Harry miró a los otros dos, y luego dijo “Necesitamos discutir esto, Griphook, si le parece bien. ¿Podr´ıa darnos unos minutos?”
El duende asintió, pareciendo enfadado.
Abajo, en el vac´ıo salón, Harry caminó hacia la chimenea con el ce˜no fruncido, tratando de pensar en qué hacer. Detrás de él, Ron dijo, “Está bromeando. No podemos darle esa espada.”
“¿Es verdad?” preguntó Harry a Hermione. “¿Gryffindor robó la espada?”
“No lo sé” dijo desesperanzadamente. “La historia de los magos a menudo evita lo que estos han hecho a otras razas mágicas, pero no hay ningún informe que conozca que diga que Gryffindor robó la espada.”
“Será una de esas historias de duendes” dijo Ron “sobre como los magos estamos siempre tratando de terminar sobre ellos. Supongo que deber´ıamos sentirnos felices de que no nos haya pedido una de nuestras varitas.”
“Los duendes tienen buenas razones para que no les gusten los magos, Ron.” dijo Hermione. “Han sido tratados brutalmente en el pasado.”
“Los duendes no son exactamente peque˜nos conejos mullidos, ¿no?” dijo Ron. “Han matado ha muchos de los nuestros. Han peleado sucio también.”
“Pero discutir con Griphook sobre que raza es la más misteriosa y violenta no va a ponerlo más deseoso de ayudarnos, ¿no?”
Hubo una pausa mientras intentaban pensar en una solución al problema. Harry miró afuera hacia la tumba de Dobby. Luna estaba colocando lavanda de mar en un CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
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tarro de mermelada al lado de la piedra principal.
“Muy bien” dijo Ron, y Harry se volvió para verlo,
“¿Qué?”
“Le decimos a Griphook que necesitamos la espada hasta que estemos dentro de la cámara y que luego podrá tenerla. Hay una falsa dentro, ¿no? Las cambiamos, y le damos la falsa.”
“¡Ron, notará la diferencia mejor que nosotros!” dijo Hermione. “¡Él fue el único que notó que hab´ıa habido un cambio!”
“Si, pero podr´ıamos escapar antes que se de cuenta...”
Se acobardó ante la mirada que le echó Hermione.
“Eso” dijo silenciosamente, “es despreciable. ¿Pedir su ayuda, y luego traicionarlo? ¿Y
tú te preguntas por qué a los duendes no les gustan los magos, Ron?”
Las orejas de Ron se pusieron rojas.
“¡Esta bién, esta bién! ¡Era lo único que se me ocurr´ıa! ¿Cuál es tu solución, entonces?”
“Necesitamos ofrecerle algo más, algo igual de valioso.”
“Brillante, iré y traeré una de nuestras antiguas espadas hechas por duendes y tú puedes envolverla en papel de regalo.”
El silencio se hizo entre ellos otra vez. Harry estaba seguro de que el duende no aceptar´ıa nada más que la espada, aunque ellos tuvieran algo igual de valioso que ofrecerle.
Pero la espada era su única, su arma indispensable contra los Horcruxes.
Cerró los ojos durante un minuto o dos y escuchó la intensidad del mar. La idea de que Gryffindor hubiera robado la espada le resultaba desagradable: Siempre hab´ıa estado orgulloso de ser un Gryffindor; Gryffindor hab´ıa sido el campeón de los nacidos Muggle, el mago que hab´ıa chocado con el amante de la sangre pura, Slytherin....
“A lo mejor está mintiendo” dijo Harry, abriendo los ojos otra vez. “Griphook. Tal vez Gryffindor no robó la espada. ¿Como sabemos que su versión de la historia es la buena?”
“¿Hay alguna diferencia?” preguntó Hermione.
“Cambia lo que siento sobre ello” dijo Harry.
Tomó un profundo respiro.
“Le diremos que le daremos la espada después de que nos ayude a entrar en la cámara...
pero seremos cuidadosos de evitar decirle cuando exactamente podrá tenerla.”
Una amplia sonrisa se extendió lentamente en la cara de Ron. Hermione, sin embargo, parec´ıa alarmada.
“Harry, no podemos...”
“Podrá tenerla” continuó Harry, “cuando la hallamos usado con todos los Horcruxes.
Me aseguraré de que la tenga entonces. Mantendré mi palabra.”
“¡Pero eso podr´ıan ser a˜nos!” dijo Hermione.
“Si sé, pero él no la necesita. No estaré mintiendo... realmente.”
Harry encontró sus ojos con una mezcla de desaf´ıo y verguenza. Recordó las palabras que hab´ıan sido grabadas sobre la entrada de Nurmengard: POR EL BIEN MAYOR.
Apartó la idea. ¿Qué opción ten´ıan?
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“No me gusta” dijo Hermione.
“A m´ı tampoco mucho” admitió Harry.
“Bien, creo que es genial” dijo Ron, poniéndose de pie otra vez. “Vamos a decirselo.”
De vuelta en la peque˜na habitación, Harry hizo la oferta, cuidando de decirlo sin dar una fecha definitiva para la entrega de la espada. Hermione miró con el ce˜no fruncido al piso mientras hablaba; se sintió irritado con ella, con temor de que pudiese estropearlo.
Sin embargo, Griphook no ten´ıa ojos para nadie excepto para Harry.
“¿Tengo tu palabra, Harry Potter, de que me daras la espada de Gryffindor si te ayudo?”
“Si” dijo Harry.
“Entonces aprieta mi mano” dijo el duende, levantando su mano.
Harry la tomó y sacudió. Se preguntó si esos ojos negros vieron algún recelo en los suyos. Luego Griphook lo soltó, rápidamente juntó sus manos, y dijo, “¡Entonces comen-zamos!”