Se mordió el labio. ¿Por qué tenía la sensación de que si iba a la cama con el Maestro Z,
Y la sola idea de eso provocaba humedad goteando entre sus piernas.
Aún arrastrando el peine a través de su pelo, se dio cuenta que los mechones estaban libres de nudos, cayendo hasta la mitad de su espalda. Ahora, ¿qué iba a hacer para evitar tomar ese camino? Podía oír a la gente dentro del club riendo, hablando. La música vibraba con un ritmo irresistible.
Quería volver allí. Averiguar qué se estaba perdiendo. Y estaba demasiado asustada para hacerlo. Él la había azotado, maldita sea.
Una parte de su cerebro señaló que ella había roto las reglas, y que él no estado feliz en absoluto teniendo que cumplirlas.
Sin embargo, ¿qué pasaba si ella volvía y él le hacía algo horrible? Ni siquiera lo conocía.
– ¿Es un buen jefe? -Le preguntó, su voz apenas más que un susurro.
Ben sacudió la cabeza.
– Oh, lo tienes mal, ¿no? Bueno, aquí está el resumen sobre el Maestro Z. Ha estado aquí por años. El club es su hobby. Nada ilegal, las drogas no están permitidas. Paga a sus empleados a tiempo. Espera que su gente sea profesional. Se divorció una vez, tiene dos hijos crecidos, nada serio con nadie. Las mujeres caen todas sobre él, y en su mundo, es conocido como el mejor maestro en los alrededores. Y eso es de acuerdo a las subs, quienes definitivamente lo sabrían. -Él le dirigió una sonrisa desafiante. -¿Es eso lo que querías oír?
Ella se sonrojó y asintió con la cabeza, mirando hacia abajo a sus manos.
– Ah, y no está en la cosa dura del S/M, látigos y golpes y esas cosas de cera caliente. Si estás anhelando eso, no es tu hombre.
– Pero… -
– No quiere decir que si una sub se sale de la línea, no será castigada, -añadió. -Pero hay una diferencia entre unos azotes y ser flagelado. O al menos eso me han dicho.
– Oh.
El Maestro estaba interesado en ella. Ella había visto eso, sentido su erección presionando contra ella. Él estaría dispuesto a llevarla a la cama. Mostrarle…
Si se quedaba aquí, en la entrada y se iba por la mañana, estas cosas de Dom/sub estarían carcomiendo su mente, haciéndose eco cada vez que se iba a la cama con alguien. Estaría comparando lo que
Antes de que ella se hubiera decidido realmente… ¿se había decidido? Ya estaba sobre sus pies.
– ¿Vas a volver a entrar?
Dejó el peine sobre su escritorio. -No me digas. Soy más tonta de lo que parezco, ¿verdad?
Él sonrió. -Valiente al menos.
Zachary la percibió antes de verla, una atractiva mezcla de deseo, miedo y determinación, y sus propias emociones estallaron por el placer. A pesar que él había estado esperanzado, no había realmente esperado que vuelva, no después de esa dura inserción en el estilo de vida. Había considerado reunirse con ella en la entrada, hablar un rato más, pero se había abstenido. Ella debía tomar sus decisiones sin su influencia.
¿No era irónico que hubiera descubierto una mujer intrigante, una donde la química entre ellos era como echar gasolina al fuego, y ella no quisiera ser parte de la escena?
Pero allí estaba ahora, determinación y valor en lo más alto de su campo emocional. Ella podía ser inocente en cuanto al sexo alternativo, pero tenía una admirable habilidad para reconocer honestamente sus propias necesidades. Y el coraje de ir tras lo que quería.
Lástima que su valentía la había traído a esta escena, pensó, tratando de no sonreír mientras ella se acercaba y se quedaba inmóvil. Una bonita sub con el pelo rojo brillante estaba atada a un caballete de nalgadas. El ángulo se había inclinado por lo que su culo estaba en el aire, como había estado el de Jessica, Zachary recordó con placer.
Él miró hacia abajo, viendo los ojos de Jessica agrandarse, sintiendo su impacto al ver a la sub atada. Y entonces su imaginación estaba poniéndola a ella en el lugar de la sub, con él detrás suyo. Su recuerdo de la pala estaba sumergiéndola en la excitación ardiendo por sus venas ante el pensamiento.
El Dom de la escena roció un poco de lubricante en sus dedos y ahora estaba deslizando dos dedos dentro del culo de su pequeña descarada sumisa. Ella gimió y se retorció… más excitada que dolorida, Zachary sabía. Pero Jessica se apretó contra su costado, por lo que él se inclinó hacia abajo.
– Ellos llevan una larga relación, -le susurró. -Él la ha tomado de esta manera una y otra vez, y ella se corre gritando cada vez. Ambos disfrutan del espectáculo que están representando, Jessica.