. Sin embargo, al cruzar la plaza, se pararon en seco.
“¡Harry, mira!”
Estaba apuntando a donde antes estaba un monumento a los ca´ıdos. Al dejarlo atrás, se hab´ıa transformado. En lugar de un obelisco cubierto de nombres, hab´ıa una estatua con tres personas: un hombre con gafas y cabello desali˜nado, una mujer con largo cabello y un rostro bello y amable, y un bebé sentado en sus brazos. Hab´ıa un poco de nieve sobre sus cabezas de forma que parec´ıan gorros blancos.
Harry se acercó, contemplando el rostro de sus padres. Nunca se hubiera imaginado que hubiera una estatua... Era extra˜no verse representado a s´ı mismo en la piedra, un bebé feliz sin ninguna cicatriz en la frente...
“Vamos” dijo Harry, cuando hubo visto suficiente, y se dieron la vuelta rumbo a la iglesia. En el momento en que cruzaron la calle, se volvió sobre su hombro; la estatua se CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC
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hab´ıa convertido en el monumento que vieron en un principio.
Los cantos se hac´ıan más fuertes a medida que se aproximaban a la iglesia. A Harry se le encogió la garganta, le recordaba mucho a Hogwarts, a Peeves cantando groseras versiones de villancicos dentro de las armaduras, a los doce árboles de navidad dentro del Comedor, a Dumbledore usando una gorra que hab´ıa ganado en un trueque, a Ron con un suéter tejido a mano.