Sarita aprovecha una pausa para arreglar con mil cuidados una uña que se le ha roto minutos antes con aquella infernal confusión de cables y clavijas, ya tiene el desgarrón igualado, y ahora pule sutilmente con la lima, está muy concentrada, seguro que no va a responder a Raimundo Silva como él desearía, él que cuando venía por el pasillo había tenido aquella brillante idea, ayudado quizá por el duelo dialéctico con Costa, son las ventajas de un ejercicio gimnástico intelectual, pero ahora se verá si va a servir de algo, la pregunta es ésta, Sabe si la doctora María Sara puede recibir llamadas, es que tengo un asunto, otra frase suspensa, la mirada ansiosa, realmente el momento no podría ser peor, la inevitable irritación de quien acaba de romperse una uña larga y ovalada, y encima va a tener que buscar en el listín el número de teléfono, suponiendo que la telefonista esté dispuesta a dárselo, Mala suerte, piensa Raimundo Silva, a mí tenía que pasarme esto, la uña, la lima, Ay, señor Silva, no sabe usted el trabajo que estas uñas me dan, a ver cuándo me quitan de aquí este trasto viejo y me ponen una centralita moderna, de esas de botoncitos, electrónica, saber si puede recibir llamadas, eso no lo sé, pero le doy el número, apunte. Lo sabía de memoria, era vanidad suya recordar cuantos más números mejor, hacer alarde de retentiva, tiene una retentiva fenomenal, esta Sara, y menos mal, porque lo tuvo que repetir dos veces, tan confuso estaba Raimundo Silva, primero sin encontrar donde escribir, después engañándose en las cifras, oyendo seis en vez de tres, al tiempo que el cerebro seguía prendido en el examen de una duda, luego expuesta, como quien no da importancia a la cosa, Claro que si no la han llamado de aquí es porque no puede recibirlas, Yo no la he llamado, pero pueden haberlo hecho desde dirección por el teléfono directo, claro, el teléfono directo no pasa por la telefonista, se puede hablar tranquilamente por los teléfonos directos, Raimundo Silva cree recordar incluso que hay un teléfono directo en el despacho del director literario. Sarita da por concluida la restauración de la uña y observa críticamente el resultado, teniendo en cuenta la gravedad del daño ha hecho todo lo que podía, incluso está moderadamente satisfecha, será por eso por lo que pregunta, Si quiere, llamo ahora desde aquí, y Raimundo Silva se quedó sin respuesta, movió negativamente y con fuerza la cabeza, en ese momento, providencia divina, la central dio señal de llamada, dos señales casi simultáneas, el mundo entró en su órbita rutinaria, así se lo parecerá a quien no sepa que Raimundo Silva ya lleva en el bolsillo el número de teléfono de María Sara, y ésa es la gran diferencia en el universo.