Читаем Un Milagro En Equilibrio полностью

Más o menos desde los dieciocho fantaseaba con operarme, pero dos inconvenientes de aquella presunta solución me echaban atrás: el primero, las inevitables cicatrices; y el segundo, la idea de que si algún día, en un futuro, me decidía a tener un hijo, me gustaría darle de mamar. Ya ves, al final me dejé las tetas puestas para nada, porque no te amamanto, y no tanto por decisión propia como por razones ajenas a mi voluntad y por doble recomendación médica: la de la pediatra, que opinó que podía asfixiarte (cualquiera de mis dos tetas -desmesuradamente enormes tras el embarazo- era bastante más grande que tu cabeza y puede que incluso una sola pesara más que tu cuerpo entero: he pasado de ser una chica russmeyeriana a una matrona felliniana), y la del ginecólogo, que aseguró que con semejante tamaño de pecho, y teniendo en cuenta que dos días después del parto de allí seguía sin salir leche, estaba haciendo oposiciones a una mastitis segura. Además, añadió, a sus tres hijos los habían criado con biberón y eran los más altos de su clase.

Así que me dieron unas pastillas inhibidoras de la prolactina que cortaron para siempre la poca o ninguna leche que quedara y la posibilidad de mastitis y, se suponía también que, de paso, la segregación de oxitocina.

Lo más patético del caso es que tamaña desmesura no impide que los gañanes de costumbre me sigan dedicando por la calle todo tipo de adjetivos calificativos constituyendo, una vez más, la prueba empírica de la llamada Primera Ley de la Gañanodinámica de Eva Agulló: la medida de tus tetas va en relación inversa al cociente intelectual de los hombres a los que atraerás con ellas. A más grandes, menos cerebro, y viceversa.

Te lo digo desde ya, no sea que en quince años me salgas de esas adolescentes que le piden a su sufrida mamá que les regale un par de tetas nuevas como premio por sacarse la selectividad porque su amiga Susana, que es tetona, se lleva de calle a los chicos en las discotecas (que no exagero, te lo advierto, que esto lo vi en «El Diario de Patricia»). La que avisa no es traidora, y te habla la voz de la experiencia.

Dejando aparte el hecho de que te creas de verdad que el amor de un hombre pueda tener que ver con un mayor o menor perímetro o unos senos más turgentes que colgantes, te puedo ir prediciendo una sucesión de catástrofes sentimentales que ríete tú de las siete plagas de Israel o de la historia sentimental de tu madre, sin ir más lejos. Porque quien se valora sólo como un cuerpo no se valora en esencia, y es bien sabido pero conviene recordarlo que la que se quiere poco a sí misma acaba atrayendo a gente que la querrá aún menos. Espero enseñarte esto desde muy pequeña, porque a mí me ha costado lágrimas aprender a aplicarme el cuento (si es que me lo he aplicado, que está por ver). Lo cierto, nena, es que si tienes una autoestima sólida no te hará ninguna falta un buen par de tetas.

Lo dicho, que si no te amamanto y por tanto no segrego oxitocina, entonces no hay excusa química para que pueda quererte tanto, y nos tendremos que aferrar a la explicación de Desmond Harris según la cual tanto los bebés humanos como los lactantes de cualquier mamífero -sea éste cachorro, gatito o bebé foca- presentan una especial disposición de los rasgos de la cara (ojos exageradamente grandes, nariz y boca pequeñas, óvalo redondeado) que incita automáticamente al amor de sus progenitores y, ya de paso, al de cualquier adulto de su especie. Es el efecto Bambi.

Y es por eso que cada vez que viene uno de tus innumerables tíos y tías postizos a verte a casa no puedan evitar deshacerse en oooooohs y aaaaaahs, cautivados todos por tus ojazos de agua, por tu piel increíblemente suave, por los gorjeos con los que los saludas en un heroico lenguaje de tu propia invención y por la desesperada forma en que les agarras el dedo con tu puñito a la mínima que ves la oportunidad, impulsados por una programación genética o un plan divino que los ha diseñado incapaces de sustraerse al encanto de una criatura como tú, de una maravilla que es el resultado final de un truco evolutivo depurado durante milenios para garantizar la supervivencia de la especie.


Перейти на страницу:

Похожие книги

Книга Балтиморов
Книга Балтиморов

После «Правды о деле Гарри Квеберта», выдержавшей тираж в несколько миллионов и принесшей автору Гран-при Французской академии и Гонкуровскую премию лицеистов, новый роман тридцатилетнего швейцарца Жоэля Диккера сразу занял верхние строчки в рейтингах продаж. В «Книге Балтиморов» Диккер вновь выводит на сцену героя своего нашумевшего бестселлера — молодого писателя Маркуса Гольдмана. В этой семейной саге с почти детективным сюжетом Маркус расследует тайны близких ему людей. С детства его восхищала богатая и успешная ветвь семейства Гольдманов из Балтимора. Сам он принадлежал к более скромным Гольдманам из Монклера, но подростком каждый год проводил каникулы в доме своего дяди, знаменитого балтиморского адвоката, вместе с двумя кузенами и девушкой, в которую все три мальчика были без памяти влюблены. Будущее виделось им в розовом свете, однако завязка страшной драмы была заложена в их историю с самого начала.

Жоэль Диккер

Детективы / Триллер / Современная русская и зарубежная проза / Прочие Детективы
Кредит доверчивости
Кредит доверчивости

Тема, затронутая в новом романе самой знаковой писательницы современности Татьяны Устиновой и самого известного адвоката Павла Астахова, знакома многим не понаслышке. Наверное, потому, что история, рассказанная в нем, очень серьезная и болезненная для большинства из нас, так или иначе бравших кредиты! Кто-то выбрался из «кредитной ловушки» без потерь, кто-то, напротив, потерял многое — время, деньги, здоровье!.. Судье Лене Кузнецовой предстоит решить судьбу Виктора Малышева и его детей, которые вот-вот могут потерять квартиру, купленную когда-то по ипотеке. Одновременно ее сестра попадает в лапы кредитных мошенников. Лена — судья и должна быть беспристрастна, но ей так хочется помочь Малышеву, со всего маху угодившему разом во все жизненные трагедии и неприятности! Она найдет решение труднейшей головоломки, когда уже почти не останется надежды на примирение и благополучный исход дела…

Павел Алексеевич Астахов , Павел Астахов , Татьяна Витальевна Устинова , Татьяна Устинова

Современная русская и зарубежная проза / Современная проза / Проза