– Me gusta redonda, -dijo, sosteniéndole la mirada mientras su mano le acariciaba la cadera. -Me gusta abundante. -Su mano se movió para ahuecar su pecho, y sonrió cuando el peso se instaló en su palma. Y luego le subió la falda, y sus dedos se envolvieron alrededor de su muslo, moviéndose hacia arriba hasta que ella chilló y cerró las piernas contra él.
Él le mordió el lóbulo de la oreja, un pequeño tirón doloroso, y susurró:
– Tengo toda la intención de enterrarme yo mismo… muy, muy profundo… en toda esa suavidad hasta que estés retorciéndote debajo de mí. Hasta que estés jadeando por la liberación.
Dios, ella estaba jadeaba ahora. Y todo alrededor parecía haberse prendido fuego.
Incluso más lentamente, su mano acarició hacia abajo de su pierna, y luego se echó hacia atrás, dejándola sentirse vacía y necesitada. Ella notó que él no puso la falda en su sitio.
Recogiendo un bocadillo de hongo, lo sostuvo contra sus labios.
– Come, Jessica, -le dijo. -Vas a necesitar tu fuerza más tarde.
Y cuando su boca se abrió por la tentadora amenaza, él metió el bocado dentro de su boca. Con un caliente brazo alrededor de los hombros, él continuó alimentándola, bocado a bocado, hablando con su profunda voz sobre las diferentes personas del club. Cullen, que era un Dom como ella había pensado y que pasaba por las subs como un rayo, nunca tomaba una por más de un par de noches. Daniel, que había perdido a su esposa tres años atrás, no había sido realmente feliz desde entonces. A Daniel también le gustaban las mujeres con curvas. Adrienne, una sub, que era desobediente sólo para ganarse una paliza. Cody quería ser un esclavo veinticuatro/siete [7]
, y Joey estaba en busca de una Ama.Cuando la comida se había acabado, él sonrió.
– ¿Te sientes mejor?
Lo estaba, sorprendentemente.
– Sí. Gracias, -le dijo ella, refiriéndose a algo más que a la comida. Se sentía cómoda y decidida.
– Bien. Ahora dime ¿por qué crees que tu cuerpo no es atractivo?
Y entonces se sintió fuera de lugar otra vez. Resoplando dejó escapar un suspiro, fingiendo observar a dos personas que pasaban caminando.
– No sé dónde sacaste que…
Apoyó una mano sobre su mejilla y la obligó a encontrarse con su mirada. -No evadas la pregunta, mascota. ¿Fueron tus padres? ¿Los hombres?
¿Por qué se sentía aún más desnuda que cuando la había secado en el baño? No necesitaba hablar de esto con él… con él de todas las personas.
Él esperó. Maldito sea.
– Mamá, a veces. Y también algunos hombres que les gustaba que sus mujeres fueran flacas. -Ella se encogió de hombros, trató de apartar la mirada. Su mano no se movió. A medida que su dedo pulgar le acariciaba el labio inferior, él probablemente podía sentirla temblar, maldición.
– Las buenas intenciones de los padres pueden estropear la cabeza de una persona, es cierto. ¿Y hombres como esos? Probablemente eligen mujeres flacas y dejan las blandas y redondas para los hombres que las puedan apreciar. -Sacudió la cabeza con disgusto. -A veces pienso que nuestro país está lleno de idiotas.
A él realmente le gustaba su cuerpo. La idea era embriagadora, liberadora.
– Eres un hombre agradable, -dijo.
– Por supuesto que lo soy. -Sus ojos se estrecharon, y vio el brillo de una sonrisa que le recordó que había acariciado su trasero desnudo, que había meneado una pala contra ese mismo trasero desnudo. La sonrisa se ensanchó.
– Ah, claro. -Ella se puso de pie, aliviada cuando no la detuvo. -¿Y qué te parece si me muestras las instalaciones?
Cuando se puso de pie, mirándola, ella se sintió como ese gatito que él seguía llamándola. Como un gatito al lado de un lobo que no tenía hambre… en este preciso momento. Pero el peligro estaba allí, brillando en esos oscuros ojos grises. Lo miró con recelo cuando él puso su mano sobre la parte baja de su espalda y luego deliberadamente acarició las curvas de su trasero.
Ella frunció el ceño. Antes de que pudiera siquiera reaccionar, él la tiró contra su pecho. Su mano sobre la espalda la sostenía inmóvil mientras su otra mano vagó hacia su trasero, su aún dolorido trasero, tan íntimamente que ella se sentía avergonzada y excitada a la vez.
– Primera lección, pequeña sub, -le dijo en voz muy baja. -Fruncirle el ceño a tu Dom puede ser riesgoso. -Un dedo rastreó la grieta entre sus nalgas a través del sedoso material de la falda, y ella se estremeció bajo su toque.
– Tú no eres mi… -La carnal mirada de sus ojos congeló su lengua. -Um. Correcto. Una lección. Gracias.
Él se rió entre dientes y la soltó, la falta de su cuerpo caliente contra el de ella le produjo un repentino escalofrío. Sacudiendo la cabeza, se dirigió al cuarto de baño, luchando por la dignidad, pero moviéndose un poco demasiado rápido para alcanzar el efecto. Miró hacia atrás antes de pasar por la puerta. Un hombre estaba hablando con el Maestro, pero la mirada del Maestro estaba sobre ella, una leve sonrisa en sus labios.
El sensual rubor corrió a través de ella directamente hasta los dedos del pie.
CAPÍTULO 06