“¿Creéis que me dará un trozo de la chica cuando termine con ella?” gaznó Greyback mientras los arrastraba a lo largo del pasillo. “Creo que conseguiré un pedazo o dos, ¿no crees, pelirrojo?”
Harry pod´ıa sentir a Ron temblando. Fueron forzados a bajar un tramo de escalones, todav´ıa atados espalda con espalda y a riesgo de resbalar y romperse el cuello en cualquier momento. En el fondo hab´ıa una pesada puerta. Greyback la abrió con su varita, después les obligó a entrar en la oscura, húmeda y mohosa habitación y los dejó en medio de una oscuridad total. El eco del golpe de la puerta al cerrarse no hab´ıa muerto cuando un terrible y desgarrado gritó llegó de directamente de encima de ellos.
“¡HERMIONE!” bramó Ron, y empezó a retorcerse y luchar contra las cuerdas que CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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los ataban, haciendo que Harry se tambaleara. “¡HERMIONE!”
“¡Cállate!” dijo Harry. “Cállate, Ron, tenemos que salir de aqu´ı...”
“¡HERMIONE, HERMIONE!”
“Necesitamos un plan, deja de chillar... tenemos que librarnos de estas cuerdas...”
“¿Harry?” llegó un susurró a través de la oscuridad. “¿Ron! ¿Eres tú?”
Ron dejó de gritar. Se produjo un sonido de movimiento cerca de ellos, entonces Harry vio una sombra que se acercaba.
“¿Harry? ¿Ron?”
“¿Luna?”
“¡Si, soy yo! ¡Oh, no, no quer´ıa que os capturaran!”
“¿Luna, puedes ayudarnos a librarnos de estas cuerdas?” dijo Harry.
“Oh, si, eso espero... Hay una vieja púa que utilizamos si tenemos que cortar algo...
solo un momento...”
Hermione gritó de nuevo arriba, y pudieron oir a Bellatrix gritando también, pero sus palabras resultaron inaudibles, porque Ron gritaba de nuevo.
“¡HERMIONE! ¡HERMIONE!”
“¿Se˜nor Ollivander?” pudo Harry oir que dec´ıa Luna. “¿Se˜nor Ollivander, tiene la púa?
Si se mueve solo un poco... creo que estaba junto a la palangana de agua.”
Estuvo de vuelta en segundos.
“Tenéis que estaros quietos” dijo.
Harry pod´ıa sentirla trabajando con las fibras resistentes de la cuerda para soltar los nudos. Desde arriba oyeron la voz de Bellatrix.
“¡Voy a preguntártelo de nuevo! ¿De donde ha salido esta espada? ¿De donde?”
“La encontramos... la encontramos... ¡POR FAVOR!” gritó Hermione de nuevo. Ron luchó con más fuerza que nunca, y la púa oxidada resbaló sobre la mu˜neca de Harry.”
“¡Ron, por favor estate quieto!” susurró Luna. “No puedo ver lo que estoy haciendo...”
“¡En mi bolsillo!” dijo Ron. “¡En mi bolsillo, hay un Desiluminador, y está lleno de luz!”
Unos pocos segundos después, se oyó un click y las esferas luminiscentes que el Desiluminador hab´ıa succionado de las lámparas de la tienda de campa˜na volaron hasta el techo.
Incapaz de unir sus fuerzas, simplemente colgaron all´ı como diminutos soles, ba˜nando la habitación de luz. Harry vio a Luna, toda ojos en su cara blanca, y la inmóvil figura de Ollivander, el fabricante de varitas, acurrucada en el suelo en la esquina. Girando el cuello, captó un vistazo de sus compa˜neros prisioneros: Dean y Griphook el duende, que parec´ıa a penas consciente, mantenido en pie por las cuerdas que le ataban a los humanos.
“Oh, as´ı es mucho más fácil, gracias, Ron” dijo Luna, y empezó de nuevo a trabajar en sus ataduras “¡Hola, Dean!”
Desde arriba llegó la voz de Bellatrix.
“Estás mintiendo, asquerosa sangresucia, y lo sé! ¡Has estado dentro de mi cámara de Gringotts! ¡Dime la verdad!”
CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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Otro terrible grito...
“¡HERMIONE!”
“¿Que más cogisteis? ¿Qué más tomásteis? ¡Dime la verdad o, lo juro, te atravesaré con este cuchillo!”
“¡Ya!”
Harry sintió las cuerdas caer y se giró, frotándose las mu˜necas, para ver a Ron corriendo por la celda, levantando la mirada hacia el bajo techo, buscando una trampilla. La cara de Dean estaba magullada y sanguinolenta, dijo ’Graciasá Luna y se quedó all´ı de pie, temblando, pero Griphook se derrumbó en el suelo de la celda, con aspecto de estar atontado y desorientado, hab´ıa muchos verdugones en su cara atezada.
Ron estaba ahora intentando Desaparecer sin varita.
“No hay forma de salir, Ron” dijo Luna, observando sus infructuosos esfuerzos. “El techo es completamente a prueba de fugas. Yo lo intenté, al principio; el Se˜nor Ollivander ha estado aqu´ı mucho tiempo, él también lo intentó.”
Hermione estaba gritando de nuevo. El sonido atravesó a Harry como un dolor f´ısico.
Apenas consciente del feroz dolor de su cicatriz, también él empezó a correr por la celda, tanteando las paredes aunque sab´ıa, en el fondo de su corazón que era inútil.
“¿Qué más os llevasteis, qué mas? ¡RESPONDEME! ¡CRUCIO! ”