Читаем Historia del cerco de Lisboa полностью

La doctora María Sara se levantó de la silla, acudió a su encuentro, cordial, Cómo está, señor Silva, Le ruego que disculpe mi retraso, la lluvia, el taxi, No tiene importancia, siéntese. El corrector se sentó pero hizo el ademán de levantarse de nuevo, porque la doctora María Sara volvía a su mesa, No se mueva, por favor, y cuando volvió llevaba un libro que dejó sobre la mesita baja, entre los dos sillones forrados de napa negra. Luego se acomodó, cruzó las piernas, llevaba una falda de tejido grueso, ceñida en la medida justa, y encendió un cigarrillo. Los ojos del corrector acompañaron el movimiento que animaba las regiones superiores, reconocía el rostro, el pelo suelto, caído sobre los hombros, y de repente sintió un choque al distinguir en él, nítidamente, unas canas que brillaban bajo la luz del techo, No se las tiñe, pensó, y tuvo ganas de huir de allí. La doctora María Sara le había preguntado si quería fumar, pero él no la oyó, sólo a la segunda vez, No fumo, gracias, respondió, y bajó los ojos, llevándose en ellos la imagen de una blusa de escote en pico, de un color que su perturbación le impidió definir. Ahora no quitaba los ojos de la mesa, fascinado, estaba allí la Historia del Cerco de Lisboa, vuelta hacia él, sin duda a propósito, todo, el nombre del autor, el título en letras grandes, una ilustración en medio de la portada en la que se percibían caballeros medievales con el símbolo de los cruzados, y sobre las murallas del castillo desproporcionadas figuras de moros, era difícil saber a esta distancia si se trataba de la reproducción de una miniatura antigua o de una composición moderna de estilo arcaizante, falsamente ingenuo. No quería seguir mirando la portada provocadora, pero tampoco deseaba enfrentarse con la doctora María Sara, que en aquel momento le estaría observando implacablemente, como una cobra dispuesta a lanzar el último y definitivo salto. Pero ella dijo, en tono de voz natural, sin ninguna entonación particular, deliberadamente neutra, tan simple como las cuatro palabras que pronunció, Este libro es suyo, hizo una pausa, demorada, y añadió, colocando esta vez un peso mayor en algunas sílabas, Digámoslo de otro modo, ese libro es el suyo. Confundido, Raimundo Silva levantó la cabeza, El mío, preguntó, Sí, es el único ejemplar de la Historia del Cerco de Lisboa que no lleva fe de erratas, en él continúa diciéndose que los cruzados no quisieron ayudar a los portugueses, No comprendo, Diga más bien que está intentando ganar tiempo para saber cómo se debe hablar conmigo, Perdón, pero mi intención, No necesita justificarse, no se va a pasar la vida dando explicaciones, lo que yo realmente esperaba era que me preguntase por qué motivo le entrego un ejemplar no enmendado, un libro que mantiene intacto el fraude, que insiste en el error, que persevera en la mentira, elija usted mismo el calificativo que más le guste, Se lo pregunto ahora, Ha tardado demasiado, ya no me apetece responderle, pero lo dijo sonriendo, aunque se le notase la tensión en la línea de la boca, Se lo ruego, insistió él, sonriendo a su vez, y quedó sorprendido consigo mismo, en una situación así mostrar los dientes a una mujer de quien no sé nada y que debe de estar burlándose de mí, seguro. La doctora María Sara apagó el cigarrillo, encendió otro, parecía nerviosa. Raimundo Silva la observó con atención, la balanza empezaba a inclinarse de su lado, pero él no entendía por qué, y mucho menos cuál era el sentido de todo aquello, porque estaba claro que no había sido convocado para debatir o simplemente recibir instrucciones sobre el nuevo procedimiento de corrección, lo que allí estaba pasando hacía evidente que el asunto del Cerco no quedó definitivamente arreglado en aquella negra hora del decimotercer día en que vino para ser juzgado, Pero no creas que vas a someterme a otra humillación, pensó, sin querer admitir que estaba siendo deshonesto con los hechos, cuando, verdaderamente, le había sido evitado el vejamen de un despido ignominioso, por ejemplo, aunque tampoco contaba con que fueran a condecorarlo o citarlo en la orden del día, ascendiéndolo a jefe de correctores, lugar que antes no existía y que, por lo visto, ahora sí.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Мой генерал
Мой генерал

Молодая московская профессорша Марина приезжает на отдых в санаторий на Волге. Она мечтает о приключении, может, детективном, на худой конец, романтическом. И получает все в первый же лень в одном флаконе. Ветер унес ее шляпу на пруд, и, вытаскивая ее, Марина увидела в воде утопленника. Милиция сочла это несчастным случаем. Но Марина уверена – это убийство. Она заметила одну странную деталь… Но вот с кем поделиться? Она рассказывает свою тайну Федору Тучкову, которого поначалу сочла кретином, а уже на следующий день он стал ее напарником. Назревает курортный роман, чему она изо всех профессорских сил сопротивляется. Но тут гибнет еще один отдыхающий, который что-то знал об утопленнике. Марине ничего не остается, как опять довериться Тучкову, тем более что выяснилось: он – профессионал…

Альберт Анатольевич Лиханов , Григорий Яковлевич Бакланов , Татьяна Витальевна Устинова , Татьяна Устинова

Детективы / Детская литература / Проза для детей / Остросюжетные любовные романы / Современная русская и зарубежная проза
Вдребезги
Вдребезги

Первая часть дилогии «Вдребезги» Макса Фалька.От матери Майклу досталось мятежное ирландское сердце, от отца – немецкая педантичность. Ему всего двадцать, и у него есть мечта: вырваться из своей нищей жизни, чтобы стать каскадером. Но пока он вынужден работать в отцовской автомастерской, чтобы накопить денег.Случайное знакомство с Джеймсом позволяет Майклу наяву увидеть тот мир, в который он стремится, – мир роскоши и богатства. Джеймс обладает всем тем, чего лишен Майкл: он красив, богат, эрудирован, учится в престижном колледже.Начав знакомство с драки из-за девушки, они становятся приятелями. Общение перерастает в дружбу.Но дорога к мечте непредсказуема: смогут ли они избежать катастрофы?«Остро, как стекло. Натянуто, как струна. Эмоциональная история о безумной любви, которую вы не сможете забыть никогда!» – Полина, @polinaplutakhina

Максим Фальк

Современная русская и зарубежная проза