“Luna, te lo dijimos” le dijo Hermione “Ese cuerno explotó. Era de un Erumpent, no de un Snorkack de cuerno arrugado...”
“No, era definitivamente un cuerno de Snorkack,” dijo Luna serenamente, “Papá me lo dijo. Lo habrá reformado ya probablemente, se curan a s´ı mismos, ¿sabes?”
Hermione sacudió su cabeza y continuó poniendo los tenedores mientras Bill aparec´ıa, conduciendo al Sr. Ollivander por las escaleras. El creador de varitas todav´ıa se ve´ıa excepcionalmente débil, y se aferró al brazo de Bill mientras éste lo sosten´ıa, cargando una gran maleta.
“Voy a echarle de menos, Sr. Ollivander” dijo Luna, acercándose al viejo hombre...
CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
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“Y yo a t´ı, querida” dijo Ollivander, dándole palmaditas en el hombro. “Fuiste un inexpresable alivio para m´ı en ese terrible lugar.”
“Entonces, au revoir, Mg. Ollivandeg” dijo Fleur, besándolo en ambas mejillas “Y me pregunto si podr´ıa hacegme el favog de entregag un paquete a Muriel la t´ıa de Bill!... No le he devuelto su tiaga.”
“Será un honor” dijo Ollivander con una peque˜na reverencia “es lo m´ınimo que puedo hacer en agradecimiento a su generosa hospitalidad.”
Fleur sacó un gastado malet´ın de terciopelo, el cual abrió para mostrarselo al creador de varitas. La tiara brillaba y centelleaba a la luz de la baja lámpara colgante.
“Piedras de luna y diamantes” dijo Griphook, que hab´ıa llegado furtivamente al cuarto sin que Harry lo notara. “Hecha por duendes, ¿no?”
“Y pagada por magos” dijo Bill seriamente, y el duende le lanzó una mirada que era tanto furtiva como desafiante.
Un viento fuerte golpeó contra las ventanas de la casa mientras Bill y Ollivander ingresaban a la oscuridad. El resto de ellos se puso con dificultad alrededor de la mesa; codo a codo y con apenas suficiente espacio para moverse, comenzaron a comer. El fuego crujió y pasó por la rejilla a su lado. Fleur, notó Harry, simplemente jugaba con su comida; echaba un vistazo a la ventana cada poco minutos; sin embargo, Bill regresó antes que hubiesen terminado su primer plato, con el largo pelo enredado por el viento.
“Todo esta bien” le dijo a Fleur “Ollivander se instaló, mamá y papá mandan saludos.
Ginny te env´ıa todo su amor, Fred y George están sacando a Muriel de sus casillas, siguen con su negocio de pedidos mediante búhos en el cuarto trasero. Pienso que la animó tener otra vez su tiara. Dijo que pensaba que se la hab´ıamos robado.”
“Ah, es charmante (encantadora) tu t´ıa” dijo Fleur irritadamente, agitando su varita y haciendo que los platos sucios se elevaran y formaran un montón en el aire. Los cogió y salió del cuarto.
“Mi padre esta haciendo una tiara” dijo con voz aguda Luna “Bueno, mas bien una corona, en realidad.”
Ron miró a Harry y sonrió; Harry supo que se estaba acordando del absurdo tocado que hab´ıan visto en su visita a Xenophilius.
“S´ı, está tratando de recrear la diadema perdida de Ravenclaw. Cree que ya ha identificado la mayor´ıa de los elementos fundamentales. A˜nadir la alas billywig realmente fue un avance...”
Se oyó una explosión en la puerta principal. Todo el mundo se giró hacia all´ı. Fleur salió corriendo desde la cocina, mirando aterrorizada; Bill se levantó rápidamente, con su varita apuntando a la puerta; Harry, Ron, y Hermione hicieron lo mismo. Silenciosamente Griphook se deslizó debajo de la mesa, fuera de la vista.
“¿Quién es?” dijo Bill.
“Soy yo, ¡Remus John Lupin!” dijo una voz sobre el aullante viento. Harry experimentó un estremecimiento de miedo; ¿que hab´ıa pasado?” Soy un hombre lobo, casado con Nymphadora Tonks, y ustedes, los guardianes secretos de la casa de campo Shell, me dijeron la dirección y me ordenaron venir en caso de emergencia.
“Lupin” susurró Bill, y corrió a la puerta abriéndola.
Lupin cayó sobre el umbral. Estaba pálido, abrigado con una capa de viaje, su pelo CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
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grisáceo azotado por el viento. Se enderezó, miró alrededor del cuarto, asegurandose de quien estaba all´ı, luego gritó fuerte, “¡Es un ni˜no! ¡Lo hemos llamado Ted, por el padre de Dora!”
Hermione chilló.
“¿Que... Tonks... Tonks tuvo el bebé?”
“Si, si, ¡tuvo el bebé!” gritó Lupin. Todos alrededor de la mesa gritaron de placer y suspiros de alivio: Hermione y Fleur chillaron, “¡Felicidades!” y Ron dijo, “Dios, un bebé!”
como si nunca hubiese escuchado eso antes.
“Si... si... un ni˜no,” dijo Lupin otra vez, que parec´ıa aturdido por su propia felicidad.
Caminó a zancadas alrededor de la mesa y abrazó a Harry; la escena en el sotano en Grimmauld parec´ıa no haber sucedido nunca.
“¿Serás su padrino?” dijo mientras miraba a Harry.
“Y... ¿yo?” tartamudeó Harry.
“Tu, si, claro... Dora esta de acuerdo, quién mejor...”
“Yo... si... Dios...”
Harry se sintió abrumado, atónito, encantado; Bill se apuraba buscando el vino, y Fleur persuad´ıa a Lupin para un´ırseles a tomar un trago.
“No puedo quedarme más, debo volver,” dijo Lupin, sonriendo radiante entre ellos: Parec´ıa varios a˜nos más joven de lo que Harry nunca lo hab´ıa visto.