Las primeras bajas de la batalla yac´ıan desparramadas en el pasillo frente a ellos: las dos gárgolas de piedra que guardaban la entrada del salón de empleados hab´ıan sido hechas pedazos por una maldición que hab´ıa entrado por otra ventana rota. Sus restos se revolv´ıan débilmente en el suelo, y cuando Harry saltó sobre la cabeza de una de ellas, ésta gimió con desmayo.
- Oh, no te preocupes por m´ı... yo sólo me quedaré aqu´ı a desmoronarme...
Su feo rostro de piedra hizo pensar repentinamente a Harry en el busto de mármol CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
349
de Rowena Ravenclaw, con ese extra˜no tocado, que estaba en la casa de Xenophilius, y luego en la estatua que estaba en la torre de Ravenclaw, con la diadema de piedra sobre sus rizos blancos...
Y al llegar al final del pasillo, el recuerdo de una tercera efigie de piedra vino a su mente: la de un feo y viejo hechicero, sobre cuya cabeza el mismo Harry hab´ıa puesto una peluca y un viejo sombrero desvencijado. La impresión atravesó a Harry como un trago de whisky de fuego, y casi tropezó por la conmoción.
Sab´ıa, al fin, dónde estaba el último Horrocrux esperando por él...
Tom Riddle, quien no confiaba en nadie y operaba solo, podr´ıa haber sido lo suficientemente arrogante como para asumir que él y sólo él hab´ıa penetrado en los más profundos misterios del castillo de Hogwarts. Por supuesto, Dumbledore y Flitwick, esos alumnos modelo, nunca hab´ıan puesto un pie en ese lugar en particular, pero él, Harry, se hab´ıa desviado del camino regular en sus tiempos de escuela ? hab´ıa al menos un área secreta que él y Voldemort conoc´ıan, y que Dumbledore nunca hab´ıa descubierto ?
La profesora Sprout lo sacó de su trance, pues ven´ıa haciendo estruendo, seguida por Neville y media docena de otros, todos usando orejeras y llevando en brazos lo que parec´ıan ser grandes plantas en macetas.
- ¡Mandrágoras! ? le gritó Neville sobre el hombro a Harry mientras corr´ıa ? Vamos a dejarlas caer por encima de los muros ¡No les gustará para nada!
Harry sab´ıa dónde ir ahora. Se apresuró, con Hagrid y Fang galopando detrás de él.
Pasaron de largo retrato tras retrato, y las figuras pintadas corrieron junto a ellos, magos y brujas en encajes arruchados y calzones, en armaduras y capas, hacinándose unos sobre otros en los lienzos de los demás, gritando las noticias de otras partes del castillo. Cuando llegaron al final del corredor, el castillo entero se sacudió, y Harry supo, cuando una vasija gigante voló de su pedestal con fuerza explosiva, que estaba controlada por encantamientos más siniestros que los de los profesores o los miembros de la Órden.
- ¡Ya está bien, Fang, todo está bien! ? gritó Harry, pero el enorme sabueso se dio a la fuga cuando astillas de vajilla volaron como proyectiles a través del aire, y Hagrid corrió pesadamente tras el aterrorizado perro, dejando a Harry solo.
Siguió adelante por los pasillos tambaleantes, con la varita lista, y por la longitud de un pasillo el peque˜no caballero pintado, Sir Cardigan, se precipitó de cuadro en cuadro junto a Harry, haciendo sonar su armadura, gritando palabras de aliento, con su peque˜no y gordo pony corriendo a medio galope tras él.
- ¡Fanfarrones y granujas! ¡Perros y sabandijas! ¡Ahuyéntalos de aqu´ı, Harry Potter!
¡Desp´ıdelos!- Harry se precipitó a rodear una esquina y se encontró a Fred y a un peque˜no contingente de estudiantes, incluidos Lee Jordan y Hannah Abbott, parados junto a otro pedestal vac´ıo, cuya estatua sol´ıa disimular la entrada a un pasadizo secreto. Sus varitas estaban fuera y estaban escuchando los sonidos que sal´ıan del agujero semiescondido.
- ¡Buena noche para esto! - gritó Fred mientras el castillo se estremec´ıa nuevamente, y Harry corrió desenfrenadamente (¿esprintó?), eufórico y muerto de miedo al mismo tiempo. Corrió por otro corredor más, y all´ı encontró lechuzas por todas partes, a las que la Se˜nora Norris siseaba mientras intentaba golpearlas con sus patas, sin duda para regresarlas a su lugar...
- ¡Potter!
Aberforth Dumbledore se impon´ıa frente a él bloqueando el corredor, con su varita lista para la acción.
CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
350
- ¡Tengo a cientos de chicos haciendo estropicios por mi pub, Potter!
- Lo se, estamos evacuando, ? dijo Harry ? Voldemort está ?
- atacando porque aún no te han entregado, s´ı, - dijo Aberforth ? No soy sordo, chico.
Todo Hogsmeade lo escuchó. ¿Y nunca se les ocurrió a ninguno de ustedes mantener a algunos Slytherin como rehenes? Hay hijos de mort´ıfagos a los que han enviado a la seguridad, ¿sabes? ¿No habr´ıa sido más inteligente mantenerlos aqu´ı?
- Eso no detendr´ıa a Voldemort, - dijo Harry ? y tu hermano nunca lo hubiese hecho.
Aberforth gru˜nó y se marchó en dirección opuesta.
Tu hermano nunca lo hubiese hecho... Bueno, era la verdad, pensó Harry mientras segu´ıa su carrera: Dumbledore, quien hab´ıa defendido a Snape por tanto tiempo, nunca hubiese retenido a los alumnos como rehenes...