Pero esa vez no fue a recogerlo Giovanni, ni Adele se ofreció para llevarlo en su coche. No era el caso. -Estás demasiado débil. ¿Y si te me desmayas mientras conduzco? Por otra parte, De Caro quiere que lo hagamos así. Dos enfermeros lo pusieron en una camilla y lo introdujeron en una ambulancia. Al llegar a casa, lo subieron en camilla al piso de arriba e incluso lo colocaron en la cama. Y en casa encontró otra novedad: su habitación ya no era la de Daniele, sino que Adele había querido que volviera a ser, después de tanto tiempo, la de matrimonio. -¿Y tú? -Yo me he arreglado el cuartito de aquí al lado. El cuartito al que antes lo enviaba a dormir porque roncaba demasiado, tras haber hecho el amor.
A partir de aquel día, Adele apenas salía de casa. Sus ausencias podían durar dos horas como máximo. Ahora las inyecciones diarias se habían convertido en tres y siempre se las ponía ella. -En nuestra casa no quiero que te toquen otras manos. Y jamás fallaba el horario de un medicamento. Él, a pesar de que siempre estaba tumbado, se sentía agotado y a menudo notaba una fuerte somnolencia. Una cosa muy rara, porque le sucedía a cualquier hora del día. -Pero ¿por qué me encuentro así? -De Caro dice que las posibles reacciones a este tipo de tratamiento son debilidad y somnolencia. No te preocupes. Tranquilo. No te preocupes. No te alteres. Eso le decía su mujer por lo menos diez veces al día. Y precisamente esas repeticiones, ya casi mecánicas, eran lo que no lo tranquilizaba, lo preocupaba y lo alteraba. Podría haber hecho una cosa muy sencilla: telefonear a Caruana y exigirle la verdad. Una o dos veces cogió el móvil, pero en el último momento le faltó valor para marcar el número. Además, el hecho de saber o no saber la verdad, ¿qué cambiaba? Ya no le apetecía hacer nada, le costaba leer los periódicos. A su cerebro le costaba funcionar, como si les faltara lubricante a los engranajes.
Una mañana, sus ojos se posaron en una noticia de la crónica de sucesos. Un viejo capo mañoso, Giuseppe Torricella, había sido atropellado y muerto por un kamikaze callejero. ¿No le había dicho el