Читаем Romeo y Julieta полностью

JULIETA.-¡Adiós! ¡Quién sabe si volveremos a vernos! Un miedo helado corre por mis venas y casi apaga en mí el aliento vital. ¿Les diré que vuelvan? Ama… Pero ¿a qué es llamarla? Yo sola debo representar esta tragedia. Ven a mis manos, ampolla. Y si este licor no produjese su efecto, ¿tendría yo que ser esposa del Conde? No, no, jamás: tú sabrás impedirlo. Aquí, aquí le tengo guardado. (Señalando el puñal.)¿Y si este licor fuera un veneno preparado por el fraile para matarme y eludir su responsabilidad por haberme casado con Romeo? Pero mi temor es vano. ¡Si dicen que es un santo! ¡Lejos de mí tan ruines pensamientos! ¿Y si me despierto encerrada en el ataúd, antes que vuelva Romeo? ¡Qué horror! En aquel estrecho recinto, sin luz, sin aire… me voy a ahogar antes que él llegue. Y la espantosa imagen de la muerte… y la noche… y el horror del sitio… la tumba de mis mayores… aquellos huesos amontonados por tantos siglos… el cuerpo de Teobaldo que está en putrefacción muy cerca de allí… los espíritus que, según dicen, interrumpen… de noche, el silencio de aquella soledad… ¡Ay, Dios mío! ¿No será fácil que al despertarme, respirando aquellos miasmas, oyendo aquellos lúgubres gemidos que suelen entorpecer a los mortales, aquellos gritos semejantes a las quejas de la mandrágora cuando se le arranca del suelo… no es fácil que yo pierda la razón, y empiece a jugar en mi locura con los huesos de mis antepasados, o a despojar de su velo funeral el cadáver de Teobaldo, o a machacarme el cráneo con los pedazos del esqueleto de alguno de mis ilustres mayores? Ved… Es la sombra de mi primo, que viene con el acero desnudo, buscando a su matador Romeo. ¡Detente, Teobaldo! ¡A la salud de Romeo! (Bebe.)



ESCENA CUARTA





Casa de Capuleto





(La SEÑORA y el AMA)





SEÑORA DE CAPULETO.-Toma las llaves: tráeme más especias.


AMA.-Ahora piden clavos y dátiles.


CAPULETO.-(Que entra.)Vamos, no os detengáis, que ya ha sonado por segunda vez el canto del gallo. Ya tocan a maitines. Son las tres. Tú, Angela, cuida de los pasteles, y no reparéis en el gasto.


AMA.-Idos a dormir, señor impertinente. De seguro que por pasar la noche en vela, amanecéis enfermo mañana.


CAPULETO.-¡Qué bobería! Muchas noches he pasado en vela sin tanto motivo, y nunca he enfermado.


SEÑORA DE CAPULETO.-Sí: buen ratón fuiste en otros tiempos. Ahora ya velo yo, para evitar tus veladas.


CAPULETO.-¡Ahora celos! ¿Qué es lo que traes, muchacho?


CRIADO 1°.-El cocinero lo pide. No sé lo que es.


CAPULETO.-Vete corriendo: busca leña seca. Pedro te dirá dónde puedes encontrarla.


CRIADO 1°.-Yo la encontraré: no necesito molestar a Pedro. (Se van.)


CAPULETO.-Dice bien, a fe mía. ¡Es gracioso ese galopín! Por vida mía. Ya amanece. Pronto llegará Paris con música, según anunció. ¡Ahí está! ¡Ama, mujer mía, venid aprisa! (Suena música.) (Al ama.)Vete, despierta y viste a Julieta, mientras yo hablo con Paris. Y no te detengas mucho, que el novio llega. No te detengas.



ESCENA QUINTA





Aposento de Julieta. Ésta, en el lecho





(El AMA y la SEÑORA)





AMA.-¡Señorita, señorita! ¡Cómo duerme! ¡Señorita, novia, cordero mío! ¿No despiertas? Haces bien: duerme para ocho días, que mañana ya se encargará Paris de no dejarte dormir. ¡Válgame Dios, y cómo duerme! Pero es necesario despertarla. ¡Señorita, señorita! No falta más sino que venga el Conde y te halle en la cama. Bien te asustarías. Dime, ¿no es verdad? ¿Vestida estás, y te volviste a acostar? ¿Cómo es esto? ¡Señorita, señorita!… ¡Válgame Dios! ¡Socorro, que mi ama se ha muerto! ¿Por qué he vivido yo para ver esto? Maldita sea la hora en que nací. ¡Esencias, pronto! ¡Señor, señora, acudid!


SEÑORA DE CAPULETO.-(Entrando.)¿Por qué tal alboroto?


AMA.-¡Día aciago!


SEÑORA DE CAPULETO.-¿Qué sucede?


AMA.-Ved, ved. ¡Aciago día!


SEÑORA DE CAPULETO.-¡Dios mío, Dios mío! ¡Pobre niña! ¡Vida mía! Abre los ojos, o déjame morir contigo. ¡Favor, favor! (Entra Capuleto.)


CAPULETO.-¿No os da vergüenza? Ya debía de haber salido Julieta. Su novio la está esperando.


AMA.-¡Si está muerta! ¡Aciago día!


SEÑORA DE CAPULETO.-¡Aciago día! ¡Muerta, muerta!


CAPULETO.-¡Dejádmela ver! ¡Oh, Dios! que espanto, ¡Helada su sangre, rígidos sus miembros! Huyó la rosa de sus labios. ¡Yace tronchada como la flor por prematura y repentina escarcha! ¡Hora infeliz!


AMA.-¡Día maldito!


SEÑORA DE CAPULETO.-¡Aciago día!


CAPULETO.-La muerte que fiera la arrebató, traba mi lengua e impide mis palabras. (Entran fray Lorenzo, Paris y músicos.)


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