“¿Bueno, a quién no le gustar´ıa tener unas peque˜nas vacaciones después de lo duro que ha estado trabajando?” preguntó Fred.
“Apuntaros esto, gente, no os dejéis llevar por una falsa sensación de seguridad, pensando que está fuera del pa´ıs. Tal vez lo esté, tal vez no, pero el hecho es que puede moverse más rápido de lo que Severus Snape huye del champú cuando quiere hacerlo, as´ı que no cuentes con que él esté muy lejos si estás planeando correr algún riesgo. ¡No CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
253
cre´ıa que me escuchar´ıa nunca decir esto, pero la seguridad primero!”
“Muchas gracias por estas sabias palabras, Estoque,” Lee dijo. “Oyentes, con esto llegamos al final de otro Potterwatch. No sabemos cuándo será posible transmitir otra vez, pero puedes estar seguro de que volveremos. Sigue girando el dial: la próxima contrase˜na será Ójo-Loco’. Cuidaros. Mantened la fe. Buenas noches.”
El dial de la radio giró y las luces del panel de sintonización se extinguieron. Harry, Ron, y Hermione todav´ıa estaban sonriendo radiantemente. Escuchar esas voces familiares y amigables era un tónico raro; Harry se hab´ıa acostumbrado tanto a su aislamiento que casi hab´ıa olvidado que hab´ıa otras personas resistiendo a Voldemort. Era como despertar de un sue˜no largo.
“¿Bueno, ¿eh?” dijo Ron con felicidad.
“Brillante” dijo Harry.
“Es tan valiente por su parte” dijo Hermione con admiración. “Si les encuentran...”
“Bueno, se mantienen en movimiento, ¿no?” dijo Ron. “De la misma manera que nosotros.”
“¿Pero escuchaste lo que dijo Fred?” preguntó Harry con excitación; ahora que la transmisión se hab´ıa terminado, sus pensamientos volvieron hacia su absorbente obsesión.
“¡Está en el extranjero! Todav´ıa está buscando la varita, ¡lo sab´ıa!”
“Harry...”
“Vamos, Hermione, ¿por qué estás tan decidida a no admitirlo? Vol...”
“Harry, ¡no!”
“...demort está detrás de la Antigua Varita!”
“¡El nombre es tabú!” bramó Ron, saltando sobre sus pies cuando un fuerte chasquido sonó fuera de la tienda. “Te lo dije, Harry, te lo dije, no podemos decirlo más... tenemos que volver a poner la protección alrededor nuestro... rápido... es cómo localizan...” pero Ron dejó de hablar, y Harry supo por qué. El Chivatoscopio se hab´ıa iluminado y empezado a girar sobre la mesa; pod´ıan escuchar voces acercarse más y más: voces excitadas. Ron se sacó el Desiluminador del bolsillo y lo accionó: las lámparas se apagaron.
“¡Sal de ah´ı con las manos arriba!” dijo una voz ronca a través de la oscuridad. “¡Sabemos que estás ah´ı! ¡Tienes media docena de varitas apuntándote y no nos importa a quién le echamos una maldición!”
Cap´ıtulo 23
La Mansión de los Malfoy
Harry miró alrededor hacia los otros dos, ahora meros contornos en la oscuridad. Vio a Hermione apuntar su varita, no hacia el exterior, sino hacia su cara. Hubo un estallido, una ráfaga de luz blanca, y Harry se retorció en agon´ıa, incapaz de ver. Pod´ıa sentir que su cara se hinchaba con rapidez bajo sus manos, mientras pesados sonidos de pasos lo rodeaban.
“Levántate, alima˜na.”
Manos desconocidas levantaron a Harry con brusquedad del suelo. Antes de poderlos detener, alguien hurgó en sus bolsillos y sacó la varita de endrino. Harry se apretó la cara, que le dol´ıa terriblemente. Parec´ıa irreconocible bajo sus dedos, tirante, hinchada e inflamada, como si hubiera sufrido una violenta reacción alérgica. Sus ojos se hab´ıan reducido a ranuras por las que apenas pod´ıa ver; sus gafas se cayeron cuando lo sacaron atado de la tienda: todo lo que pod´ıa apreciar eran las borrosas formas de cuatro o cinco personas arrastrando también a Ron y Hermione fuera, que forcejeaban.
“¡Apartaros... de... ella!” gritó Ron. Hubo el inconfundible sonido de pu˜nos golpeando carne: Ron gru˜nó de dolor y Hermione gritó:
“¡No! ¡Dejadlo en paz, dejadlo en paz!”
“A tu novio le van a hacer cosas peores que estas si está en mi lista.” dijo la voz horriblemente familiar y rasposa. “Una chica deliciosa... qué bocado... me encanta la suavidad de su piel...”
El estómago de Harry se revolvió. Supo quién era, Fenrir Greyback, el hombre lobo al que se le permit´ıa llevar ropas de mort´ıfago a cambio de contratar su salvajismo.
“¡Registrad la tienda!” dijo otra voz.
Harry fue arrojado de cabeza al suelo. Un golpe sordo le contó que hab´ıan tirado a Ron a su lado. Pudieron o´ır pasos y estrépito; estaban tirando sillas dentro de la tienda mientras buscaban.
“Ahora, veamos a quiénes tenemos” dijo la voz de Greyback con deleite por encima de sus cabezas, y a Harry lo giraron hasta quedar boca arriba. El rayo de luz de una varita cayó en su cara y Greyback se rió.
“Necesitaré cerveza de mantequilla para lavar a este. ¿Qué te ha pasado, feo?”
Harry no contestó de inmediato.
“He dicho” repitió Greyback, y Harry recibió un golpe en el diafragma que lo hizo doblarse de dolor. “¿Qué te pasó?”
254
CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
255
“Picado” farfulló Harry. “Me picaron.”
“S´ı, lo parece” dijo una segunda voz.
“¿Cómo te llamas?” gru˜no Greyback.
“Dudley” dijo Harry.