Recuerdo por ejemplo una historia que alguien contaba en una película, Session 9,
y que, por lo visto, estaba basada en un suceso real. Resulta que una jovencita, paciente de un hospital psiquiátrico, particularmente agresiva y reticente al sexo, se sometió a unas sesiones de regresión. Bajo la hipnosis dirigida por su terapeuta, la atribulada paciente acabó recordando que su padrastro la violó varias veces cuando ella era aún prepúber, reviviendo aquellos -convincentes- episodios con todo tipo de detalles escabrosos y paso a paso, primero las caricias iniciales más o menos inocentes, después los tocamientos que dejaban de ser cariñosos para convertirse en sospechosos hasta llegar, finalmente, a la penetración pura y dura. La madre de la chica, informada por el terapeuta y ya divorciada del (ex) padrastro, ardió en santa ¿y justificada? indignación: no bastaba con que el hombre bebiera como un cosaco, con que le pegara día sí y día también, con que le pusiera cuernos con todo lo que se moviera… ¿tenía además que llegar a profanar lo más sagrado, la virtud de su pobre hijita? Así pues, la madre interpuso una denuncia por estupro aun sabiendo que iba a resultar difícil probar lo que sucedió. O lo que no sucedió, pues los abogados del ex padrastro descubrieron un informe clínico que probaba que la chica era virgen cuando contó la historia y desmontaron, por tanto, toda la narración, desde los primeros besos hasta el estupro consumado. Lo que yo me pregunto ahora es, ¿era real la historia si ella la vivía como tal? ¿O quizá la chica exorcizó de aquella manera el deseo reprimido hacia el padrastro culpándole a él de unos apetitos que vivían en su imaginación pero que ella no podía admitir? De ese modo, al imaginar una violación, recreaba algo que hubiera deseado -seducir al padrastro- pero librándose del sentimiento de culpa, pues le adjudicaba al objeto de sus fantasías la responsabilidad de las mismas.Del mismo modo, lo que yo pueda o no recordar puede ser, o no, del todo exacto. Al fin y al cabo, ¿qué es mentir sino recordar algo que no ha sucedido?
Por eso mismo esto que escribo, que seguiré escribiendo, no va a ser más que una retahila desordenada de notas. De hecho, no sé muy bien lo que es o en lo que se convertirá. Es la primera vez que me siento frente al teclado con tan poca idea de por dónde va a Transcurrir lo que sea que acabe contando. Y esto se debe a que tu madre, como ya descubrirás con el tiempo, es un poco control freak
y antes de preparar un libro necesita tener una idea clarísima de lo que va a contar, lo que supone la organización previa de esquemas, notas de protagonistas, lecturas y documentaciones varias; la inclusión en el dossier, si hiciera falta, de recortes de periódicos, mapas del lugar donde se supone que la trama transcurre, entrevistas con personas reales que pudieran parecerse a los futuros personajes imaginarios, y un concepto clarísimo del principio, nudo y desenlace de la historia a relatar. Y todo esto ¿para qué? Para nada. Para que luego nadie quiera publicar sus novelas.Muchas veces pienso que esto responde a una necesidad desesperada de ordenar el mundo: ya que aquel en el que vivía siempre me pareció inordenable y gobernado por el caos más absoluto, al menos me quedaba el consuelo de instituirme en demiurgo de una realidad paralela en la que las cosas respondieran a un plan preciso. El mío.