La población variaba según la temporada. Entre el día de los Caídos -el último lunes de mayo- y el día del Trabajo -el primer lunes de septiembre-, era de casi quince mil personas. El resto del año descendía poco más o menos a dos mil, según el balance de nacimientos y defunciones del Catherine Russell, que estaba considerado el mejor hospital al norte de Lewiston.
Si se les preguntara a los veraneantes cuántas carreteras entraban y salían de Mills, la mayoría diría que dos: la 117, que iba hacia Norway-South Paris, y la 119,
Los que residían allí desde hacía unos diez años podrían indicar al menos ocho carreteras más, todas de asfalto y de doble carril: desde Black Ridge Road y Deep Cut Road, que llegaban a Harlow, hasta Pretty Valley Road (sí, tan bonita como prometía su nombre, «el Valle Hermoso»), que serpenteaba en dirección norte hacia el municipio de TR-90.
Los que residían allí desde hacía treinta años o más, si les dieran tiempo para meditar sobre ello (tal vez en la trastienda de Brownie's, donde todavía había una estufa de leña), podrían indicar una decena más, tanto con nombres sagrados (God Creek Road, «el Arroyo de Dios») como profanos (Little Bitch Road, «la Pequeña Zorra», que en los mapas locales aparecía marcada solo por un número).
El habitante de más edad que residía en Chester's Mills el día que más tarde se conocería como el día de la Cúpula era Clayton Brassey. También era el habitante más anciano del condado de Castle y, por ende, poseedor del Bastón del
Sin embargo, en sus buenos tiempos -pongamos alrededor de los ochenta y cinco años-, podría haber recitado casi todas las carreteras que llegaban hasta Chester's Mills y que salían de allí, y el total habría sido de treinta y cuatro. La mayoría eran de tierra, muchas habían caído en el olvido, y casi todas las olvidadas serpenteaban a través del espeso embrollo de bosque reforestado que era propiedad de las madereras Diamond Match, Continental Paper Company y American Timber.
Y poco antes del mediodía en el día de la Cúpula, todas esas vías quedaron cortadas de golpe.
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En la mayoría de las carreteras no sucedió nada tan espectacular como la explosión del Seneca V y el posterior accidente del camión maderero, pero sí hubo problemas. Claro que los hubo. Si el equivalente a una muralla de piedra invisible se levanta de repente alrededor de todo un pueblo, es inevitable que haya problemas.
Exactamente en el mismo instante en que la marmota quedó partida en dos mitades, un espantapájaros hizo lo mismo en el campo de calabazas de Eddie Chalmers, no muy lejos de Pretty Valley Road. El espantapájaros se alzaba justo en la línea que separaba Mills de TR-90. A Eddie siempre le había divertido esa ubicación dividida y le llamaba el Espantapájaros Sin Una Patria; señor ESUP, para abreviar. Una mitad del señor ESUP cayó en Mills; la otra cayó «en el TR», como habrían dicho los lugareños.
Segundos más tarde, un bandada de cuervos que iba directa a las calabazas de Eddie (a los cuervos nunca les había asustado el señor ESUP) se estrellaron contra algo en un lugar donde nunca antes había habido nada. La mayoría se partieron el cuello y cayeron formando montones negros sobre Pretty Valley Road y los campos adyacentes. Por todas partes, a ambos lados de la Cúpula, había pájaros que chocaban y caían muertos; sus cuerpos serían uno de los indicadores con los que finalmente se delineó la nueva barrera.