Era como planear entrar en el ministerio de nuevo. Acordaron trabajar en la pieza más peque˜na, la cual se manten´ıa, de acuerdo a la preferencia de Griphook, en semioscuridad.
“He visitado la cámara de Lestrange sólo una vez” les dijo Griphook. “La vez que me mandaron poner dentro la falsa espada. Es una de las cámaras más antiguas. Las familias de magos más antiguas guardan sus tesoros en el nivel más bajo, donde las cámaras son más grandes y están mejor protegidas...”
Permanec´ıan callados en la alacena hecha habitación durante horas cada vez. Lentamente los d´ıas se convirtieron en semanas. Hab´ıa un problema tras otro que resolver, y si eso no era suficiente, su abastecimiento de poción multijugos estaba considerablemente agotada.
“En realidad sólo hay suficiente para uno de nosotros” dijo Hermione, inclinando la poción espesa como fango contra la luz de la lámpara.
“Será suficiente” dijo Harry, que estaba examinando el mapa hecho a mano de Griphook de los más profundos caminos.
Los otros habitantes de la casa de campo no pod´ıan evitar notar que algo estaba pasando, ahora que Harry, Ron y Hermione solo sal´ıan a las horas de las comidas. Nadie hac´ıa preguntas, aunque Harry constantemente sent´ıa en la mesa los ojos de Bill en los tres, pensativo, preocupado.
Cuanto más tiempo pasaban juntos, más se daba cuenta Harry de que no le gustaba mucho el duende. Griphook era inesperadamente sangriento, se re´ıa de la idea de causar dolor a criaturas menores y parec´ıa agradarle la posibilidad de que tendr´ıan que herir a otros magos para llegar a la cámara de los Lestrange. Harry podr´ıa asegurar que su aversión era compartida por los otros dos, pero no hablaron de ello. Necesitaban a Griphook.
El duende solo comió el resto de mala gana. Incluso después de que sus piernas estuvieran bien, continuó pidiendo bandejas de comida en su cuarto, como el todav´ıa frágil Ollivander, hasta que Bill (después de un furioso arrebato de Fleur) fue arriba a decirle que la situación no pod´ıa continuar. Después Griphook se les unió a la atestada mesa, aunque rehusó comer la misma comida, insistiendo, en cambio, en pedir trozos de carne cruda, raices, y varios tipo de hongos.
Harry se sent´ıa responsable: Era, después de todo, él quien hab´ıa insistido en que el CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
NA PROTECTORA
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duende deber´ıa permanecer en la casa de campo para que él pudiese interrogarlo; culpa suya que toda la familia Weasley hubiese sido forzada a esconderse, que Bill, Fred, George, y el Sr. Weasley no pudiesen trabajar más.
“Lo siento” le dijo a Fleur, una tempestuosa tarde de Abril mientras le ayudaba a preparar la cena. “Nunca quise que tuvieras que lidiar con todo esto.”
Ella acababa de poner algunos cuchillos a trabajar cortando en pedacitos filetes pa-ra Griphook y Bill, que prefer´ıa la carne sangrienta desde que hab´ıa sido atacado por Greyback. Mientras los cuchillos cortaban tras ella, la expresión de su cara se suavizó.
“Arry, tu zagvazte la vida de mi hegmana, yo no olvido.”
Eso no era, estrictamente hablando, verdad, pero Harry decidió no recordarle que Gabrielle nunca hab´ıa estado en verdadero peligro.
“De todaz fogmaz” continuó Fleur, se˜nalando un pote de salsa en el fuego, que comenzó a burbujear inmediatamente “Mg. Oggivandeg ze va donde Mugiel ezta noche.
Ezo hagá las cosas máz fácilez. El duende’frunció el ce˜no un poco al mencionarlo “puede cambiagse abajo, y tú, Ron, y Dean podéis usag eza habitación.”
“No nos importa dormir en el salón” dijo Harry, que sab´ıa lo que Griphook pensar´ıa de tener que dormir en el sofá; mantener a Griphook feliz era esencial para sus planes.
“No te preocupes por nosotros.” Y cuando ella intentó protestar se fué “Estaremos fuera de tus manos pronto, Ron, Hermione y yo. No necesitaremos estar aqu´ı mucho más.”
“Pero, ¿a qué te gefieres?” dijo ella, frunciendo el ce˜no, su varita apuntando al fondo de la cacerola ahora suspendida en el aire. “Clago que no te debes igte, ¡estas a salvo aqu´ı!” Se pareció más a la Sra. Weasley cuando lo dijo, y agradeció que la puerta trasera se abriese en ese momento. Luna y Dean entraron, con el cabello húmedo por la lluvia de afuera y los brazos llenos de madera que flotaba en el mar.
“... y peque˜nas orejas” estaba diciendo Luna, “un poco como los hippos, dec´ıa papá, pero morado y peludo. Y si quieres llamarlos, tienes que tararear; prefieren un vals, nada muy rápido...”
Sintiéndose incómodo, Dean encogió los hombros cuando pasó frente a Harry, siguiendo a Luna a la sala que era comedor y sala de estar donde Ron y Hermione pon´ıan la mesa.
Aprovechando la oportunidad de escapar de las preguntas de Fleur, Harry agarró dos jarros de jugo de calabaza y los siguió.
“... y si alguna vez vienes a nuestra casa podré mostrarte el cuerno, papá me escribió sobre eso pero no lo he visto aún, porque los mort´ıfagos me capturaron en el expreso de Hogwarts y no fu´ı a casa en navidad” estaba diciendo Luna, mientras ella y Dean avivaban el fuego.