“Estará perfectamente a salvo all´ı, ellos se ocuparán de ella,” dijo Lupin. Hablaba con una determinación que rayaba en la indiferencia. “Harry, estoy seguro de que James habr´ıa deseado que me quedara contigo.”
“Bueno” dijo Harry lentamente. “Yo no. Estoy bastante seguro de que mi padre habr´ıa querido saber por qué no te quedabas con tu propio hijo, en realidad.”
La cara de Lupin perdió todo color. La temperatura de la cocina podr´ıa haber ca´ıdo diez grados. Ron recorr´ıa la habitación con la mirada como si estuviera aprendiéndosela de memoria mientras los ojos de Hermione saltaban de Harry a Lupin.
“No lo entiendes” dijo Lupin al fin.
“Expl´ıcamelo entonces” dijo Harry.
Lupin tragó.
“Yo... comet´ı un grave error casándome con Tonks. Lo hice contra mi buen juicio y me he arrepentido mucho desde entonces.”
“Ya veo” dijo Harry, “¿as´ı que te deshaces de ella y del ni˜no y sales corriendo con nosotros?”
Lupin saltó sobre sus pies. Su silla cayó hacia atrás, y les miró tan ferozmente que Harry vio, por primera vez, la sombra del lobo bajo la cara humana.
“¿No entiendes lo que he hecho a mi mujer y a mi hijo nonato? ¡Nunca deb´ı casarme con ella, la he convertido en una paria!”
CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
122
Lupin pateó a un lado la silla que hab´ıa volcado.
“¡Tú solo me has visto entre los de la Orden, o bajo la protección de Dumbledore en Howargts! ¡No sabes como ve la mayor´ıa del mundo mágico a las criaturas como yo!
Cuando conozcen mi afección, a penas pueden hablarme. ¿No ves lo que he hecho? Incluso su propio familia está disgustada con nuestro matrimonio, ¿qué padres querr´ıan que su única hija se casara con un hombrelobo? Y el ni˜no... el ni˜no...”
Lupin realmente se estaba arrancando manojos de pelo; parec´ıa bastante trastornado.
“¡Mi raza normalmente no procrea! Será como yo, estoy convencido de ello... ¿como puedo perdonarme a m´ı mismo, cuando sab´ıa que me arriesgaba a pasar mi propia condición a un ni˜no inocente? ¡Y si, por algún milagro no es como yo, será mejor, un millón de veces mejor, no tener un padre del que siempre tuviera que sentirse avergonzado!”
“¡Remus!” susurró Hermione, con lágrimas en los ojos. “No digas eso... ¿cómo podr´ıa ningún ni˜no avergonzarte de ti?”
“Oh, no sé, Hermione,” dijo Harry. “Yo estoy bastante avergonzado de él.”
Harry no sab´ıa de donde sal´ıa su rabia, pero le hab´ıa compelido a ponerse en pie también. Lupin ten´ıa el mismo aspecto que hubiera tenido si Harry le hubiera golpeado.
“Si el nuevo régimen cree que los nacidos muggles son malos” dijo Harry. “¿qué harán con un medio hombrelobo cuyo padre es miembro de la Orden? Mi padre murió intentando protegernos a mi madre y a m´ı, ¿y crees que él te dir´ıa que abandonaras a tu hijo y fueras a la aventura con nosotros?”
“¿Cómo... cómo te atreves?” dijo Lupin. “Esto no es por gusto.. por peligro o gloria personal... ¿cómo te atreves a sugerir tal cosa...?”
“Creo que estás siendo un poco atrevido” dijo Harry. “Calzándote los zapatos de Sirius.”
“¡Harry, no!” le suplicó Hermione, pero él continuó mirando a la cara l´ıvida de Lupin.
“Nunca me habr´ıa cre´ıdo esto” dijo Harry. “El hombre que me ense˜nó a luchar contra los dementores... un cobarde.”
Lupin sacó su varita tan rápido que Harry dificilmente tuvo tiempo de coger la suya; se oyó un sonoro bang y se sintió volar hacia atrás como si le hubieran dado un pu˜netazo, golpeó la pared de la cocina y se deslizó hasta el suelo, captó un vistazo del ruedo de la capa de Lupin desapareciendo por la puerta.
“¡Remus, Remus, vuelve!” gritó Hermione, pero Lupin no respondió. Un momento después oyeron la puerta principal cerrarse de golpe.
“¡Harry!” lloró Hermione. “¿Como has podido?”
“Fue fácil” dijo Harry. Se puso en pie, pod´ıa sentir un bulto hinchándose en su cabeza donde hab´ıa golpeado la pared. Todav´ıa estaba tan lleno de rabia que estaba temblando.
“¡No me mires as´ı!” exclamó a Hermione.
“No la pagues con ella” gru˜nó Ron.
“No... no... ¡no debemos pelear!” dijo Hermione, lanzándose entre ellos.
“No deber´ıas haber dicho esas cosas a Lupin” dijo Ron a Harry.
“Se lo merec´ıa” dijo Harry. Imágenes sueltas recorrieron su mente. Sirius cayendo a través del velo, Dumbledore suspendido, roto, en medio del aire, un destello de luz verde CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
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y la voz de su madre, suplicando piedad...
“Los padres” dijo Harry, “no deber´ıan abandonar a sus hijos a menos... a menos que tengan que hacerlo.”
“Harry” dijo Hermione, estirando hacia él una mano consoladora, pero él se encogió y se apartó, con los ojos en el fuego que Hermione hab´ıa conjurado. Una vez hab´ıa hablado con Lupin ante esta chimenea, buscando consuelo con respecto a James, y Lupin le hab´ıa consolado. Ahora la cara blanca y torturada de Lupin se mec´ıa en el aire ante él. Sintió una enfermiza ráfaga de remordimiento. Ni Ron ni Hermione hablaban, pero Harry estaba seguro de que se miraban el uno al otro a sus espaldas, comunicándose silenciosamente.
Se giró y los pilló dándose apresuradamente la espalda el uno al otro.